El partido oficialista, Cambio Democrático, impuso su mayoría espuria de tránsfugas en la Asamblea de Diputados para aprobar su reforma al Código Electoral y, rápidamente, el presidente Ricardo Martinelli la sancionó. Al respecto no cabe la menor ilusión: esta reforma no pretende democratizar el sistema electoral panameño, sino asegurar las mejores condiciones para la reelección del oficialismo y sus diputados en 2014.

El objetivo central de la reforma (Ley 54) es preparar la reelección de los actuales diputados mediante el uso masivo del dinero. Para ello han eliminado el "voto plancha", que distribuye las curules por partidos, reemplazándolo por un sistema que asigna las curules a los candidatos más votados, no importa si son todos del mismo partido (art. 326 y 327).  Esta reforma, contrario a lo que dice la propaganda gubernamental, hará más difícil la elección de diputados independientes y de partidos nuevos, fortaleciendo el clientelismo y el caciquismo.

La reforma electoral de Martinelli no es democrática, pero tampoco es democrática la posición sustentada por la falsa "oposición" del PRD y Panameñismo, avalada por  los magistrados del Tribunal Electoral, de que todo se quede como estaba. Esos dos partidos oligárquicos, que ahora pretenden disfrazarse de "demócratas", construyeron el actual sistema electoral lleno de trabas para impedir el surgimiento de partidos nuevos y de alternativas independientes. Ellos inventaron la "partidocracia" bipartidista con la cual controlaron el poder  por 20 años. Y también sacaron su tajada con la actual reforma: las primarias adelantadas, para Varela, y no tener que renunciar a sus cargos directivos para postulares, Navarro.

El movimiento obrero y popular debe cuidarse de caer en el falso dilema de un oficialismo "autocrático" y una oposición burguesa "democrática". Tanto el PRD como el Panameñismo pretenden sacar rédito electoral, para reelegirse en 2014, pretendiendo que ellos encabezan un gran "frente democrático" y que debemos confiarles el voto. Entre el C.D., el PRD y el Panameñismo no hay diferencias de fondo. Los sectores económicos que se enriquecen de los contratos públicos los financian a unos y otros. Los ejemplos sobran y están a la vista.

El movimiento popular debe aprovechar las contradicciones interburguesas, sin confiar en ninguna de esos partidos,  para construir su propia alternativa política de poder, y proponerse participar con un proyecto independiente en las próximas elecciones. El M.P.U., desde 2005, venimos señalando la urgencia de construir unitariamente una alternativa política popular e independiente, aún bajo reglas del juego antidemocráticas. Esa tarea sigue  vigente.

La Ley 54 deja abierto un resquicio que debe ser aprovechado por el movimiento popular: la reglamentación de la Libre Postulación Presidencial, que es una conquista que conseguimos en 2009, junto al Movimiento "Jované Presidente".

Para usar ese resquicio, no hay que recurrir a falsas ilusiones, pues la libre postulación presidencial, como ha sido establecida por la Ley 54, tampoco es democrática (impone una cifra de adherentes del 1%, con libros estacionarios y sólo 3 meses para conseguirlas). Además es muy probable que sectores de la clase dominante pretendan usarla para colar algunos de sus agentes disfrazados como "independientes". Pero que la reglamentación no sea democrática, no quiere decir que no tengamos el deber político y moral de utilizarla para avanzar en un proyecto popular independiente.

Por esa razón, el Movimiento Popular Unificado (MPU) saluda el llamado que realiza la Unidad de Lucha Integral del Pueblo (ULIP) para que el próximo 6 de octubre, desde las 9:00 a.m., nos demos cita en el Hotel Roma los sectores populares organizados (sindicalistas, indígenas, estudiantes, líderes comunales, etc.) para empezar a construir un gran Movimiento Independiente que en 2014 le proponga al país un proyecto propio, diferente a la partidocracia del PRD y Panameñismo, y a la autocracia del C.D. y Martinelli.

Ese Movimiento debe ser abierto, en construcción y democrático, para recibir en su seno a todos los sectores populares que quieran participar, bajo el único requisito debe tener la voluntad de forjar un programa de transformaciones nacionales que democraticen al país, combatan la corrupción e impongan la justicia social para las mayorías, independiente de los partidos y políticos de la oligarquía.

La verdadera democracia participativa a la que aspiramos, sólo se conseguirá el día que el pueblo panameño en las calles haga saltar por los aires el sistema político electoral oligárquico, para refundar la República mediante una Asamblea Constituyente originaria. Pero un paso necesario en ese camino consiste en construir el proyecto político propio e independiente que enseñe a las clases oprimidas a no confiar en los políticos agentes de los explotadores. Esa es la tarea, incluso bajo las reglas antidemocráticas vigentes. No emprenderla es faltar al compromiso histórico con el pueblo panameño.

Panamá, 22 de septiembre de 2012.

MOVIMIENTO POPULAR UNIFICADO

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