1.- Una gran crisis padece la humanidad. Esa crisis se expresa en: decenas de miles de muertos en diferentes guerras que llevan lustros, principalmente en Medio Oriente; enormes hambrunas que siguen matando a miles cada año; la enorme cantidad de niños que mueren por enfermedades curables; millones de personas forzadas a la migración por el hambre y la violencia; una masa enorme de trabajadores que malviven con salarios de pobreza; una capa cada vez mayor de jóvenes que no encuentran empleo, ya no solo en el “tercer mundo”, sino también en los países “desarrollados”; en una misoginia visible que se expresa en los altos índices de violencia que afectan mayoritariamente a las niñas y las mujeres, en su peor expresión: el femicidio y el resurgimiento de campañas ideológicas conservadoras que atentan contra las conquistas alcanzadas. La crisis es de tal envergadura que algunos la han llamado “crisis civilizatoria”, de la civilización capitalista, aclaramos nosotros.
2.- El trasfondo de la crisis civilizatoria es la crisis crónica del sistema capitalista mundial en el que las fuerzas productivas chocan contra una estructura social injusta y desigual, por la cual la enorme riqueza producida por la producción social es apropiada por un segmento cada vez menor de la población (el 1% más rico), mientras que la absoluta mayoría de la gente a duras penas puede pagarse las necesidades básicas. Esta crisis se expresa, como describió Carlos Marx en una caída tendencial de la tasa de ganancias. Lo cual exacerba la lucha por el control político y económico, la concentración de la riqueza, el despojo de naciones enteras y la depredación de la naturaleza.
3.- La manifestación política de esta crisis se expresa en una gran ofensiva del imperialismo, las derechas nacionales y los medios de comunicación de masas para imponer gobiernos reaccionarios incluso recurriendo a golpes de estado (blandos y duros) cuando no pueden lograrlo por la vía electoral normal. Dentro de ese esquema se mueven partidos y líderes ultraderechistas y neofascistas, al estilo de Trump o Bolsonaro, que ganan adeptos aprovechándose de la ignorancia y el simplismo cultural de grandes segmentos de la población, cultivados por los medios de comunicación y las iglesias de todo tipo, quienes culpabilizan a la izquierda, los trabajadores migrantes o las minorías raciales de la crisis social y económica. En un esquema muy parecido al usado por Mussolini o Hitler en décadas del 20 y 30 del siglo pasado.
4.- Pero las clases trabajadoras y populares de todo el mundo no están derrotadas, ellas resisten y luchan contra la aplicación de mayores medidas neoliberales que pretenden arrebatarles los pocos derechos sociales, económicos y políticos que les quedan. La confrontación pasa por oponerse a los recortes fiscales a los programas sociales, con la excusa del “déficit fiscal”, que dictan desde el corazón del imperialismo mundial: el FMI, el Banco Mundial y la OCDE. La clase trabajadora con su lucha trata de voltear la tortilla exigiendo que la crisis la páguenlos que más ganan con aumentos de impuestos a los capitalistas y el fin de las exoneraciones fiscales a los grupos empresariales. Ejemplo de esta lucha son los trabajadores de Costa Rica, los docentes y estudiantes de las universidades de Colombia y la juventud nicaragüense.
5.- Particularmente Centroamérica parece estar entrando en nuevo auge de la lucha de clases. La dura resistencia popular al fraude electoral en Honduras, pese a la gran represión desatada; las huelgas magisteriales y la lucha contra la corrupción en Guatemala; la obstinada huelga general contra el “Combo Fiscal” de los sindicatos ticos; la lucha de los jóvenes universitarios y barriales de Nicaragua contra la reforma neoliberal a las jubilaciones del gobierno de Ortega-Murillo, sangrientamente reprimidas a costa de centenares de caídos; la propia caravana de miles migrantes que ha marchado hacia Estados Unidos pese a las amenazas de Trump, constituyen parte de ese renacimiento prerrevolucionario que vive la región.
6.- Lo dicho anteriormente es el marco general en que se desenvuelve la situación panameña y la determina en gran medida: por un lado, una caída sostenida del crecimiento económico; un crecimiento del PIB en los sectores controlados por el capital extranjero, exonerados de impuestos y que fugan del país sus ganancias; un alza sistemática de la tasa de desempleo, especialmente entre jóvenes y mujeres, que se suman a la alta tasa de empleo informal que supera al 40%; en el que de acuerdo a cifras oficiales el 20% de la población son pobres; y el 10 % no le alcanza ni para comer; desigualdad social que se expresa en que el 10% de las familias mas ricas tienen ingresos 40 veces superiores al 10% de las familias más pobres; sufrimiento que se ve agravado por la inoperancia de los servicios públicos en los barrios populares: como la recolección de basura, el agua potable, el transporte, las escuelas y los centros de salud.
7.- La depredación de la burguesía panameña, igual que en todos lados, es tal que de manera descarada saquea el erario público a través de políticos a su servicio en medio de una impunidad garantizada por una corrupción que corroe los tres poderes del estado. Los presidentes, los partidos políticos, los diputados, los magistrados actúan sin recato repartiendo entre sus allegados los despojos que puedan de la propiedad pública y no temen recurrir a la compra de votos y el clientelismo rampante en tiempos electorales. De manera que el régimen político nacido con la invasión de 1989, y que llaman “democracia”, no es más que una cleptocracia al servicio de un puñado de oligarcas.
8.- Las elecciones que se avecinan en 2019 no van a resolver ningún problema de fondo porque: por un lado, se dan en el marco de unas reglas del juego antidemocráticas impuestas por los partidos oligárquicos para asegurarse el control de las instituciones; por otro lado, porque ya está configurado el menú del engaño que ofrecerán y todas las fichas principales obedecen al sector más poderoso del capitalismo nacional, concentrado en la junta directiva del Banco General.
9.- Para los sectores revolucionarios, de izquierda y socialistas del movimiento popular la participación o no en los procesos electorales controlados por la burguesía es un asunto táctico. Es decir, depende de las circunstancias concretas decidir si se puede y si se participa en las elecciones y cómo se hace. Lo que sí es de principios es usar las elecciones para educar políticamente a la clase trabajadora que no debe confiar en líderes y partidos de la burguesía y que, por el contrario, hay que construir un proyecto político independiente con un programa democrático y socialista.
10.- El Polo Ciudadano asume el compromiso de usar lo más posible los espacios democráticos que surjan en el marco electoral para decirle a la clase trabajadora panameña: que no vote por los políticos y partidos que han gobernado por 30 años; que debemos organizarnos para luchar por defendernos de la ofensiva que lanzará el gobierno que surja de mayo de 2019 contra la Caja de Seguro Social y los fondos del programa IVM; que se sigue requiriendo la unidad del movimiento popular para construir una herramienta de lucha y que proponga construir un país distinto del desastre que tenemos por la vía de una Asamblea Constituyente originaria.
11.- Respecto a las candidaturas del partido Frente Amplio por la Democracia (FAD), en la medida en que constituyen una expresión del movimiento popular y la izquierda panameñas; más adelante se decidirá si le daremos el voto crítico a todas o algunas de las postulaciones, según sea su campaña electoral, pues se trata de un asunto táctico. Sin embargo, el Polo Ciudadano lamenta que la dirigencia del FAD no ha hecho todo el esfuerzo necesario de sumar a un proyecto político alternativo y unitario a un conjunto de fuerzas populares realmente representativas que durante años también han aportado con acciones y movilizaciones a la lucha popular y contra las políticas represivas y neoliberales de los distintos gobiernos que se han sucedido, tal como sí se ha experimentado en otros procesos latinoamericanos.
Panamá, 12 de enero del 2019
POLO CIUDADANO (PC)