Por Carlos M. Licona
El pueblo hondureño sigue en su vía crucis, mientras todos los países del mundo hacen lo máximo por vacunar a la población, en el nuestro, varios alcaldes le han gritado auxilio al presidente de El Salvador, y este, no pierde la oportunidad para congraciarse con los hondureños que hasta ya casi lo proclaman como el paladín morazánico, poco falta ya para que griten que lo quieren como presidente, de hecho, hay varias personas que ya lo gritan.
¿La cobardía o el reloj suizo de la oposición?
La ayuda de otro país no debe molestar por ningún motivo, de hecho, así como pregonamos la internacionalización de la lucha también es correcto exigir la internacionalización de la cooperación y la ayuda. Pero en nuestro país no es ese el problema, mendigar vacunas solo nos hace ver como mendigos, cuando en nuestro país, las riquezas se entregan a los extranjeros a precio de gallo muerto o se roban millonadas tras millonadas y nadie va preso, ese es el problema. Un pueblo que lleva 11 años soportando un régimen que está muy salpicado por la corrupción, el narco tráfico y, ademas, volvieron al país como uno de los más empobrecido en el mundo. Esos son suficientes motivos para encabezar una lucha movilizando al pueblo y que termine con la dictadura.
Tremendo papel el de los que se hacen llamar de oposición, al hechizar a la población con cantos de sirena en afán de encabezar intereses personalistas y no el anhelo del pueblo para refundar al país. No cabe la menor duda sobre quiénes fueron los ganadores en las internas del 14 de marzo, aun y cuando se hable mucho de “votación inflada”, sin embargo; un individuo ególatra se fue a recibir órdenes de Washington y traicionó al pueblo que le puso la espalda , un candidato liberal que perdió y que se niega a digerir la terrible paliza que le propinó un ex convicto del norte, un ex convicto que triunfó en su partido pero que no le es suficiente para resucitar un partido moribundo, esos son los tristes personajes que se niegan a realizar una alianza con el Partido LIBRE de no ser que ellos encabecen para la presidencia de la república. No son más que patrañas para obstruir un proceso en que el pueblo cifra sus esperanzas para derrotar a la dictadura, pero también, estos personajes siniestros, canalizan el malestar de la población hacia la arena electoral, a la cual se agregan individuos sin más que el mérito de hablar hasta por los codos, desviando de esa forma el deseo de luchar.
El mejor aliado del “juanorlandismo” una vez que se oficializó el resultado de las elecciones internas del 14 de marzo, son la oposición misma, pero tal y como lo hemos mencionado muchas veces; los que ponen cualquier excusa para no unirse y prefieren que el régimen siga otros 4 años en el poder, con lo que igualaría la era “cariísta”, son los que más sirven a la dictadura, algunos por oportunistas, otros por ingenuos, otros porque siguen siendo golpistas, otros porque son fieles a la política del imperio, en fin, pueden servir a cualquier demonio, menos al pueblo. En este momento de profunda crisis en el pueblo hondureño, tanto económicamente como abatido por la pandemia, se vuelve imperativo que en vez de mendigar se movilice a la población, lo inmediato debe ser derrotar la narco dictadura, luego una amplia alianza dirigida por el movimiento popular y el sector organizado, de tal forma que surja de las bases mismas las nuevas direcciones, quizás entonces, se logre refundar al país.
Son traidores, igual que siempre
Dicen que en un reloj suizo todas las piezas se mueven a la perfección para tener siempre la hora exacta, si los que se hacen llamar líderes de oposición son los primeros en obstaculizar un proceso de unidad, entonces no es que sean cobardes, es que desempeñan un papel perfecto como reloj suizo para impedir que el pueblo se manifieste en las calles exigiendo una Asamblea Nacional Constituyente una vez que se derrote al Partido Nacional y la ultraderecha hondureña, pero esto lo hacen porque cumplen con algún oscuro plan que se fraguó en secreto y en el que muchos incautos se niegan a ver. El gobierno salvadoreño no tiene la obligación de regalarnos vacunas, el pueblo hondureño no debería pedir vacunas, lo correcto es movilizar a la población para echarle expulsar a los narcos y que dejen de robarse el dinero. Si sufrimos un régimen que fue avalado por la comunidad internacional, pues ellos deberían enviarnos las vacunas.