Por Horacio Villegas

El tema álgido de la migración multitudinaria de nuestros hermanos hondureños hacia Estados Unidos, es producto de varios factores: sociales como la violencia y represión, generada por los gobiernos bipartidistas con mayor intensidad desde el golpe de Estado del 2009; y entre otras más, resalta el colapso de todas las instituciones del Estado por efecto directo de la corrupción, provocada por las malas administraciones partidarias.

Todo esto se traduce en cifras pasmosas de desigualdad social y marginalidad extrema (muestra de ello son los datos de la UNICEF, quienes estiman en un informe reciente que el 77% de los niños en Honduras vive en hogares pobres); lo anterior da por atrayentes, los suficientes motivos para que nuestra población inicie el trajín de una caravana desde sus distintos departamentos, a sabiendas del peligro y el cansancio, que se encuentran rumbo al norte.

Según una nota periodística de un diario oficial, en donde se muestran datos del servicio de Migración y Aduanas (CBP) de Estados Unidos, en Honduras han aumentado a un 223% las cifras de migrantes desde el mes de octubre de 2017 hasta abril de 2018. “Ese porcentaje significa que 50,924 migrantes llegaron a la frontera, en comparación con los 15,766 de 2017.” (La Prensa, 9 de mayo de 2018).

Recientemente el Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo en Honduras (Fosdeh) publicó una “representación presupuestaria” en donde el presupuesto asignado a Seguridad y Defensa, que sumados alcanzan los 5.98%, supera al presupuesto concedido a Salud que es de 5.94%. En esta tabla elaborada por Fosdeh aparece el presupuesto destinado a la Deuda Pública de la Administración Central, que supera a todas las cifras. ¿Qué significa esto? Que los intereses de los nacionalistas enquistados en el gobierno, no van por el camino de la inversión en el sector salud y educación; la expresión de la ministra de Finanzas Rocío Tábora en un medio televisivo lo confirma: “La calidad de la educación no es lo que necesitamos”.

Las caravanas de migrantes siguen procediendo desde varios lugares del norte, centro y sur del país. El miércoles se anunció la caravana desde el departamento de Choluteca, y el jueves desde el departamento de Atlántida. Al parecer los movimientos migratorios que inician desde distintos puntos del país son auto-organizados y responden al desastre social y económico orquestado por el gobierno de los cachurecos.

El pasado jueves 18 de octubre, se anunció la llegada de varios grupos de hondureños a la frontera de Guatemala con México. Mientras tanto Manuel López Obrador ha manifestado en sus discursos que ofrecerá a los migrantes, a través de visas otorgadas hasta asumir su cargo el 1 de diciembre, el apoyo necesario materializado en oportunidades de empleos que estipula su programa económico. AMLO que se ha caracterizado por tener un temperamento aquietado, que busca antes la negociación que el señalamiento, pretende mejorar las relaciones con Trump tocando el tema de los migrantes mexicanos en USA, a cambio del alivio migratorio centroamericano que se encuentra en la frontera de México.

Luego de un sepulcral silencio, el gobierno saca portavoces a declarar falsedades sobre los migrantes

La crisis migratoria alertó de tal manera al gobierno, que dejó en estado expectante a todos los burócratas que engordan las instituciones y programas sociales de los nacionalistas. A Juan Orlando se le invitó a dar declaraciones en vivo en espacios como CNN, y otros medios nacionales, y a pesar de estas invitaciones que lo instaron a dar explicaciones sobre el fenómeno que consolida su fracaso, el dictador se llamó al silencio. Apenas hizo alusión al tema días atrás, pero evadiendo las explicaciones centrales con balbuceos generalísimos que destacan los ficcionales logros de su gobierno, como es de costumbre.

Los nacionalistas siguen sosteniendo una risible explicación de la crisis migratoria: que la oposición es culpable, y que ha financiado a estos grupos que irrumpen organizados desde varios departamentos del país. Las estrategias de los nacionalistas, quienes tienen encima la observación internacional, se han resumido en mandar, a través de cancillería, a su portavoz Nelly Jerez, quien en Guatemala les anunció a los migrantes las ayudas necesarias para regresar a Honduras, mas no les prometió nada al respecto de su situación de pobreza.

Por su parte Fernando Anduray, un nacionalista recalcitrante y defensor del régimen, sostiene que los móviles de la migración son “deseos” de ir a Estados Unidos, como si se tratase de una tierna salida turística. La misma retórica de engaño sale de la boca de María Dolores Agüero, quien afirma que:

“…detrás de la caravana hay una organización política… la caravana ha sido organizada y promovida a través de un movimiento político-ideológico, que tiene relación con intereses radicales y crimen organizado, que ha buscado desestabilizar políticamente al país…” (Declaración oficial del gobierno, dada el 18 de octubre de 2018).

El gobierno trata de dirigir la atención de la crisis en las figuras de periodistas de la oposición, que acompañaron esta caravana desde sus inicios. Bartolo Fuentes ha sido señalado por los funcionarios nacionalistas como el incitador de dicha caravana. Lo que no corresponde a la realidad ya que los hondureños abandonan el país por motivos reales como el hambre, la miseria y la violencia, que cotidianamente les llega principalmente desde el gobierno y el crimen organizado.

Recuperar nuestra tradición antiimperialista

El siglo XX latinoamericano vio surgir una mayoría de países desafectos de la hegemonía de Estados Unidos, y que se plantearon combatir la usurpación e intervencionismo que este país del norte imponía sobre nuestros países. Varios latinoamericanos como el cubano José Martí, arremeterían valientemente hacia ese país del norte, que fue engendrado en el peor de los egoísmos y aspiraciones de dominación de sus naciones vecinas. Martí escribiría a finales del siglo XIX algo muy revelador y vigente aún, en su ensayo “La verdad sobre los Estados Unidos”:

“Pero no augura, sino certifica, el que observa cómo en los Estados Unidos, en vez de apretarse las causas de unión, se aflojan; en vez de resolverse los problemas de la humanidad, se reproducen… en vez de robustecerse la democracia y salvarse del odio y miseria de las monarquías, se corrompe y aminora la democracia, y renacen, amenazantes, el odio y la miseria.”[1]

A Estados Unidos le correspondería en su enorme ambición capitalista, la creación de mecanismos como “tratados”, “acuerdos” y otras políticas que se traducían en la ley del garrote. Los historiadores suponen que así nacieron las “repúblicas bananeras”, denominadas así “…para referirse a ciertos pequeños estados centroamericanos y del Caribe”[2] –dirá el historiador Carlos Rama. Las compañías bananeras significaron el incremento del capital norteamericano en desmedro de la débil economía local de los países centroamericanos. El también historiador Arturo Taracena sostiene que:

“A partir de 1900 el capital norteamericano inició su expansión vertiginosa por Centroamérica, sobre todo en Guatemala, Honduras y Costa Rica. Las inversiones directas de Estados Unidos en el istmo pasaron de 11.500.00o de dólares en 1897 hasta 76.900.000 de dólares en la víspera de la Primera Guerra Mundial.”[3]

En la primera mitad del siglo XX, Sandino se opondría ferozmente a la ocupación norteamericana en Nicaragua. Y en nuestro país surgirían de esta forma nuevos espacios de denuncia del avance norteamericano en nuestro territorio; producto de ese tiempo tan agitado es la creación del Boletín de la Defensa Nacional en 1924 y la Revista Ariel de 1925, en donde uno de sus principales creadores, el liberal Froylán Turcios, expresa su indignación y repudio hacia el intervencionismo gringo: “El imperialismo del Norte es un pulpo formidable, cuyos gigantescos tentáculos se alargan siniestramente sobre todos los países débiles.”[4]

Los distintos episodios que configuran nuestra historia reciente, demuestran el avance intervencionista que ha tenido Estados Unidos en Honduras: basta con mencionar la participación que tuvo la embajada de los Estados Unidos en el golpe de Estado de 2009, y hace algunos meses atrás, el reconocimiento explícito que hicieron del fraude electoral de noviembre de 2017.

Y ahora el cinismo gubernamental de este país logra mayores matices al acontecer la crisis migratoria. Tanto Trump, como Pence y Fulton, vertieron una serie de declaraciones que patinan sobre un piso lleno de mentiras, y que reafirman tal como salido de un viejo calco, las viejas doctrinas que les ungieron “imaginariamente” de la potestad de decidir por otros países (El Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe por ejemplo). Trump escribe en su Twitter el 16 de octubre lo siguiente:

“Estados Unidos informó con firmeza al presidente de Honduras que si la gran caravana de personas que se dirigen a Estados Unidos no es frenada y llevada de vuelta a Honduras, no habrá más dinero ni ayuda para Honduras, con efecto inmediato” (Prensa Libre, 20 de octubre de 2018).

Mark Pence el vicepresidente de Estados Unidos escribió también en su cuenta de Twitter lo que sigue:

“Hablé con el presidente Hernández de Honduras sobre la caravana de migrantes que se dirige hacia Estados Unidos. Le transmití un mensaje fuerte de @POTUS (el presidente estadounidense, Donald Trump): No habrá más ayuda si la caravana no se detiene. Le dije que Estados Unidos no tolerará esta flagrante falta de consideración hacia nuestra frontera y nuestra soberanía” (Prensa Libre, 20 de octubre de 2018).

Y finalmente la encargada de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en Honduras, Heide Fulton, declaró en un sonado video lo siguiente:

“Si está pensando en emprender el peligro viaje, no lo haga. Los Estados Unidos es un país de leyes y vamos a aplicarlas. No se empobrezca en un viaje destinado a fracasar. No vale la pena arriesgar su vida y la de sus familiares… Creemos en el futuro del pueblo hondureño. Tu futuro. Tu norte, está aquí” (Declaración de Heide Fulton, 17 de octubre de 2018).

El gobierno de los nacionalistas apenas dio leves réplicas sobre estas declaraciones, anteponiendo la urgencia de Trump en detener la irrupción de más de 5 mil personas a Estados Unidos. Ayer viernes, al llegar la caravana de migrantes a la frontera con México, los hondureños agrupados en esta frontera vieron cómo se acordonaba una fila extensa de militares mexicanos impidiéndoles el paso hacia este país.

Mientras tanto fueron convocadas por las redes sociales las movilizaciones en Tegucigalpa, El Paraíso, Choloma, y Catacamas para el viernes 19 de octubre. El final de la movilización en Tegucigalpa fue llegar hasta la embajada de Estados Unidos, en donde con sublime fervor contestatario se prendió en llamas la sucia bandera de las franjas y estrellas.

La defensa de la soberanía gringa que Mark Pence menciona, los reclamos de Trump en hacer desistir a los hondureños que quieren llegar a su nación capitalista, y las advertencias de Fulton en considerar el final de esta caravana como un rotundo fracaso, serán derruidos pasajes que los pueblos centroamericanos y latinoamericanos solo podrán consagrar, cediéndole paso a la organización que justamente reclame el antiimperialismo y la revolución socialista.

Bibliografía

Arturo Taracena Arriola, “Liberalismo y poder político en Centroamérica (1870-1929)”, en Edelberto Torres Rivas Coord., Historia General de Centroamérica tomo IV. Las Repúblicas agroexportadoras (1870-1945), España: Ediciones Siruela, S. A., 1993.

Carlos R. Rama, Historia de América Latina, Barcelona: Editorial Bruguera, 1978.

José Martí, Páginas Escogidas, La Habana: Ediciones Políticas, Instituto del Libro, 1968.

Revista Ariel, marzo de 1973. No. 254., año XIII., 10. Reproducción de los artículos del Boletín de la Defensa Nacional.

[1] José Martí, Páginas Escogidas, (La Habana: Ediciones Políticas, Instituto del Libro, 1968), 397.

[2] Carlos R. Rama, Historia de América Latina, (Barcelona: Editorial Bruguera, 1978), 149.

[3] Taracena Arriola, “Liberalismo y poder político en Centroamérica (1870-1929)”, en Edelberto Torres Rivas Coord., Historia General de Centroamérica tomo IV. Las Repúblicas agroexportadoras (1870-1945), (España: Ediciones Siruela, S. A., 1993), 175.

[4] Revista Ariel, marzo de 1973. No. 254., año XIII., 10. Reproducción de los artículos del Boletín de la Defensa Nacional.

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