Por Abril Yánez

“El Congreso Nacional citará a Escoto para explicar doble jornada”, así reza el titular de La Tribuna del 18 de febrero. El mocionante fue el profesor Edgardo Casaña, anterior presidente del COPRUMH y ahora diputado por el Partido LIBRE cuyo argumento se basa en que “la doble jornada aumenta los costos de transporte de los padres de familia, acrecienta la deserción escolar y disminuye la calidad educativa por el cambio de rutina en la enseñanza”. Aún esperamos.

Pero este argumento es fácilmente debatible, pues la justificación de Escoto se basa en que “será distribuida la merienda escolar por lo que los niños no tendrán que regresar a su casa y volver al centro educativo” aunque omite la verdad indiscutible: la merienda distribuida consiste solamente en arroz, frijoles duros, avena y aceite de olor desagradable, no de una provisión variada para que la alimentación sea rica en los nutrientes que los niños y niñas necesitan.

Por otra parte, si los alumnos no regresaran a almorzar a sus casas, como lo designó Escoto, significa que estarán a cargo de los maestros, a quienes obviamente se les reducirá el tiempo para almorzar. Nuevamente el gobierno olvida la parte humana con los obreros de la educación ya que, además de violentar su derecho a la estabilidad laboral, al pago puntual y completo de su salario, ahora también desconoce su derecho al descanso y la alimentación.

Con respecto a la deserción, esta puede agudizarse porque muchos estudiantes trabajan en la jornada contraria a sus clases para ayudar en la manutención familiar –aunque el trabajo infantil está prohibido- las familias hondureñas recurren al trabajo de todos sus miembros como única opción para sobrevivir.

La calidad educativa será menor en relación, no a que se cambie la rutina de enseñanza –pues el ser humano es adaptable- sino en que para garantizar una excelente calidad de la educación, los centros educativos deben estar totalmente equipados, desde su infraestructura (tuberías, sanitarios, abastecimiento de agua, sistema eléctrico, teléfono, etc.) su estructura en general (pisos, techos, paredes, muros de contención y perimetrales, construcción de canchas, áreas de recreación, rampas para discapacitados, cocinas acondicionadas, aulas para computación, bibliotecas, mobiliario) recursos didácticos adaptados para personas con alguna discapacidad motora o sensorial y para la generalidad de alumnos (libros de texto para cada alumno/a, ilustraciones, carteles educativos, mapas, literatura, etc.) materiales y equipo de oficina, y si se quieren jactar de estar a la vanguardia, deben proveer de carteles y pizarras electrónicas, computadoras para cada estudiante.

Contrariamente al discurso de Escoto, ningún centro educativo tiene siquiera la mitad de lo anteriormente detallado pero si, excede el hostigamiento hacia los docentes. Entonces, toda la verborrea del ministro puede rebatirse con una confrontación de las realidades vividas en las comunidades rurales y urbanas. Lastimosamente, el magisterio se encuentra huérfano, sin una dirigencia política y administrativamente saludable, capaz y desvinculada de acusaciones oscuras que amparan el juicio descomunal e inhumano del que cada docente ha sido objeto en toda la administración de Marlon Escoto.

El abandono y la zozobra en que se encuentra el magisterio son innegables. Por una parte, no hay respaldo del Frente de Resistencia Popular, ni mucho menos del CONADEH (Comisionado Nacional de DDHH), uno debilitado por haberse ahogado en las urnas y el otro porque abandonó su función, apoyando a los protagonistas y promotores del golpe de Estado. Apenas grupos exiguos de padres y madres de familia en varias partes del país protestan contra la doble jornada argumentando que el ministro está utilizando a sus hijos para hostigar a los maestros y por el descontento de no haber sido consensuada, sino, impuesta, esa determinación.

Y en medio de todo, el docente de aula es quien paga las consecuencias. Mientras, se ha descubierto que el Estado pagó 90 millones de dólares a la fundación de Ricardo Maduro (ex presidente del país) para asesorar a Marlon Escoto, obviamente en la manera de concretar el plan contra la educación que se intentó imponer en su gobierno (2002-2006) pero que el magisterio, con acciones fuertes, pudo detener temporalmente.

Los planes macabros del gobierno están lejos de terminar, por lo tanto urgen estrategias para torcerlos; la dirigencia magisterial debe ser renovada con personas que no tengan señalamientos para recuperar la confianza de la base, provocar el despertar del otrora magisterio beligerante y reactivar la unidad de la clase obrera. El FNRP también debe resurgir en base al pensamiento con que fue creado. Resistir y vencer.

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