Por Carlos Abarca Vásquez
Ará, el nombre original de Talamanca, nunca pudo ser conquistada por los españoles. No es casual entonces que sea la región donde sobrevive la principal población indígena del país, producto de una historia de resistencia. A raíz de la mortalidad y consecuente escasez de trabajadores en el Valle Central, los indígenas insumisos fueron hostigados desde principios del siglo XVII mediante la actividad misionera.
El proceso de reconquista por la vía de la evangelización inició en 1605 cuando Diego de Sojo y Peñaranda fundó Santiago de Talamanca. Pero la ciudad fue destruida en 1610 por la rebelión dirigida por el Usekól, nombre de los máximos jefes religiosos de los Bribris y Cabécares. En 1613 el cacique Coroneo, principal jefe político y militar - en lengua indígena- sublevó gran número de tribus del este de la provincia colonial. En 1620 los caciques de Talamanca, Juan Serraba, Francisco Kagrí, Diego Hebeno y Juan Ibquezara se autoinmolaron, como opción al sometimiento. En 1662 el Bru Kabsi tomó y destruyó la recién fundada ciudad de San Bartolomé de Duqueiba. Otros caciques se pusieron bajo el control de los misioneros porque buscaban protección contra los piratas ingleses y los zambos mosquitos.
En 1694 ingresaron a Talamanca los frailes franciscanos, Fray Pablo de Rebullida y Fray Antonio Andrade. Cinco años después, con ayuda militar del Gobernador Lorenzo Antonio de Granda y Balbín, decidieron trasladar las poblaciones del lado Caribe, a Boruca, en el Pacífico. En 1709, el cacique de Suinse, Pabru -jefe de las lapas- Presbri, castellanizado como Pablo Presbere, interceptó una carta de los frailes en la que se daba la orden de "[sacar] a la provincia de Boruca los [indios] que estuvieren cercanos a ella, y a Chirripó y Teotique los que pudieren salir por la misma razón [porque] sus tierras [son] malas para administrarlos..." Ante esa disposición, el 28 de septiembre de 1709 estalló la rebelión.
Unos 4000 indígenas atacaron San Juan, lugar donde se encontraba fray Antonio de Andrade. Cinco soldados murieron y el resto huyó a Cartago. Presbere, al mando de otros guerreros, dio muerte a fray Pablo de Rebudilla y a dos soldados que se encontraban en San Bartolomé de Urinama. El cacique cabécar, Pedro Comesala, al mando de otro grupo, se dirigida Chirripó donde dieron muerte a fray Antonio de Zamora, a dos soldados, y a la mujer y el hijo de uno de ellos. Fueron destruidas reducciones misionales de Cabécar, Urinama y Chirripó, e incendiadas las casas del convento, los cabildos y 14 capillas. Los rebeldes avanzaron hasta Tuis, a 50 km de Cartago y exhumaban los cuerpos de indígenas sepultados por los españoles para enterrarlos según sus propias tradiciones. En la sublevación participaron unos 10.000 indígenas.
La rebelión fue salvajemente reprimida. El Gobernador Granda y Balbín torturó a varios indígenas de Pacaca. Luego organizó una tropa de 200 soldados, no sólo para controlar la sublevación, sino también para adquirir prisioneros y usarlos como mano de obra para los encomenderos de Cartago. El líder indígena Presbere fue capturado en una emboscada. El Usekól Pedro Comesala y otros rebeldes lograron escapar. Las milicias ofrecieron la paz a cambio de la rendición de los rebeldes, pero estos prefirieron dar fuego a sus chozas y huir. Los españoles hicieron prisioneros a 700 indígenas.
Según testimonio del gobernador Diego de la Haya Fernández, expedido nueve años más tarde, solo 500 llegaron con vida a Cartago y fueron repartidos entre los oficiales, soldados y miembros de la élite. A Pablo Presbere y demás líderes los encarcelaron en el convento de La Soledad. Fue enjuiciado el 1o de junio de 1710 y la sentencia se cumplió el 4 de julio del año 1710, en la ciudad de Cartago.
La sentencia decía así: "...fallo que de condenar al dicho Pablo Presbere por lo que contra él está probado, sin embargo, negativa que tiene hecha en su confesión, que sea sacado del cuarto donde le tengo preso y puesto sobre una bestia de enjalma llevado por las calles públicas de esta ciudad con voz de pregonero que diga y declare su delito, y estramuros de ella, arrimado á un palo, vendado los ojos, ad módum deli sea arcabuzceado, atento a no haber en ella verdugo que sepa dar garrote; y luego que sea muerto le sea cortada la cabeza y puesta en alto que todos la vean en el dicho palo...".
El 19 de marzo de 1997 la Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica lo declaró DEFENSOR DE LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS, y un decreto ejecutivo declaró el 4 de julio como el Día de Presbere. El único colegio que llevaba su nombre, ubicado en Calle Blancos, Goicoechea, se cerró en 1987.