Por Garmendia Miralba
En el presente ensayo me propongo brindar una vista panorámica al papel de los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) para explicar algunas de sus imbricaciones en la sociedad hondureña, fundamentalmente en las luchas sociales, políticas y el estrechamiento de sus márgenes de acción como efecto colateral de la pandemia.
Estudiantes en pandemia
Hace pocos días un estudiante de Universidad Nacional Autónoma de Honduras me comentó con tono amargo que «la educación universitaria online es una farsa». Argumentaba que, además de las dificultades habituales para adquirir los pocos conocimientos brindados durante las clases, no parece haberse aprovechado el tiempo y las oportunidades de la educación virtual. Por el contrario, la mediocridad habitual de los catedráticos parece exacerbada por una tecnología que parece venirles de otro planeta.
La realidad es que la UNAH no contemplaba la posibilidad de la educación en un entorno virtual de aprendizaje, ni el futuro inmediato, ni el muy, muy lejano. La educación online, fue tan inesperada como la pandemia por la Covid-19. De ahí que, ni los estudiantes, ni los catedráticos cuenten con las destrezas adecuadas para la formación online, es decir, que la institución debe de estar atenta y saber, por qué el estudiante no entra a su aula virtual, si le falla el Internet o si no tiene las condiciones mínimas. En Honduras sólo un 40% de la población utiliza el internet entre los estudiantes las frustraciones por problemas tecnológicos han incrementado el abandono de las clases en línea.
Muchos estudiantes universitarios se encuentran en condición de pobreza, por lo que, mientras vuelven a clases presenciales, han optado por trabajos informales, arguyendo que «las clases en línea son más fáciles» y no dedican tiempo suficiente para autoformarse (recordemos que la educación en línea implica trabajo en casa y no puede limitarse al tiempo en pantalla). A la frustración y la pobreza, se suma la incertidumbre por saber si la educación en el entorno virtual garantiza un futuro en el mercado laboral, de por sí bastante competitivo y abundante en exigencias. Un compañero expresó sentir que la máxima casa de estudios, Universidad Nacional Autónoma de Honduras, promovía una educación mediocre de manera deliberada.
Estudiantes de la UNAH y luchas sociales.
La UNAH no sólo ha cumplido con el deber fundamental del Estado de educar a la población más necesitada, en determinados momentos históricos su actuación ha determinado la solidaridad con causas sociales, indígenas y feministas. Asimismo, el movimiento estudiantil de la UNAH históricamente ha articulado distintas esferas sociales, liderando diferentes luchas, participando en marchas, plantones, exigiendo justicia a diferentes problemáticas, abusos del gobierno, que no solo afecta a los estudiantes sino a la población en general. Ejemplo de ello fue que, cuando se conoció el robo al Instituto Hondureño de Seguridad Social (2015), desde la Ciudad Universitaria y UNAH-Valle de Sula, se programaron todos los viernes, las salidas para la marcha de las antorchas. Esfuerzos que recogieron un clamor popular y marchas que tuvieron el apoyo y simpatía de la gran mayoría de la ciudadanía hondureña.
En el 2016, mientras avanzaba vertiginosamente el proceso de privatización de la universidad, debido a la cuarta reforma universitaria que pretendía excluir a los estudiantes de cualquier toma de decisión de la Universidad y vedar su acceso a través de los altos cobros de matrícula, biblioteca, laboratorios y cualquier servicio que prestara esta institución. La oposición estudiantil fue crucial a estas medidas injustas, la universidad se convirtió en una trinchera a lo largo de casi todo el año 2016, a través de lo cual se logró un "dialogo" entre estudiantes y autoridades. Este mismo año emergieron distintos colectivos estudiantiles que se articularon y, la mayor parte del tiempo, funcionaron como un frente común, lo cual hermanó a estudiantes de distintos extractos sociales y las más variopintas carreras que se imparten en la UNAH.
Actualmente, en el contexto de la emergencia sanitaria por Covid-19, las élites políticas, ligadas a juicios por corrupción, han aprovechado el abandono de las instalaciones para avanzar en el proceso de privatización. El exrector y diputado por el Partido Nacional, Oswaldo Ramos Soto, expresó que: «La UNAH no puede seguir siendo el Estado en materia de educación superior». Estas declaraciones ponen en alerta a toda la población estudiantil, pues, se encuentra entre la espada y la pared, entre hacer lo correcto como ir a defender la Autonomía Universitaria o quedarse en casa para evitar contagiarse.
Las elecciones 2021 y estudiantes.
Después de los 8 años de dictadura del narco gobierno de Juan Orlando Hernández y su pésima administración, muchos medios de comunicación han llamado al voto consciente para elegir las nuevas autoridades. Las más idóneas o "la menos peor", ya que varios candidatos presidenciales de partidos tradicionales, tienen requerimientos fiscales por corrupción, tal es el ejemplo del presidente del poder legislativo Mauricio Oliva Herrera y el actual alcalde de la capital Nasry Asfura Zablah, ambos del Partido Nacional y otros ya han enfrentado la Justicia Norteamericana por lavado de dinero del tráfico de drogas, como Yani Rosethal Hidalgo del partido Liberal y se teme que personas como estas ganen las elecciones.
Lamentablemente sino existen reformas electorales, Honduras está destinada a los juegos del clientelismo político y peor aún, al robo de las elecciones como el 2013 y 2017. Y, que otra vez, se viva un ambiente de incertidumbre y descontento por parte de la población, viéndose reflejado en las constantes protestas después de elecciones, en donde participan los estudiantes como agentes activos del descontento social, debido a los mismos vicios históricos de la clase política de Honduras y principalmente del partido Nacional, determinando que no exista un sistema electoral transparente.
¿Es pedir imposibles? Pareciera que exigir una sanidad y protocolos de seguridad en la UNAH es una utopía fuera de alcance, pero ¿cómo es posible que centros comerciales sí tengan un protocolo de seguridad y la máxima Casa de Estudio no presente una propuesta para regresar a clases presenciales?, ¿no es descabellado que mientras aumentan las muertes diarias de coronavirus al mismo tiempo notemos enormes gastos en campañas políticas, fiestas privadas?, ¿existe una coherencia en las prioridades de este país o, cómo piensan los compas de la UNAH, será que el gobierno no tiene interés que las personas estudien?
Como estudiante puedo constatar que para que los estudiantes generen un comportamiento colectivo se requiere la construcción de un sentimiento de identidad y pertenencia, propio de un movimiento social y las especificidades del conglomerado. Las estrategias para inmovilizar el movimiento estudiantil han pasado por bloqueo institucional, las restricciones por Covid-19, son peligrosamente parecidas a estás estrategias desmovilizadoras. Por lo que es necesario que los catedráticos adquieran lo más pronto la vacuna contra la Covid-19 y se retornen las clases presenciales lo antes posible, después de un año de clases en línea es un deber del gobierno, adquirir, suministrar ese medicamento a los trabajadores y estudiantes.