La destitución de Juan C. Varela como canciller de la república por parte del presidente Ricardo Martinelli, y la consecuente ruptura de la alianza de gobierno, constituyen el capítulo más reciente de un proceso creciente de degeneración del régimen político panameño al que se le cae la careta “democrática” para mostrar su verdadero rostro oligárquico, antipopular y totalitario.

La crisis política de la que hablan los medios de comunicación no empezó ahora, sino que viene profundizándose desde que, en 2005, el pueblo salió a las calles a repudiar al gobierno del PRD que imponía a raja tabla sus reformas a la Caja de Seguro Social, pocos meses después que la ciudadanía en las urnas hubiese castigado como merecía al Partido Panameñista por la desastrosa administración de Mireya Moscoso. Crisis que se fue consolidando con la campaña de mentiras de Martinelli respecto a que él representaba el “verdadero cambio”, y que se consolidó en unas elecciones amañadas en las que sólo hubo dos propuestas, ambas sospechosas de recibir dinero sucio de David Murcia, elecciones en las que descaradamente intervino la embajada norteamericana para crear la mal llamada “Alianza por el Cambio”. Crisis que va mostrando que, aunque con distintos nombres de políticos y partidos, sigue gobernando la misma oligarquía financiera y comercial que saquea al país y a los bolsillos de los asalariados.

Crisis que ha continuado durante dos años del gobierno de Martinelli y sus secuaces, con la complicidad desde dentro de Varela y los “panameñistas”, y desde fuera de la falsa oposición del PRD, para imponernos las nefastas consecuencias de la Ley Chorizo, con su saldo de muertos y heridos, y del oprobioso código Minero. Crisis en la que se ha profundizado un modelo económico por el que los trabajadores se ven sumidos en la pobreza, el desempleo la carestía, la inseguridad; mientras una minoría se enriquece cada vez más en su opulencia.

El Movimiento Popular Unificado (MPU-PAP) exhorta a las clases populares a no creer en las posees fingidas de los políticos del PRD y el Panameñismo que ahora se rasgan las vestiduras frente a la propuesta de Martinelli y su partido para imponer la “segunda vuelta”, y con ella su reelección inmediata en 2014. El PRD y el Panameñismo son tan responsables como Martinelli y el CD por este régimen político caracterizado por la corrupción rampante. Hay que rechazar tanto la “segunda vuelta”, como las intenciones de Martinelli de reelegirse, pero sin caer en los engaños de los políticos del PRD y el Panameñismo quienes, aunque pongan cara de compungidos “demócratas”, son lo mismo que Martinelli.

Los diputados oficialistas del CD, y los de la falsa oposición del PRD y el Panameñismo, han actuado juntos para cerrar las puertas del sistema electoral panameño  y bloquear la participación electoral de fuerzas políticas provenientes de la izquierda y el campo popular. Todos ellos no sólo han creado el actual Código Electoral antidemocrático y presidencialista, sino que acaban de rechazar en la Asamblea las pocas reformas que podrían poner en peligro su monopolio del poder político: rebaja de la cuota de adherentes para inscribir nuevos partidos y candidatos por libre postulación, además de otras medidas como el control de las donaciones privadas y la participación igualitaria de hombres y mujeres.

Por ello la real salida a la crisis actual no está en confiar ni en los Varela, ni en los Lewis o Navarro, sino en movilizarnos para romper el actual régimen político oligárquico, presidencialista y antidemocrático, imponiendo en las calles una Asamblea Constituyente que refunde la República y sus instituciones en una verdadera democracia popular.

Pero un requisito previo para aunar fuerzas para ese objetivo es superar la atomización del movimiento popular, escindido entre dirigentes sindicales oportunistas que llevan agua al molino de los partidos de la oligarquía y dirigentes sindicales sectarios que se pretenden los “salvadores” mientras sabotean la unidad popular. Es urgente la creación de un gran Frente Popular y Democrático, verdaderamente amplio, que unifique la lucha política de los sectores populares y de izquierda, que presente un programa concreto de transformaciones sociales y políticas que movilice al pueblo panameño. Un frente que sume y que no reste, donde quepan desde los dirigentes sindicales consecuentes, hasta los sectores de la llamada “sociedad civil, pasando por el movimiento indígena, campesino y estudiantil.

Panamá, 10 de septiembre de 2011.

MOVIMIENTO POPULAR UNIFICADO (MPU  PAP)

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