Por Arturo González
El 1 de diciembre de 1909 se puso fin a 17 años de gobierno liberal en Nicaragua, cuando se entregó la nota Knox al encargado de negocios de Nicaragua en Washington, Felipe Rodríguez Mayorga. La llamada nota Knox tendría una influencia nefasta en la historia de Nicaragua y Centroamérica; significaría más de 15 años de intervención imperialista que concluiría con la gesta antiimperialista del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional. Formalmente el documento de la administración de Teodoro Roosevelt “condena” la inestabilidad de las estructuras socio-políticas internas atribuidas a la gestión del presidente José Santos Zelaya y se le acusa de ser el principal responsable de la desestabilización diplomática y económica acaecida en Centroamérica en los años de su gobierno.
Sin embargo, el componente esencial del golpe de Estado al general Zelaya, esconde los intereses económicos del emergente imperialismo estadounidense, que distinguía en la figura del caudillo Nicaragüense un obstáculo para el completo dominio, geopolítico de Centroamérica. Gracias a los poderes atribuidos por el tratado de Washington de 1907, Estados Unidos se abrogó la potestad de ser juez en los conflictos políticos que definían las turbulentas relaciones de los países centroamericanos, fragmentados por desavenencias territoriales, partidarias, comerciales; e intervenir según sus conveniencias imperialistas.
La revolución liberal de Zelaya
Con la revolución liberal de 1893 Nicaragua rompió con la herencia cultural, jurídica y social legada por 30 años de conservadurismo tradicionalista, heredero de la influencia colonial. El país estaba en manos de los oligarcas que basaban su propia estabilidad económica en la explotación de ganado y cereales. Sin embargo el país centroamericano se encontraba en una situación socio – política convulsa, que evidenciaba el surgimiento de una nueva clase social que reclamaba la conquista “progresista” en las relaciones sociales, para afianzar su presencia en las estructuras políticas y consecuentemente conquistar el poder: la burguesía.
Estos eran los objetivos del Partido Liberal Nicaragüense, que obtenía apoyo de los dueños de las exportaciones de café de Sierra del Pacifico y de la Meseta Central, así como de otros sectores comerciales que se interesaban en formar parte de la vida política.
Básicamente, como en los procesos revolucionarios liberales – burgueses de los regímenes sociales del viejo mundo, el gobierno de Zelaya intentó plasmar las ideas políticas del liberalismo de su época, viéndose en una situación similar a la de sus homólogos europeos al luchar acérrimamente contra un viejo modelo que no se acoplaba a los modelos de industrialización imperantes. El desarrollo del liberalismo se cristalizó políticamente con la formación de la “Libérrima”, en 1893, constitución que direccionó a Nicaragua en los conceptos de “modernidad – progresista”, al crear instituciones que no existían, eliminando atavismos y rémoras que detenían el desarrollo y el progreso. Otorgó derechos a hombres, mujeres y trabajadores. Es decir, se establecieron libertades que representaban los intereses de la burguesía comercial exportadora.
Centroamérica bajo la estela divisoria de los intereses burgueses
Consolidado en el poder tanto a nivel político como militar, el general Zelaya hizo de Nicaragua el país más importante de Centroamérica, pendiente de la evolución del mercado extranjero y de la inyección de capital de inversionistas o negociantes estadounidenses. El autócrata liberal buscaba diversos elementos que hicieran la economía burguesa menos dependiente del coloso emergente norteamericano.
A finales del siglo XIX la burguesía criolla necesitaba consolidar una dictadura que le proporcionara fuerzas productivas capaces de consolidarse en los mercados interno y externo. Se habían logrado unir pequeños y medianos productores bajo la tutela de terratenientes y grandes comerciantes, que vieron la oportunidad de extender las ideas liberales por la región, lo que conformó la política exterior planteada por el régimen del general José Santos Zelaya: unificar bajo su égida a los países centroamericanos.
Desde que el liberalismo llegó al poder, Nicaragua se vio en pugnas con los países vecinos. En 1894 con honduras para destituir al presidente conservador Domingo Vázquez. El país catracho vio rápidamente el auge y caída del liberalismo en sus tierras. En el año 1898, el 27 de agosto fue avalada la constitución de los Estados Unidos de Centroamérica, pero el 13 de noviembre de ese año se truncó la posibilidad de ver confeccionada una federación, por obra del general salvadoreño Tomas Regalado. En 1905 se precipitó un conflicto con el gobierno de Guatemala precedido por Estrada Cabrera, el cual batallaba con Nicaragua por el dominio regional. Evidentemente las excusas que justificaban las tensiones bélicas y el deterioro de las relaciones diplomáticas, fueron producidas por las diferencias entre las eminentes figuras burgueses que luchaban por la supremacía del poder en el área. El único beneficiado de esta situación fue Estados Unidos, que supo sacar provecho de las diferencias partidarias entre los dirigentes de las sociedades centroamericanas, para dictaminar el camino que tomaría la zona.
Tratado de Washington y nota Knox
Representantes de las cinco repúblicas centroamericanas firmaron un tratado de paz en 1907 por invitación del gobierno de Estados Unidos, que necesitaba estabilidad en la región para poder aplicar sus propias políticas imperialistas. Sin embargo el documento firmado, en términos de paz, no aseguró nada. Las convulsiones seguían vigentes en Centroamérica: enfrentamientos entre fracciones políticas que podían llevar a conflictos militares, tensiones entre conservadores y liberales y dentro de las mismas fracciones liberales, levantamientos, presos políticos. Por otro lado, la política Zelayista de corte unionista entre los países centroamericanos. Pero el punto de inflexión fue la perspectiva de construir un canal interoceánico, aun cuando Nicaragua fue relegada del proyecto por el imperialismo norteamericano, junto a Alemania y Japón. Zelaya comenzó a incomodar a Estados Unidos, que ya tenía más presencia en la región, desde el inútil tratado de Washington y evaluaba tomar acciones directas. En 1907 el partido conservador encabezado por Emiliano Chamorro recibió ayuda económica y logística para derrocar el gobierno liberal instaurado en Nicaragua.
En 1909 seis cruceros norteamericanos patrullaron las costas nicaragüenses, bajo la tesis de, “pacificar la región y caldear los ánimos de los intereses divergentes entre los políticos”. Sin embargo la verdadera razón de su presencia era apoyar a los conservadores en Nicaragua, los cuales se identificaban como fieles serviles de los dictámenes de Estados Unidos. En medio de lo tenso de la situación fue encontrada la excusa necesaria para intervenir directamente en Nicaragua, cuando el presidente Zelaya ordenó el fusilamiento de un puñado de mercenarios estadounidenses, acción que fue interpretada como una provocación por Estados Unidos. Ese mismo año, el 1 de diciembre fue enviada la nota Knox, de parte de Philander Knox, en donde se acusa al general liberal de ser el máximo responsable de los conflictos en el istmo centroamericano, lo cual ponía fin, de forma ilegal, a su gobierno.
América para los “americanos”
Detrás de la nota hay un trasfondo evidente de intervención, ilegalidad e injerencia contra la soberanía del pueblo de Nicaragua. Reflejaba las intenciones de Estados Unidos de ocupar geoestratégicamente no solo Centroamérica, sino una gran parte del territorio latinoamericano, antes que lo hicieran otras potencias emergentes de carácter coloniales trasatlánticos, tales como: Alemania, Inglaterra, Japón y Francia, países que tuvieron contactos con el general Zelaya. El autócrata liberal no se sometió a los intereses de los Estados Unidos. Sin estas diferencias entre Zelaya y los USA, jamás hubieran tenido apoyo los rebeldes de Bluefields y del conservador Chamorro, ni se hubiera redactado la funesta nota Knox que permitió desplegar en Nicaragua y en el resto de Centroamérica, las directrices políticas de Estados Unidos. Militares norteamericanos ocuparon el país, fueron impuestos gobernantes serviles, el Gran Garrote era una realidad. América para los americanos, de la doctrina Monroe comenzó a aplicarse ejerciendo su verdadera naturaleza, América para los estadounidenses.
Pero el derrocamiento del General Zelaya no solo tiene sus cimientos en el apoyo imperial, sino en un fenómeno de desgaste y degeneración de la misma revolución liberal. El hito de la famosa libérrima se ve oscurecido por reformas constitucionales que el gobierno del general Zelaya realizó a principios del siglo XX. Estas reformas otorgaron supra poderes al general Zelaya y crearon condiciones para futuras represiones que el régimen haría en contra de la población. Fueron estas condiciones de represión y contrarrevolución ideológica las que crearon las bases internas en que luego se apoyaría el imperialismo para derrocar a Zelaya. Fue Nicaragua y la patria centroamericana las que pagaron la las consecuencias de la intervención directa de los marines norteamericanos. Pasados más de 100 años de la infame nota Knox, la tarea histórica es la misma, unificar la patria centroamericana y liberarnos de los modernos filibusteros.