Por Hercilia Cáceres

El 8 de marzo, durante la conmemoración del día de la mujer se realizaron como todos los años, marchas multitudinarias que recorrieron las calles de diversos países, con consignas que denuncian la violencia sistemática a la que las mujeres se enfrentan todos los días.

A diferencia de otros años, este mostró la peculiaridad de contar con una fuerte presencia en número de asistentes, quienes llevaban como principal consigna el cese a los crímenes contra las mujeres.  Asimismo, en la ciudad de Guatemala, las jornadas se caracterizaron por las ya habituales “pintas” en paredes, edificios y monumentos municipales y gubernamentales, con mensajes esencialmente enfocados contra los casos de femicidios y violaciones que el sistema de justicia ha dejado impunes.

De la misma manera, se mostró descontento por el caso de las 56 niñas quemadas en el mal llamado “Hogar Seguro” Virgen de la Asunción, durante el gobierno de Jimmy Morales, recordando a las niñas asesinadas por el Estado el 7 de marzo de 2017.

Dicha marcha mostró una cara que involucró distintas agrupaciones de mujeres al grito de una sola voz, dirigida por la coordinadora del 8 de marzo. Fue posible observar colectivos feministas, organizaciones campesinas, sindicatos de trabajadoras y agrupaciones estudiantiles. Por su parte, los sindicatos llevaban consignas por mejoras a las condiciones laborales de las mujeres, ya que en Guatemala la brecha salarial deja a este sector en una enorme desventaja, principalmente en la agricultura, además de que la mayoría mujeres laboran en la semi-informalidad o informalidad, por lo que no cuenta con prestaciones laborales garantizadas por la ley laboral del país.

Por otro lado, las organizaciones campesinas se manifestaron contra el extractivismo, megaproyectos y los asesinatos contra los líderes comunitarios que desde el 2018 se vienen sucediendo, con el silencio cómplice de los organismos de seguridad del Estado y el Ministerio Publico (MP).

En contraste, los colectivos feministas y agrupaciones estudiantiles denunciaron los asesinatos, violaciones, acoso sexual e ineficiencia de las autoridades para hacer cumplir la ley en un país con índices elevados de impunidad. Las agrupaciones estudiantiles, tales como la Asociación de Estudiantes Universitarias (AEU), se dieron la tarea de denunciar la violencia que existe dentro de la USAC, ya que es posible asegurar que la mayoría de casos de acoso sexual dentro de la universidad son propiciados fundamentalmente por los Docentes y sus prácticas con respecto a sus estudiantes mujeres. Asimismo, la AEU rechazó por completo las prácticas de los comités de huelga vinculados al hoy raquítico heredero del deshonorable, que durante años han demostrado una tradición misógina que atenta contra la dignidad de las estudiantes universitarias, aunado a las múltiples denuncias de atentados contra el sector estudiantil realizados desde los comités huelga de dolores.

Cabe destacar que las pintas fueron realizadas desde las agrupaciones con mujeres jóvenes, que tuvieron el fin de visibilizar los crímenes que son ignorados por las autoridades y población en general. Tal fue el caso de la Municipalidad de Guatemala, en donde revelaron los casos de violaciones encubiertos por el alcalde y otras autoridades.

Es de mencionar, que esta medida surge como un medio para la visibilización de la violencia que se lleva vidas todos los días y parte de un sistema que oprime de distintas maneras a niñas, jóvenes y adultas, que se enfrentan a gobernantes que ignoran las necesidades fundamentales y a un Estado incapaz de asegurar la justicia ante los crímenes de odio contra las mujeres y demás formas de la violencia machista.

Sin embargo, surgen desafíos para los movimientos feministas y es enfrentarse a su realidad de clase, ya que el género no es un impedimento para que algunas se encarguen de tomar roles patriarcales y tradicionalmente burgueses con respecto al poder y su situación en las relaciones sociales de producción, por ellos es necesario asumir una postura consciente, en miras de clarificar que la lucha feminista carece de contenido si no es otro frente de la lucha de clases, ya que la mayoría de mujeres trabajadoras en Guatemala no tiene rostro y son pocas las que las recuerdan.

Porque existe la madre, la trabajadora sexual, trabajadora doméstica, maquilera, aquellas que son olvidadas o ignoradas por algunos colectivos vinculados a las lógicas imperialistas del feminismo liberal, burgués y pequeñoburgués que impera en las agendas de la cooperación internacional, un feminismo vaciado de contenido que lucha por equiparar a la mujer al rol de poder del hombre, sin asumir nunca que ser mujer en este sistema es una contradicción coherente del rol del hombre dominador burgués. Así que la autocrítica dentro de los movimientos debe ser fundamental, el mismo espíritu guerrero que denuncia la violencia sistemática, debe tener amplia influencia en darle guía real, no solo a las reivindicaciones de las mujeres que tienen acceso al conocimiento de esta o aquella ola del feminismo internacional, sino ver siempre por la liberación de sus hermanas en las maquilas, en las casas y en el campo, donde en silencio viven la verdaderas bases de un feminismo revolucionario anti-burgués, que por lo tanto es anti-liberal y fuertemente reivindicativo y clasista.

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