Por Carlos Licona       

En agosto del 2010 la dirigencia magisterial negociaba con el gobierno de Porfirio Lobo las exigencias del magisterio. Un previo acuerdo de la dirigencia con la representación del gobierno fue rechazado por la gran mayoría de la base; la negociación significaba que tanto la dirigencia como el gobierno reformarían el Estatuto del Docente y el Inprema (Instituto Nacional de Previsión del Magisterio). De haberse firmado tal acuerdo es muy probable que sucediera cualquiera de las siguientes situaciones: La misma dirigencia con el gobierno reformaban la ley educativa y el Inprema, o bien al magisterio no se le cumplía lo acordado y al irse nuevamente a la lucha –como suele suceder- se le aplastaba igual.

Ahora se culpa al magisterio de no recibir aumentos

Me he sorprendido enormemente al escuchar a un compañero docente el día domingo 17 de mayo, conductor del programa del Coprumh, afirmar que cada maestro ha dejado de recibir más de 200,000 lempiras en los casi 5 años que han pasado desde entonces, pero lo que es peor: ha culpado al mismo magisterio de no haber aceptado tal acuerdo y ha dicho que por eso no se nos ha aumentado. La declaración del compañero no es casual, él fue uno de los que defendieron tal acuerdo y planteó que se tenía que firmar.

El compañero docente se afanó tanto con la calculadora que olvidó el contexto de la realidad que existió en ese momento y la pésima estrategia que se realizó en marzo del 2011. En agosto del 2010 la lucha del magisterio era fuerte, pero también continuaba la profunda crisis que polarizó a la sociedad hondureña con el golpe de estado del 2009. En lo más álgido de la lucha de agosto, los secretarios generales de las centrales obreras traicionaron al magisterio y boicotearon la decisión de líderes sindicales que reunidos en la ciudad de San Pedro Sula habían tomado la decisión de irse a la huelga general en apoyo al magisterio.

En ese momento el gobierno de Porfirio Lobo seguía aislado internacionalmente, el Frente Nacional de Resistencia Popular seguía movilizándose continuamente para lograr el retorno del Ex Presidente Manuel Zelaya, que aún estaba en el exilio. La crisis económica y social estaban profundizadas y existían condiciones a favor del magisterio para rescatar el Inprema y mantener el Estatuto del Docente. En marzo del 2011, con una pésima estrategia o con ninguna quizás, el magisterio declaró el paro indefinido a nivel nacional; a pesar de que el golpe de Estado también dividió a los docentes, esta lucha también fue fuerte y Porfirio Lobo llegó a manifestar que si los maestros querían el Inprema que entonces eligieran a los directivos. Un día después Lobo recularía en esa decisión, presionado por la burguesía del país y el sector político ligado al golpismo.

Después de 3 semanas de paro indefinido el gobierno de Porfirio Lobo decretó Estado de Emergencia en el sector educativo e hizo un listado de 305 docentes que según ellos lideraban la lucha. Aunque el listado se hizo arbitrariamente, el despido de los docentes fue real en el papel y salió impreso en el diario oficial La Gaceta. Este hecho fue contundente para que se suspendiera el paro con la consigna de “Dos pasos para atrás y uno para adelante”, sin embargo la dirigencia siempre fue para atrás y poco a poco el gobierno post golpe se fue imponiendo.

La decisión de la base del magisterio, aun en contra de lo que pretendieron algunos dirigentes de los colegios magisteriales, fue correcta y revolucionaria. La lucha no consistía solo en el aumento salarial, implicaba una revolución educativa y el rescate del Inprema. Al final el gobierno le arrebató todo al magisterio y dejó solo lo que quiso dejar, pero la base fue fiel a la lucha y sobrepasó a la dirigencia. Si de algo hay que culpar a la base, es de no haber renovado a las dirigencias que se visualizaba llevarían al matadero al magisterio.

Por la reconstrucción democrática de la FOMH y una nueva estrategia de lucha a largo plazo

Las dirigencias siguen sin entender que es urgente democratizar los colegios magisteriales, esto significa que las burocracias deben hacerse a un lado y dejar que nuevos dirigentes salgan al frente, tiene que ser con una nueva generación de maestros luchadores, honorables y gremialistas con los que se debe impulsar la reconstrucción de la FOMH. Ésta no son los dirigentes, la FOMH somos todos, pero deben existir los que la dirigen y orientan.

¡Por la reconstrucción democrática de la FOMH!

¡Por una verdadera estrategia de lucha!

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