Por Aquiles Izaguirre.

Desde las primeras protestas estudiantiles en abril del año 2018, la lucha juvenil y popular ha tenido altos y bajos: de pequeños plantones, pasó a picos insurreccionales en todo el país, hasta la realización de marchas multitudinarias, no vistas en la historia reciente de Nicaragua. En todo este proceso, la vanguardia han sido los estudiantes universitarios. Desde las jornadas del 18 y 19 de abril, cuando la Policía Nacional violó la autonomía Universitaria, penetrando y disparando balas de plomo en la Universidad Nacional de Ingeniera (UNI), los recintos universitarios fueron tomados y desalojados, con la excepción de la heroica Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI).

Masacre y repliegue táctico a la UPOLI.

Después de la masacre del 19 y 20 de abril el panorama fue devastador, ya que las autoridades universitarias fieles al Orteguismo, temiendo la reacción de los estudiantes universitarios, decidieron bajar los ánimos caldeados, retrasando el ingreso a clases. El objetivo era claro: sofocar la rebelión, desmovilizando a los estudiantes. Al retrasar la reanudación de clases, las autoridades universitarias buscaban recuperar el control de la situación.

Pero la dispersión temporal de los estudiantes fue superada en la medida que la vanguardia estudiantil se refugió y se concentró en la UPOLI, que se había convertido en la principal trinchera de lucha y centro de la resistencia. Fue así que, sin tener una dirección centralizada, estudiantes de la UCA, UNA, UNAN, UNI, UdM, UCN, y otras universidades, instintivamente fueron a defender a quienes resistían en la UPOLI, los que a su vez fueron apoyados por los jóvenes proletarios de los barrios aledaños. Si la UPOLI no ha caído todavía, a pesar de las continuas embestidas represivas en horas de la madrugada, es porque se produjo ese fenómeno de concentración de la vanguardia estudiantil proveniente de todas las universidades, combinado con el apoyo de la población de las colonias adyacentes.

Retorno a clases y reinicio de la lucha estudiantil

Creyendo que se había disipado el descontento estudiantil, el gobierno ordenó regresar a clases el lunes 7 de mayo, orientando a los docentes mantener sentados a los estudiantes en sus aulas, no confrontarles sino distraerlos. Pero esta estrategia no sirvió de mucho. A primera hora se produjo una auténtica movilización estudiantil en la UNAN-Managua, donde los estudiantes, después de discutir en improvisadas reuniones, que tomaron la característica de asambleas democráticas, marcharon en contra de la dirigencia de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN).

Esta movilización independiente representa un hecho histórico. Desde el año 1969, cuando el Frente Estudiantil Revolucionario (FER), ligado al FSLN, tomó la conducción del Centro Estudiantil de la Universidad Nacional (CUUN), --organización estudiantil fundada en 1914-- el sandinismo ha mantenido el control total del movimiento estudiantil durante casi 50 años.

Fue a partir de julio de 1981, en pleno auge del FSLN bajo la revolución, que se realizó el octavo congreso del Movimiento Estudiantil Universitario, y la orden fue desaparecer al CUUN para constituir la UNEN. EL CUUN fue, en los duros años de la lucha contra Somoza, una organización estudiantil democrática, con corrientes en su seno. Pero la desaparición del CUUN no fue algo casual, representó la absorción total del movimiento estudiantil por parte del FSLN. Y desde 1981, el control fue total y cada vez más burocrático.

Por lo anteriormente expuesto, es que la movilización independiente del lunes 7 de mayo en el recinto de la UNAN-Managua representa un acontecimiento histórico. Incluso, el odio de los estudiantes es tan grande, que no se diferencia la organización estudiantil de la conducción burocrática. Las consignas eran: “Fuera UNEN”, “UNEN no me representa”.

Los estudiantes movilizados estaban indignados por los privilegios y corrupción de la dirigencia de UNEN, pero sobre todo por haber apoyado al gobierno de Ortega en momentos en que se llevaba a cabo una matanza de estudiantes desarmados. La movilización del 9 de mayo reagrupó a la vanguardia estudiantil dentro de la UNAN-Managua y rompió con el cerco que las autoridades querían imponer a las protestas estudiantiles. La toma del recinto fue inevitable, por el temor que la Policía Nacional y las fuerzas de choque de la cupula de UNEN, se apoderasen del recinto, debilitando con ello la lucha estudiantil a nivel nacional.

Las autoridades respondieron mandando a suspender clases de manera indefinida, para desmovilizar a los estudiantes en Managua, León, Carazo y otros departamentos

¡Abajo UNEN!

El repudio generalizado a la dirigencia de UNEN no es fortuito: por muchos años se han comportado como una casta corrupta lejos de las bases estudiantiles. La UNEN y sus eternos e inamovibles “dirigentes” se han aprovechado de la cuota del presupuesto universitario asignado a los estudiantes, recentándose salarios jugosos, asignándose vehículos, becas a sus allegados, repartiendo bonos de comida a su discreción, robando dinero del que no rinden cuenta a nadie, entre muchos actos de corrupción. La UNEN se ha cimentado en la desmovilización de los estudiantes. Por años los burócratas de UNEN no se preocuparon, porque los estudiantes estaban oprimidos. Fueron las jornadas de abril las que despertaron al gigante dormido.

Ahora es mucho más clara la necesidad de expulsar a estas burocracias estudiantiles corruptas de nuestras universidades. El justo rechazo a la burocracia de UNEN se transformó en un rechazo masivo a la organización llamada UNEN. Por ello se deben construir nuevas organizaciones desde la base estudiantil. De hecho, este fenómeno ya se está produciendo en la UNAN-Managua y en muchos otros recintos. No debemos derramar una sola lagrima por estas burocracias estudiantiles corruptas y las organizaciones que ellas mismas han destruido con sus acciones.

La toma debe ser masiva y activa

La principal tarea inmediata del movimiento estudiantil es la democratización de nuestros espacios. Aunque el recinto UNAN-Managua sigue tomado ( a pesar que las autoridades ordenaron primero la suspensión de clases y después solicitaron la devolución de los edificios), lo cual es un hecho importante, debemos valorar si conviene que el conjunto de los estudiantes continúen inactivos en sus casas, o si encaja mejor convocar a los estudiantes para reingresar al recinto masivamente, organizándonos en comités de defensa de 10 miembros cada uno, organizar asambleas estudiantiles por grupos, carreras o facultades, eligiendo dirigentes que cumplan este rol, crear comités de logística. Llamamos a elegir representantes por grupos para que los representen en las asambleas estudiantiles. Emplazar al resto de la comunidad universitaria (profesores, personal administrativa y trabajadores) que se pronuncien contra la violación de la autonomía y los ataques contra el movimiento estudiantil. Las autoridades deben respetar la decisión de los estudiantes. Los estudiantes debemos estar claros que nuestra lucha es justa, pero el éxito está en masificar la misma.

Esta lucha de los estudiantes por reivindicaciones propias está íntimamente ligada a la lucha contra el gobierno Ortega-Murillo. La democratización de las universidades es la misma lucha por la democratización de Nicaragua. Los estudiantes comenzaron la lucha, pero ahora toda la sociedad nicaragüense demanda un urgente cambio de gobierno.

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