Por Sebastian Chavarria Dominguez

El pasado 17 de octubre, en una reunión solemne en un lujoso hotel de Managua, Arturo Cruz Sequeira, brindó una conferencia ante la presencia del sector exportador de la burguesía nicaragüense agrupada en la Cámara de Comercio Americana de Nicaragua (AMCHAM), en donde señaló cual debe ser la estrategia del conjunto de la burguesía, para solucionar la crisis generada con la rebelión de abril del 2018.

La incapacidad política de la burguesía nicaragüense

La burguesía nicaragüense durante el siglo XX se acomodó la existencia de dictaduras y regímenes totalitarios. Por incapacidad o conveniencia, cedió su lugar en la política a otros sectores sociales, provenientes de la clase media, los que tomaron el  poder ejerciendo gobiernos dictatoriales que garantizaron la buena marcha de la economía. Se castró políticamente para engordar económicamente. Así, en el ultimo siglo, hemos tenido tres dictaduras: la somocista (1936-1979), la de la revolución sandinista (1979-1990) y la orteguista (2007-2019), con un leve interregno de democracia enclenque en el periodo 1990-2006.

Bajo la dictadura somocista, durante cuatro décadas, el conjunto de la burguesía nicaragüense se acostumbró al bipartidismo entre el Partido Liberal Nacionalista (PLN) y el opositor Partido Conservador (PC), que permitían compartir los cargos en el Estado, siendo la familia Somoza el gran arbitro. En 1974, la manzana de la discordia fue el jugoso negocio de la reconstrucción de Managua. Se inició un conflicto porque Anastasio Somoza Debayle estaba montando una “competencia desleal” contra los negocios tradicionales de la burguesía opositora. Acostumbrada a los pactos del bipartidismo, la burguesía nicaragüense no formó lideres políticos, los cuales solo se pueden formar en las luchas políticas. Pedro Joaquin Chamorro Cardenal (PJCH) era la excepción a la regla anteriormente descrita, porque denunció la traición de Fernando Agüero y los pactos de este contra la dictadura. Pero fue asesinado en enero de 1978, y con ello la burguesía opositora perdió a su posible gran líder político. El surgimiento del Movimiento Democrático Nicaragüense (MDN) y el liderazgo de Alfonso Robelo fue una improvisación y un intento de llenar el vacío dejado por PJCH, pero no corrió largo.

Ante la ausencia de liderazgos e instituciones políticas de la burguesía opositora, el liderazgo de lucha contra la dictadura somocista lo ocupó la clase media radicalizada, cuya expresión orgánica mas importante fue la corriente tercerista del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), la que terminó imponiendo su hegemonía a las otras corrientes. El resultado final fue que el FSLN se convirtió en la principal fuerza política, que dirigió la insurrección popular triunfante en 1979.

Como era de esperarse, teniendo todo el poder en sus manos, el FSLN no entregó el poder a la burguesía opositora, sino que mas bien la confiscó parcialmente, imponiendo su dictadura “revolucionaria”. La historia se repitió. Fue una situación similar al triunfo de la revolución de 1893, que al inicio fue una alianza de diversos sectores, pero terminó en la dictadura “liberal” de Jose Santos Zelaya.

La necesidad de los “gurús

El Partido Conservador fue la expresión política de esta burguesía acostumbrada a negocial con el poder, hasta 1979. En el periodo 1974-1979 surgieron corrientes burguesas que intentaron crear instrumentos políticos, pero fracasaron. Por eso tuvieron la necesidad de recurrir a los “notables” o “gurus”, que les aconsejaran políticamente.

En 1974, el intelectual conservador José Coronel Urtecho dictó tres conferencias al sector privado, alertando sobre los efectos de la dictadura somocista en la vida intelectual y cultura política del país. Decepcionado, Coronel Urtecho apoyaría años mas tarde a la tendencia tercerista del FSLN. PJCH y Pablo Antonio Cuadra (PAC), atrincherados en el diario La Prensa, formaban una corriente radical contra la dictadura, que por cierto no era del agrado del conjunto de la burguesía.

Bajo la revolución sandinista (1979-1990), habiendo desaparecido PJCH, el discurso de PAC fue cada vez mas reaccionario y clerical, y prefirió vivir en el exilio. El único “notable” que quedaba era Emilio Alvarez Montalvan, quien se transformó en el único “gurú” de la burguesía opositora, orientándola desde los editoriales del diario La Prensa.

Pero Alvarez Montalvan no pudo resistir la tentación y aceptó ser canciller (1998-1999) del gobierno de Arnoldo Aleman. Con su muerte, en 2014, la burguesía nicaragüense perdió a su último gran consejero o “gurú”.

Ese lugar lo ocupa ahora Arturo Cruz Sequeira, quien, ante el vacío anteriormente descrito, pretende orientar y aconsejar a la burguesía nicaragüense en momentos de gran convulsión política.

Históricas conferencias en AMCHAM

La incapacidad política de la burguesía nicaragüense fue descrita por la embajadora norteamericana Laura Dogu, a manera de regaño en su discurso de despedida ante los empresarios de AMCHAM, en octubre del 2018, de la siguiente manera: “(…) el futuro de Nicaragua   es incierto debido a la falta de un estado de derecho, la falta de democracia, y la elección de ciertos socios internacionales. Antes de abril, cuando hablaba de estos temas, la comunidad empresarial me decía con frecuencia que podían sacrificar algunos de estos derechos fundamentales porque Nicaragua no estaba en guerra, ni sufría la violencia de los países del triángulo norte. (…) La comunidad empresarial valoraban más la estabilidad que la sostenibilidad. Creían que el crecimiento económico traería oportunidades (..)”

Un año después, el nuevo “gurú” Arturo Cruz Sequeira, el teórico de la búsqueda de un “aterrizaje suave”, pronunció un discurso que pretende reorientar políticamente a la burguesía nicaragüense, pero que va en sentido inverso de los reproches de la embajadora Dogu.

La “transición dilatada”

Cruz admitió que el “(…) concepto de aterrizaje suave se volvió repugnante para algunos de mis compatriotas, puesto que lo entendían como aterrizaje suave para el régimen y no para Nicaragua”.

Este planteamiento de la búsqueda de un “aterrizaje suave” en abril-mayo del 2018, mediante el Dialogo Nacional con la dictadura, fue lo que adormeció y distrajo a las masas de la tarea central de preparar un Paro General indefinido para derrocar a la dictadura, mientras Ortega planificaba meticulosamente su ofensiva militar contra los tranques y barricadas, cambiando la correlación de fuerzas a su favor.

Arturo Cruz se quejó de que no se comprendido su planteamiento del “aterrizaje suave” y volvió a insistir en una salida negociada con la dictadura, advirtiendo que la prioridad debe ser el cuido de la economía, y que por ello vamos a una “transición dilatada”.

Arturo Cruz dijo. “(…) no cabe duda de que habrá costos de toda índole, y es por esto por lo que, ante una transición dilatada, los nicaragüenses debemos tener cuidado de no poner en riesgo los avances económicos del país, pensando en las necesidades inmediatas de nuestros compatriotas de menores ingresos (que son los que sufren más las consecuencias de los desaciertos de nuestra política), y en los desafíos que enfrentaran los gobiernos democráticos del mañana (…)”

Esta preocupación por los pobres mas bien parece una burla, porque quienes están pagando el precio del aplastamiento de la insurrección de abril-mayo del 2018, son las masas populares, con mas represión, desempleo y carestía de la vida. Los empresarios siempre trasladan los costos hacia los consumidores, nunca pierden.

Oponerse a sanciones y cuidar el CAFTA-DR

Cruz no se refirió directamente al tema de posibles sanciones internacionales contra la dictadura, pero lo tocó de manera indirecta al referirse al peligro de que Nicaragua fuese sancionada por Estados Unidos y se anulase el tratado CAFTA-DR.

Esto fue lo que dijo: “(…) Si al régimen, con su comportamiento interno y externo, no le importa exponer la membrecía de Nicaragua en CAFTA, el resto de los nicaragüenses la debemos cuidar (…) ¿Nuestra membrecía en CAFTA, la deberíamos valorar como parte de nuestro interés nacional?  Si la respuesta es sí, entonces, no nos podemos exponer a perderla, aún en momentos como el actual, cuando hay urgencia de salir del régimen político que sofoca las aspiraciones democráticas de la mayoría de los nicaragüenses. (…)”

En pocas palabras, Cruz llamó a los empresarios a que no pidan sanciones, porque la economía saldría perjudicada, debido a que “(…) a partir de abril del 2018, el sector privado como un todo, optó por favorecer la aprobación del Nica Act. Si perdemos nuestra membrecía en CAFTA, los ganadores serán nuestros vecinos del Triángulo Norte, como fue el caso de República Dominicana con Haití”.

Y se lamentó que “en medio de la lucha por salir del régimen dictatorial del momento, no nos hemos preocupado por conservar lo bueno, que toda sociedad es capaz de producir, particularmente en lo económico (…)”.

Entonces el mensaje es claro: los empresarios deben conservar el ambiente de crecimiento económico de la ultima década, es decir, deben defender este aspecto positivos de la dictadura.

El transito prolongado a una salida electoral

En su alocución hizo una ardorosa justificación de la gradualidad de la democracia en Nicaragua, debido a que “las “condiciones objetivas” de 1990 no eran las más propicias para que en Nicaragua se pudiese consolidar el tipo de modelo de sociedad de “lo que debe ser”, es decir: una democracia representativa, acompañada de una economía mayoritariamente de iniciativa privada, pero con un estado preocupado, por medio de su política fiscal, de procurar una mejor distribución del ingreso entre los nicaragüenses”.

Como la pobreza creada por el capitalismo no permite la instauración de un Estado de derecho, Cruz está preocupado porque “los peligros de un tránsito prolongado a una salida electoral, es el deterioro de la economía, la cual decreció dramáticamente el año pasado, continuará decreciendo este año, y seguramente el próximo, y también en el 2021".

Ortega cambió la correlación de fuerzas

Cruz reconoció que “(…) Ortega, pretendiendo llegar hasta noviembre del 2021, independientemente de los costos de su permanencia para el país, con la diferencia de que su régimen tiene una correlación de fuerzas más favorable para sostenerse en lo inmediato”.

Poco a poco Arturo Cruz fue reuniendo los ladrillos de la justificación teórica de una transición prolongada.

Primero, sentó las bases: defender la economía, oponerse a sanciones internacionales, para no ser excluidos del tratado CAFTA-DR.

Segundo, Ortega tiene una correlación de fuerzas favorable, sin explicar por qué fue así.

Y para asustar a los empresarios descontentos, Cruz reafirmó que “a estas alturas, con su aparato coercitivo fortalecido, Ortega no le teme a un desenlace como el de julio de 1979, y más bien su expectativa es de prolongar los comicios hasta noviembre de 2021 con el fin de que la oposición, durante este trayecto, se fragmente, abrumada por sus pleitos, algunos de los cuales son de vieja data, ya que se remontan a los años ochenta (…) el cálculo de Ortega, es que la oposición, además de fragmentarse, radicalice su discurso, atemorizando a la sociedad económica, y que cualquier reforma en el tema electoral, negociada -- por ejemplo -- con la Secretaria General de la OEA, independientemente de su seriedad, sea rechazada por la oposición “más vertical”.

Y para asustar aún más a los empresarios, Cruz dijo que si “(…) los Estados Unidos y la comunidad internacional sancionan a los miembros de su familia, a sus asociados más cercanos y a sus conglomerados empresariales, inclusive, Ortega está dispuesto como he dicho en otra ocasión, a llevar al país, a la economía más básica, la del arroz y la de los frijoles”.

La oposición no se está radicalizando sino todo lo contrario, cada vez mas tiene una actitud conciliadora que se manifiesta en las omisiones, en lo que no hace para luchar contra la dictadura. El mismo Cruz reconoce que “lo notable de lo que está ocurriendo en nuestra patria a partir de la explosión social de abril del 2018, es que la oposición nicaragüense como universo amplio, en vez de polarizarse y radicalizarse, tal como anticipa Ortega y como suele ocurrir en momentos de grandes cambios sociales, más bien tiende a la moderación y a buscar puntos de encuentro entre sus diferentes fuerzas. Y en vez de frustrarse porque el régimen todavía se conserva, la oposición tiende a ser más realista y pragmática en sus reivindicaciones”.

¿Hacia un nuevo bipartidismo?

Incluso, hubo una especie de burla a las posturas de la oposición burguesa en la crisis del 2018, al señalar que no aceptaron la propuesta de elecciones anticipadas que proponía Ortega ante el enviado norteamericano Caleb McCarry.

Con tristeza Cruz reconoció que “el escenario más probable no es el de elecciones adelantadas, aunque hay que insistir en ellas”

Y para finalizar, vino la tercera parte de su construcción teórica y de sus recomendaciones practicas: el pragmatismo electoral.

Es fundamental “bajarse de los pedestales para un mejor entendimiento entre los miembros de la sociedad civil organizada y los dirigentes de un partido político del talante de Ciudadanos por la Libertad. Es comprensible que algunas de las organizaciones de la sociedad civil estén deseosas de conformarse como corporaciones partidarias, pero tal vez este no es el mejor momento para hacerlo, puesto que se puede prestar a la desunión, y, también, porque estarían a la merced de las manipulaciones y las trampas del gobierno”.

En pocas palabras, la democracia política para mas adelante, ahora lo que se requiere es que el gran capital tenga una casilla electoral que reúna al descontento ciudadano, porque es muy importante no dividir el voto.

Para desanimar a aquellos que quieren organizarse de manera independiente, ni siquiera planteo la necesidad de una profunda reforma electoral, sino que se limitó a insistir en que “la formación de un partido político requiere de un tendido territorial, lo que no es fácil de organizar, como le pueden preguntar a Kitty Monterrey quien, junto con los militantes de su partido, con el amparo de la OEA, lograron superar tantos obstáculos para obtener la personería jurídica de Ciudadanos por la Libertad. Y hoy, precisamente por ese esfuerzo tan vilipendiado en su momento, la oposición tiene un vehículo electoral confiable, alrededor del cual se puede conformar la UNO del futuro (…) El reto del universo opositor consiste ahora en coincidir en el vehículo electoral, en unificar voces, en forjar un radio de confianza entre los actores más relevantes de la oposición (…)”

Por si alguien tiene dudas: el gran gurú Arturo Cruz recomienda que el partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) sea el vehículo electoral, no quiere una agrupación de partidos y grupos como fue la UNO en su momento, por una posible división posterior, sino que quieren mantener unidos a los diputados del futuro en la camisa de fuerza del partido CxL.

La estrategia es la unidad con los actores “más relevantes”, indudablemente se refiere al Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Aleman, a CxL y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD).

Este discurso de Cruz fue un balde de agua fría sobre los grupos de oposición que intentan consensuar criterios para una profunda reforma electoral. También chocó con las pretensiones de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD), que ha engatusado a la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) en la incierta estrategia de construir una “gran coalición” con los mismos “actores relevantes” que propone Arturo Cruz. En un punto determinado, la propuesta de Cruz parece fusionarse con la estrategia de la “gran coalición” con los partidos tradicionales y las fuerzas del pasado. Si es así, los autoconvocados y todos los grupos y fuerzas que se metieron de lleno a la lucha democrática que se inició en abril del 2018, quedarían fuera de la jugada

Todo parece indicar que el discurso de Arturo Cruz es apenas la punta del iceberg de una negociación secreta entre los grandes grupos económicos y la dictadura orteguista, con el objetivo de establecer en las próximas elecciones un nuevo sistema bipartidista, entre el FSLN y el partido CxL.

Las próximas semanas y meses serán decisivos para la lucha democrática en Nicaragua. Un nuevo bipartidismo, más remozado, sería fatal para todos, porque en el corto plazo reiniciaría el ciclo de una nueva dictadura.

 

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