Por Sebastián Ernesto González
Sin duda alguna, el año 2015 ha sido el más productivo para la lucha popular, con un movimiento de los indignados que ha pasado por diversas etapas. Se programaron 4 paros nacionales, los que se realizaron en las fechas 17 de julio, 26 de agosto, 1 de octubre y el del 4 de noviembre.
El movimiento de los indignados inició a finales del mes de abril, teniendo como detonante el saqueo multimillonario en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) por el gobierno del Partido Nacional bajo la dirección consecutiva de Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández.
Este movimiento fue en ascenso, pero principalmente compuesto por estratos de clase media en sus inicios, en su mayoría cotizantes al IHSS, sea como pequeños empresarios o bien como afiliados.
La misma composición social de los participantes en el movimiento de los indignados le facilitó al gobierno de Juan Orlando salir avante ante la gran cantidad de personas que se movilizaron a nivel nacional condenado el latrocinio al IHSS, siendo JOH el mayor responsable de dicho saqueo. Inicialmente, el alto grado de corrupción de los dos últimos gobiernos del Partido Nacional, apoyados por su eterno cómplice de fechorías, el Partido Liberal, crearon en el imaginario de las masas la consigna de “fuera JOH”, creyendo incluso, en algunos momentos de la lucha que esto era factible; sin embargo, los que se adueñaron del movimiento rápidamente sustituyeron esta consigna por “queremos la CICIH”, organismo de injerencia imperialista como nueva política Estadounidense para combatir la corrupción en estos países, principalmente los del Plan Alianza Para la Prosperidad (Guatemala, Honduras y El Salvador).
Seguidamente, otras frases fueron acuñadas en el discurso de los participantes, como: “no rayen las paredes”, “no digan malas palabras”, “no queremos políticos con nosotros”. Estas fueron, entre muchas otras, las que muy sutilmente empezaron a socavar el gran movimiento que venía en ascenso, el mayor desde el golpe de Estado.
Otra gran característica del movimiento, fue la fuerte diferenciación que desde el inicio los medios de comunicación al servicio de JOH, se preocuparon en resaltar: El Movimiento de los Indignados es uno y el FNRP es otro, los indignados son pacíficos y los de la resistencia son violentos, cosas así por el estilo. Al final nos hemos dado cuenta que el auge del movimiento de los indignados ha sido efímero, las multitudinarias movilizaciones de los meses de mayo, junio y julio dejaron de venir en auge, y por el contrario, comenzaron a disminuir sustancialmente.
De una forma muy acertada, el FNRP se puso al frente y las ha mantenido hasta ahora, pero ya no podemos decir que tienen la misma fuerza que se alcanzó en su mayor momento.
Sin duda alguna que los mayores referentes de paros nacionales que tenemos en Honduras en los últimos 15 años, son los del 2003, 2004 (en la gran lucha del magisterio), 2006 y la heroica lucha de la resistencia en contra del golpe de estado del 2009. Estos paros fueron marcados por una situación muy especial, el movimiento popular, sindical, gremial y campesino venía en ascenso y era compuesto estrictamente por trabajadores. En todos esos paros, definitivamente se logró paralizar la economía del país, y la empresa privada fue golpeada fuertemente por la lucha popular.
Es muy ilusorio hablar de “paro cívico nacional” en las actuales circunstancias; acciones de represión, militarización, criminalización y despidos directos detienen a esa gran cantidad de trabajadores que por ahora soportan esa gran crisis económica. También se vuelve ultroso llevar a la vanguardia a pelear frontalmente con el régimen cuando las masas están en retroceso.
La negociación e imposición de la Maccih, hace que retroceda la lucha. Aparentemente, la política de los estadounidenses en contra de los narco funcionarios y banqueros hondureños genera una falsa esperanza en la población de que la Maccih va a combatir la corrupción en el país.
Por otro lado, las intenciones de las burocracias de las organizaciones populares y políticas por mantenerse en los medios de comunicación a costa del debilitamiento y sacrificio de las organizaciones, no deben ser el motivo para llamar a un “paro cívico nacional”, en el que la vanguardia es enviada al matadero.
Se debe trabajar pacientemente para convocar a un paro de verdad y no desgastar las consigna de “paro nacional” ante las masas, el paro debe surgir de la dinámica misma de las masas.