El asesinato del abogado Juan R. Messina, esposo de la candidata a diputada Katia Ramos del PRD, es el último capítulo de una multiplicidad de hechos de violencia física y verbal, utilización de bandas delincuenciales por los políticos o al revés, campañas sucias, etc. No vamos a entrar a especular sobre las causas de este crimen, pero es evidente la intromisión cada vez mayor de las mafias en la política nacional y en las instituciones del Estado, gracias a un comportamiento cada vez más corrompido de funcionarios, autoridades, políticos y partidos.

La situación expresa el avanzado estado de descomposición del régimen político panameño que, al control tradicional de la oligarquía y del poder económico de un puñado de empresarios, suma descaradamente actuaciones que sobrepasan los marcos legales en completa impunidad: uso de bienes públicos para el enriquecimiento personal y para campañas electorales, compra y venta de políticos "tránsfugas", clientelismo político que compra firmas y votos por "regalos", licitaciones amañadas y contratos directos con allegados, etc.

Ningún partido tradicional escapa a esta podredumbre, por eso ninguno de ellos (CD, PRD, Panameñismo, Molirena, Popular) expresa ninguna posibilidad de cambio para la clase trabajadora panameña que cada día sale a ganarse el pan de manera honesta con el sudor de su frente. La reunión secreta de Ricardo Martinelli con Juan C. Navarro, y un grupito de cuestionados empresarios, del pasado 15 de agosto, es una evidencia más de que ambos representan los mismos intereses económicos que pagan sus campañas electorales (aunque en público den la apariencia de estar peleándose). Durante dos años también Juan C. Varela y su partido compartieron ese tipo de acuerdos de trastienda con Martinelli y sus allegados, hasta que los echaron del gobierno.

En las elecciones de 2014, votar por José D. Arias, J.C. Navarro o J.C. Varela o cualquier alianza electoral que encabece alguno de sus partidos es más de lo mismo, es decir, darle continuidad a un régimen político que ha demostrado ser profundamente antipopular, oligárquico, antidemocrático y corrupto. Llamamos a los dirigentes populares y sindicales honestos, a los defensores de los derechos humanos y ambientales, a la dirigencia indígena a no caer en la trampa una supuesta "alianza opositora contra el dictador", porque el PRD y el Panameñismo ya demostraron que son de la misma esencia que el actual partido de gobierno (CD).

No hay atajos: la única manera de que las cosas cambien en nuestro sistema político es construir desde abajo una GRAN ALIANZA POPULAR, OBRERA, GREMIAL de carácter democrático y antineoliberal que presente un verdadero Frente Electoral Popular y Unitario que barra con los partidos y políticos corruptos. Una gran alianza o frente electoral popular que postule a los luchadores que cada día hacen frente en las calles a las imposiciones antipopulares de los diversos gobiernos. Alianza que utilice la campaña electoral para promover una ASAMBLEA CONSTITUYENTE ORIGINARIA que barra con los corruptos de todas las instituciones del Estado y las democratice.

Para este objetivo, la reciente legalización del partido Frente Amplio por la Democracia (FAD) es un paso enorme en el sentido correcto, es una condición necesaria que se ha cumplido, pero no es suficiente, pues se requiere concitar la UNIDAD del sector popular en torno a unas candidaturas que expresen la voluntad de cambios reales por parte del pueblo panameño.

Desde el Movimiento Popular Unificado (MPU) invitamos fraternalmente a la respetada dirigencia del FAD a no desaprovechar la oportunidad enorme que tienen para concitar ese proceso de unidad que se requiere para producir un vuelco decisivo en las próximas elecciones que lleve al poder a un verdadero proyecto de cambio social, económico y político y que barra a los corruptos del Estado.

Coordinación Nacional del MPU

Panamá, 27 de septiembre de 2013.

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