Por Lic. Josué Sevilla  

Desde hace mucho, la izquierda hondureña sufre de una perdida sincrónica de su memoria histórica. Me resulta difícil escribir estas líneas cuando observo el silencio, no solo dentro del movimiento social –quienes tendrían que ser pioneros– sino de los departamentos ligados a las ciencias sociales dentro de la UNAH, y UPNFM. Muchos colegas que desenvuelven en dichos espacios, las modas de la posmodernidad los alejaron de las tradiciones críticas alrededor del marxismo, que en su momento profesaron.

Voy escribiendo en un tono airado, pero sin perder mis puntos de vista en pensar el legado del gran filósofo Federico Engels, el inseparable amigo de Marx y llegada del marxismo a Honduras, en la década de 1920.

El sentido antropológico de Engels y la clase obrera

La sociedad decimonónica europea empezó un proceso de expansión del modo de producción capitalista. La clase obrera padeció los avatares de la explotación burguesa. En consonancia, el pensamiento de izquierda fue incubando su propia propuesta, alrededor del socialismo utópico francés, el owenismo y el pensamiento de las juventudes hegelianas. Este proceso culmino con el surgimiento del socialismo científico de Engels y Marx.

Engels, quien devino de una familia acomodada, conoció los sufrimientos en el corazón de la revolución industrial, que a base de largas jornadas de trabajo, generaba la acumulación de capital, a los industriales ingleses. Fue así, que surgió su trabajo “La situación de la clase obrera en Inglaterra” en 1845, producto de la convivencia etnográfica, con el proletariado inglés (Engels, 2019). Para algunos especialistas, este fue un trabajo pionero, antropológico, y algo innovador en aquellos años. En lo que va de la pandemia del Covid 19, he escuchado conferencias, en donde se ha manifestado que fue Engels, el que descubrió el papel de la clase obrera, y no Marx, producto de este icónico trabajo (Gt-Clacso, 2020).

Sus aportes al marxismo y la discusión epistemológica

Injustamente Engels, asumió un papel de segundo en la construcción del marxismo. En el sepelio de Marx (1883), le atribuyo el haber descubierto “las leyes que rigen la historia humana”, en un plano similar al descubrimiento de Charles Darwin, con las leyes de la evolución (Engels F. , 2020). Sin embargo, sus aportes al marxismo son variados, no solo como editor de los trabajos de Marx. Los estudios actuales apuntan en que fue Engels, fue el que condujo a Marx, al estudio de la economía política inglesa, una de las tres fuentes del marxismo según Lenin (Lenin, 1961). Los aportes a la teoría del estado desde marxismo fueron esquematizados  por Engels, expuesto en “El origen de la Familia, la propiedad privada, y el estado”, según la autora mexicana Ana Miranda. Se nos dice en manuales de la ortodoxia del siglo XX, del papel de Engels, como principal difusor de los trabajos inconclusos de Marx, más no de su papel como teórico independiente (Roberts, 2020), y como binomio de Marx.

El marxismo en Honduras en la década de 1920

Las primeras discusiones sobre el pensamiento de izquierda se iniciaron en la década de 1910, según Víctor Meza (Meza, 1980). No obstante, fue en la década de 1920 que Felipe Armando Amaya, empezó una labor de crear las primeras células marxistas, en que en las calles soñolientas de Tegucigalpa, Honduras. Felipe Amaya, luego de ligarse con el movimiento socialista en EUA, llego convencido de promover dichas ideas en Honduras (Villars, 1991). De a poco fue creciendo la primera generación de comunistas hondureños que dieron vida al primer Partido Comunista de Honduras (PCH) en 1928 (Villars, 2010). Las ideas de Engels y Marx, tomaron forma en un país, con una fuerte tradición liberal. Empero, el imperio del liberalismo fue socavado, frente a un diminuto y combativo PCH, que comenzó a ser molesto al denunciar a los grupos dominantes, las compañías bananeras, a proponer sindicatos en las extrañas de la prisión verde hondureña, al dividir el modelo mutualista de organización artesanal por el clasista y sindical, al manejar periódicos revolucionarios, y proponer un código laboral (Sevilla, 2019). No puedo extenderme, pero los esfuerzos de la primera generación de comunistas en la década de 1920, sobrepasa este trabajo. Lo cierto es que los hermanos Felipe Amaya y Graciela García, iniciaron las células marxistas en Tegucigalpa, inicios de esta década con éxito que tendrá sus frutos, años más tarde.

Una izquierda sin memoria histórica

Ninguna discusión se generó alrededor de la figura de Engels hoy 28 de noviembre del 2020. No hubo reacción, de la disque academia hondureña (atestada por las visiones del giro cultural menos combativo), peor aún, por los inmaculados izquierdistas hondureños (aglutinados en Libertad y Refundación- LIBRE). Tampoco hizo bulla, la élite intelectual izquierdista, quienes desde sus escritorios arman revoluciones, promueven barricadas, y llaman con mensajes incendiarios a un pueblo hondureño desesperado por un cambio sustancial, después de la tragedia del Covid 19, los huracanes ETA, IOTA y el peor de todos, el huracán JOH y su caterva cachureca.

He querido hacer un llamado de atención al conmemorar el bicentenario de Federico Engels y la recesión del marxismo en Honduras, la cual empezó en 1920. ¿Dónde están los incansables y combativos Manuel Calíx Herrera, o Juan Pablo Wainwright? Quizás nos gritan desesperadamente que hace un siglo ellos levantaron las banderas de la revolución en esta malograda patria.  La izquierda hondureña debe de aprehender su pasado, y no olvidar que hace un siglo, muchos militantes dejaron sus hazañas, para que nosotros pensemos en algo mejor de lo que tenemos. Que mejor, que empezar reconociendo nuestra propia tradición. De esta manera, señalaremos al izquierdista de ONG, al izquierdista de maletín, al izquierdista de redes sociales y el izquierdista narcisista.

Indiscutiblemente, hace falta de verdaderos intelectuales, y agitadores sociales de la talla Federico Engels, y aquella generación soñadora de comunistas hondureños que empezó este sueño hace ya un siglo.

    

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