Por Leonardo Ixim
En una situación de total fragmentación al interior del Congreso de la República, las diversas bancadas legislativas se disputan el control de este órgano de Estado. Esta fragmentación ha afectado también a la bancada oficialista del Movimiento Semilla, que de por sí debido a lawfare que la extrema derecha le montó, quitándole la capacidad de influir directamente, la obligó hacer alianzas con otras bancadas.
Si bien las movidas de la oposición de derecha de desbancar a la Junta Directiva (JD) al frente del Congreso, encabezada por Nery Ramos y conformada por una serie de diputados de diversos partidos que son aliados al gobierno, y a Semilla, se mantiene lo que se ha denominado la alianza gris; las maniobras de Álvaro Arzú, del Partido Unionista, Héctor Aldana y Allan Rodríguez, del partido del expresidente Giammattei, Vamos por una Guatemala Diferente (VAMOS), están en suspenso debido al receso parlamentario de medio año; esto no quiere decir que no busquen defenestrar a la actual JD o controlar más directamente el quehacer parlamentario.
Tras una serie de acciones ante la Corte de Constitucionalidad (CC) por parte de estos diputados, que buscaron bajo el pretexto de la vacancia dejada por Karina Paz, quien era primera secretaria de la JD electa por el partido Voluntad, Oportunidad y Solidaridad (VOS), y tras los conflictos con los otros tres diputados de ese partido – en total fueron electos cuatro –, tras un fallo ante esa corte fue declarara independiente; la oposición de derecha aprovechó esta situación, buscando o cambiar esta junta directiva o poner un alfil cercano a estos.
La situación de la diputada Paz es similar a la del partido Semilla, porque, tras reformas a la Ley Orgánica del Congreso de 2016 como una forma de reducir el transfuguismo, se penalizó a quien se declarara o lo declararan independiente de la bancada electa, vedándole el derecho a participar en comisiones ordinarias y extraordinarias de trabajo en este poder del Estado, y acceder a su órgano direccional. Esta situación viola el derecho a disentir al interior de las bancadas, y es usada como escarmiento en las disputas al interior de las diferentes fracciones; es más, por lo menos 12 de las 17 fracciones de la actual legislatura están divididas en dos o tres grupos, y, en algunos casos, ni siquiera llegan a cinco congresistas.
Fragmentación partidaria
Por ejemplo, VAMOS está fragmentado en tres pedazos, el de Allan Rodríguez con 23 parlamentarios, claramente quien abandera la oposición de derecha, así como los grupos de Napoleón Rojas con 9 y el de Thelma Ramírez con 6 diputados; quienes han oscilado en apoyar algunas medidas del gobierno. La Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) en tres también: el de Teresita de León con 12 personas, el de Adin Maldonado con 11, estos ligados a la ex candidata Sandra Torres, y opositores al gobierno, y otro más con 5 diputados que se han aliado al gobierno.
El partido Cabal, del ex candidato Edmundo Mulet en dos grupos: el de Luis Aguirre con 12 y el de Carlos López con 6 diputados, ambos grupos han formado a discreción de la alianza gris. Visión con Valor (VIVA) en tres pedazos: 5 congresistas ligados al ex candidato de ese partido Armando Castillo, parte de la oposición de derecha; y dos grupos más, uno de cuatro congresistas, el de Jorge Castillo y otro de dos, que han conformado la alianza gris. Valor, de la ex candidata Zury Ríos, en dos grupos: uno de 0+8 congresistas dirigidos por Elmer Palencia, quien ha sido parte de la oposición y otro con 2 personas de Carlos Girón Rojas, parte de la alianza gris.
A su vez, bancadas como Compromiso, Renovación y Orden en dos también: dos con Cristian Álvarez y separado de ellos, Luis Contreras; estos han conformado la alianza gris. Lo mismo Victoria, que, de sus tres congresistas hay dos grupos, dos con Randy Coc y uno con uno de los fundadores de este partido Juan Carlos Rivera, ambos grupos han conformado el bloque de apoyo al gobierno.
Además, está la bancada del presidente del Congreso, llamada Azul, con dos diputados electos quien es parte de la alianza gris. El Partido Unionista de Álvaro Arzú quien abandera la oposición de derecha, el grupo Elefante con dos congresistas opositores también, el caso de VOS ya mencionado donde Paz ha sido parte de la alianza oficialista y los otros tres diputados dirigido por José Chic, quienes han generado una intento de independencia tanto de la alianza gris como de la derecha.
Mas la única diputada de izquierda, Sonia Gutiérrez, quien entró de parte de una alianza entre el Movimiento Político Winaq (pueblo en maya-kiche) y la URNG, que es bueno aclarar, es una expresión más de la que firmó la paz en 1996; pero en los hechos Gutiérrez solo representa a Winaq, esta a su vez a pesar que en el primer año de la actual legislatura fue parte de la JD, posteriormente se distanció de la alianza gris y ha generado una oposición progresista.
En Guatemala entonces, es un sistema de partidos tan frágil y fragmentado, los llamados partidos políticos solo germinan como hongos en la época húmeda, aparecen solo para las elecciones, su vida orgánica se limita al quehacer legislativo y aun esto con muchas deficiencias. La cantidad de grupos parlamentarios es un indicador de esto; otro indicador, según palabras de los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE), es que para las elecciones de 2027 se están conformado entre partidos legales y en proceso de formación, nada más y nada menos que cuarenta de esas agrupaciones, que han sido calificadas como marcas electorales.
Esto evidencia un régimen político con una fachada democrática y multipartidaria, que obedece a los intereses de grupos de presión ligados a fracciones emergentes o que buscan posicionarse dentro del Estado para enriquecerse y acumular desde este. Aunque esa ha sido una práctica de los distintos grupos de la burguesía desde la independencia, a partir de inicios del siglo actual evidencia una crisis de gobernabilidad no resuelta del régimen político.
La tendencia de por si en otro nivel del régimen era en los últimos gobiernos a ir cerrando los espacios democráticos ganados en luchas sociales desde la guerra interna, que a su vez, tras los Acuerdos de Paz, fue una forma de cooptar las expresiones de lucha social y de la izquierda ex insurgente aglutinada en su momento en la Unidad Nacional Revolucionaria Guatemalteca (URNG). La victoria del Movimiento Semilla despertó la ilusión de poner limite a ese proceso de autoritarismo en boga por lo menos en los tres últimos gobierno de Otto Pérez Molina, Jimmy Morales y Alejandro Giammattei.
Ahora Semilla
De igual forma, como ha sido normal en el régimen político guatemalteco y en su mal llamado sistema de partidos, ahora le pasa el partido gubernamental. En parte presionado por las acciones legales de parte de Curruchiche y Porras desde el Ministerio Público (MP) y sus movidas golpistas, un grupo de diputados y diputadas, entre los que sobre sale Samuel Pérez, Andrea Reyes y Andrea Villagrán entre otros, conforma un grupo parlamentario separado al de Semilla con 15 personas y anunciaron en una asamblea para conformar un comité pro formación de partido, la creación de Raíces. Se menciona que tendrían el visto bueno de la actual ministra de medio ambiente Patricia Orantes.
Dentro de Semilla quedan otros dos ocho congresistas, uno ligado al actual presidente y a los actuales ministros de desarrollo social Abelardo Pinto y a la ministra de educación Anabella Giracca, dirigido por José Carlos Sanabria y Olga Villalta; y otro de dos parlamentarios cercanos a la actual vicepresidente Karin Herrera, entre lo que sobresale Luis Ventura.
La jugada del ahora grupo pro formación de partido político Raíces sin duda fue una jugada audaz ante la situación legal de Semilla; está por verse si logran conformarse en partido. Mientras, los de la otra fracción de Sanabria y Villalta, tienen una lucha cuesta arriba, si logran recuperar la legalidad de Semilla, más si la espera del presidente es que a se le termine el mandato a los golpistas al frente del MP con el resultado que el lafware continúe con un reciclado de actores en ese organismo y en los juzgados. Ahora bien, podrían apostar a crear otro partido político, pero también los tiempos legales para eso están reduciendo.
Estos cuestionan al grupo de Pérez de oportunista y ambos se auto-representan como los que cuentan con el aval de las supuestas bases de Semilla, pero este partido al igual que otros partidos provenientes de la izquierda o del campo progresista carece de una militancia real más allá de los afiliados que la Ley Electoral y de Partidos Políticos exige. Oportunidad que la perdieron crear tras la segunda vuelta electoral en 2023 que una buena cantidad de personas se volcó como fiscales por ese partido y tras las movilizaciones de octubre de 2023 contra el intento de no dejar asumir al gobierno de Arévalo y Herrera.
Durante la campaña, Pérez se caracterizó por un discurso más hacia la izquierda, cuestionado la influencia del CACIF (la federación de cámaras empresariales) en distintas instituciones estatales y el control monopólico que tienen los grandes grupos de la burguesía en la economía, pero durante la legislación pasada, él y Semilla, que contaban con 8 diputados, tampoco realizaron acciones contra estas situaciones. Posteriormente a que asumiera como gobierno su partido, este y otros diputados que vienen de organizaciones de la sociedad civil bajaron su tono a las críticas.
En la actualidad, estos no han reprochado algunas acciones que el gobierno de Arévalo ha hecho, como el contubernio con estas cámaras empresariales y por lo menos con una serie de conglomerados de la burguesía que han respaldo al gobierno, por ejemplo, con la recién aprobada Ley de Infraestructura donde estos grupos empresariales buscan mantener el control del negocio de la construcción de carretearas. Mas recientemente con el acuerdo que firmó con el ejército de Estados Unidos, donde este se compromete a modernizar la principal terminal de contenedores en el Océano Pacífico, el Puerto Quetzal, el cual el ejército gringo contratará con dinero del Estado guatemalteco a empresas estadounidenses para construir infraestructura, lo cual obviamente implica, mayor control de este país en la disputa geopolítica con China, lo cual va de la mano de revivir un proyecto que data del gobierno de Pérez Molina de un canal seco entre ambos océanos en el oriente del país fronterizo con Honduras y El Salvador; pues paralelamente china tiene interés en estos países y en Nicaragua de hacer lo mismo.