Por: Colectivo Murciélago, una Pedagogía del Disparate
Desde el Colectivo Murciélago decimos, que la construcción de la palabra es concebida como una de las prácticas políticas idóneas cuando se vive en contextos de desventaja para muchos y privilegios para pocos. En tal sentido dar significado a la palabra es darnos nombres a los sujetos, es asumir un rol político en los contextos que nos relacionamos, con ello vencemos el paralelismo entre individuo y comunidad, desarrollo y democracia, pasando de ser objetos a sujetos con la capacidad de construir y asumir roles emancipadores en pro de un desarrollo que todas y todos entendamos.
En el caso particular, el escrito tiene como objetivo incentivar al debate y reflexión que nos lleve a una práctica transformadora y va dirigido a la comunidad universitaria principalmente al estudiantado, siendo tesis central “la
sin estudiantes deja de ser universidad”, por lo tanto, si en reiteradas ocasiones hemos dicho o escuchado tal aseveración en espacios educativos, pues hay que pensarnos y decir que la actual universidad se debe a nuestro rol político u académico dentro de la misma, siendo un contraste muy fuerte, porque decir “la universidad sin estudiantes deja de ser universidad” no es un verso de poesía romántica que nos eleva a la abstracción, aunque si decimos que en la universidad actual existe “crisis”, pues quizá aún lo estemos diciendo como un verso de poesía romántica.
Ahora bien, vamos a pensar que lo de la “crisis universitaria” es una realidad, es un hecho concreto (así lo es), lo que indica que la comunidad estudiantil se ha enfrentado a ciertos choques culturales y contradicciones entre discurso y acción, y si así lo fuese, entonces surge la siguiente pregunta ¿Qué espacios se han y debemos construir y que espacios se han y debemos politizar?; con lo primero decimos que el tema de la organización estudiantil es un hecho fundamental, la organización desde las asociaciones de carrera ha sido el camino priorizado por el movimiento estudiantil para la construcción de la palabra, de un lenguaje que encierra la necesidad de las mayorías en exigencia de garantía del derecho a la educación.
Pensando un poco sobre las “asociaciones de carrera” como la base para la organización de facultades, consejo universitario y otros órganos en tanto institucionales nos preguntamos sobre la naturaleza de dichas unidades organizativas, para decir que ha premiado la legalidad como ser: En la Ley Orgánica: ARTÍCULO 44 y ARTÍCULO 45; En el Reglamento General de la Ley Orgánica de la UNAH, ARTÍCULO 98, ARTÍCULO 124; En el Reglamento de Juntas Directivas y de las Facultades, Centros Universitarios y Centros Regionales Universitarios, ARTÍCULO 10, ARTÍCULO 30, ARTÍCULO 31, ARTÍCULO 43, En el CAPÍTULO XVIII, DE LOS ESTUDIANTES, ARTÍCULO 63; En el Reglamento de Departamentos y Carreras de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, ARTÍCULO 66, ARTÍCULO 68; En el Reglamento de los Estudiantes, Universidad Nacional Autónoma de Honduras, ARTÍCULO 3, ARTÍCULO 7, en donde se mencionan las posibilidades del estudiantado organizado en poder incidir en la toma de decisiones sobre la universidad, no negando los hechos, en donde las autoridades han subestimado al estudiante, reformando a comodidad artículos en lo particular sobre la ley orgánica atentando contra el papel toral del estudiante dentro de la institución.
Con lo anterior ha quedado evidenciado hasta esta fecha de finales de septiembre que la comunidad estudiantil está cumpliendo con la tarea política de organización dentro de la UNAH, con la mayoría de carreras organizadas y otras en procesos encaminados. Sabiendo que no han sido procesos fáciles, se reconoce el contexto universitario actual, donde existen demasiados juegos políticos absurdos de parte de las estructuras que han hecho a su gusto la gestión de la universidad, pero que en los últimos tiempos tales prácticas absurdas de imposición de lenguaje y normativas se han visto visibilizadas y denunciadas por la comunidad estudiantil organizada. Justo ese reconocimiento de contra quien se lucha y por qué se lucha nos obliga a no subestimarlo, por lo que exige seguir en el debate sobre “la universidad sin estudiantes deja de ser universidad” y de esa forma asumir responsabilidades políticas y académicas como estudiantes críticos y reflexivos que hagan florecer otros procesos fuera de la legalidad.
Con ello podemos referirnos como propuestas (de las cuales ya existen en parte pero no está de más mencionarlas) a la configuración de organizaciones estudiantiles de carrera, ejemplo: OEO: organización de estudiantes de Odontología, como una fuerza independiente a la asociación, cumpliendo con el objetivo fundamental de promover metodológicamente la organización estudiantil mediante asociaciones de carrera y de esa forma no caigan las asociaciones como órgano legal y legítimo en la institución, otra de las posibilidades podría ser la construcción de un campo simbólico universitario desde las visiones estudiantiles, justo como se realizó durante el tiempo de toma de la universidad, la puesta en práctica de las imaginaciones mediante el arte y la cultura, cuadros de danza, música, teatro, pintura, etc.; consignando el sentir del estudiantado, espacio simbólica para la denuncia, construcción de conciencia crítica e identidad; otra de las posibilidades es replantear el curso de vida universitaria institucional, replantearlo desde otros espacios con contenidos y debates distintos a lo que la institucionalidad ha propuesto (está bien saber cuándo fue fundada la universidad, pero es una exigencia problematizar y entender esa historia), un curso de vida universitaria donde se hable de oratoria, discurso, multiculturalidad, interculturalidad, discapacidad física, pueblos indígenas y garífunas, etc; con ello generamos resistencias, siendo formas distintas de aprendernos cuando se habla de una universidad en crisis, donde el aula de clase es síntesis de automatización en la cual se ha privado al estudiante de hablar sobre su cotidiano. Entre otras prácticas de resistencia que se pueden construir desde la colectivización de necesidades, cosmovisiones, capacidades, etc.
Bien, dando mayor significado a la segunda parte de la pregunta ¿Qué espacios se han y debemos politizar?, es la alusión a que dentro de la universidad ya existen espacios establecidos, pero no ahogaremos en otros que no sea el salón de clases, la famosa aula de clase, el famoso espacio “aula 115 del F1” como ejemplo. Lugar donde se sintetiza el currículo, modelo educativo, normas académicas, etc., un lugar que exige protagonismo y responsabilidad política y académica, con ello regresamos a la tesis central del escrito “la universidad sin estudiantes deja de ser universidad”; ahora bien, planteémonos desde la pedagogía del conflicto, del disparate, del absurdo algunas preguntas ¿si la universidad está en crisis, que está pasando en el aula de clase, cual es la relación con la crisis? ¿Qué concierne cuando decimos que los estudiantes dentro de la universidad somos representación comunitaria, que por lo tanto cargamos con cierto capital cultural, con responsabilidades políticas, sociales, jurídicas, familiares, comunitarias, etc?.
Quizá podemos decir que este apartado es donde lo fundamental es traer todo el tema de organización estudiantil y en principal el reconocimiento como sujetos críticos, con posibilidades de hablar y dar a conocer nuestra palabra, desde un lenguaje que encierra inquietudes, virtudes, sobre todo experiencias: convertir el salón de clases en un espacio para la asunción de la cultura de la denuncia y de la propuesta, como ejemplo, si cursamos la clase de sociología general, debemos problematizar el espacio (es una exigencia política en un contexto de desigualdad como el nuestro); debemos contrastar modelo educativo con preguntas sencillas ¿Por qué estamos 70 estudiantes en un solo espacio físico, cuando el modelo educativo habla de constructivismo? ¿Por qué me piden comprar el libro cuando debería existir una biblioteca libre? ¿Por qué no puedo hablar del asesinato violento que se dio en mi barrio, por qué no podemos aprovechar el espacio para investigar esos fenómenos?, con ello ponemos en tela de juicio para el debate temas como desarrollo, calidad educativa, currículo, democracia y en si la razón de ser de la universidad y el sentido de lo que es universidad, estableciendo una relación directa con la sociedad. Entonces es por medio de estas propuestas que le damos el verdadero sentido a las palabras “la universidad sin estudiantes deja de ser universidad”.