Por Joseph M. A. Herrera
La USAC no es la casa del pueblo, no está ya dirigida a educar a los hijos e hijas de las clases populares, axioma promovido por los más ilustres dirigentes de esta universidad en el pasado y desde el inicio de la primavera democrática en 1944. En cambio, con las últimas cuatro administraciones de la única casa superior de estudios pública del país, también la más grande y longeva de la patria centroamericana, todo cambio ha sido dirigido a tapar cosméticamente una crisis permanente, y solo se han hecho estructurales en aras de regresar al mandato elitista y conservador de la perpetua Real y Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo, un claustro dirigido solo a llevar la luz del conocimiento a los que siendo hijos del dinero y del poder, podían darse ese privilegio. Esto deja en la orfandad de la sabiduría, a los hijos e hijas de los esforzados brazos de la clase trabajadora, que con su sudor la sostuvieron en el pasado y la sostienen en la actualidad.
La Universidad no está en crisis por causas exógenas, no se degenera por condiciones espontáneas en el ambiente, la degradación de la única casa de estudios responde a un sistemático plan que busca sepultar los últimos logros de la revolución democrática de 1944-1954, bajo la obra en permanente construcción del neoliberalismo. Tras las rimbombantes declaraciones de el magnífico rector, de su camarilla de sirvientes en la administración, de los inoperantes consejeros superiores universitarios, la apatía del cuerpo docente, de la inacción de los trabajadores organizados y no organizados, de los estudiantes y sus organizaciones políticas, la universidad está llegando cada día que pasa a su hora final, como alma mater dirigida a instruir y preparar a la población guatemalteca en general. Está marchando ante nuestra mirada cómplice hacia su bancarrota moral, ética y técnica como guardián de las ciencias y alma mater de los profesionales.
Tesis para entender la debacle:
1.- Con la administración de Murphy Paiz, que arrasó electoralmente a los contrincantes por medio de un antidemocrático método de votación no directa, donde no votan todos los estudiantes, al final una minoría vinculada siempre a los grupos que luchan por controlar la USAC, es la que decide por el estudiantado de todo el país, más de 200 mil estudiantes a finales de 2018. Esto se hizo con la propaganda clientelista de regalar internet, comida y fiestas que con el tiempo pagarán todos los estudiantes.
2.- Desde su llegada al primer puesto de administración y representación universitaria, el actual rector ha implementado una política de la zanahoria y el garrote, técnica priorizada por los agentes del neoliberalismo privatizador en Latinoamérica, que busca engañar con pequeñas concesiones al estudiantado –la zanahoria– (regalos, carnets, fiestas, carreras, cursos de actualización, viajes, etc.), mientras por detrás se golpea al mismo estudiantado con el garrote de la privatización (incremento de matrícula, de examen vocacional, de Programa Académico Preparatorio –PAP–, cancelación de los cursos libres de mate, química, física, lenguaje y biología para atar al estudiante al pago del PAP, etc.).
3.- Con la llegada de la actual administración los despidos masivos de trabajadores han estado a la orden del día. Los diferentes sindicatos (de docentes, investigadores y trabajadores) han mostrado coherencia al defender a sus agremiados, incluso llegando al punto de derrotar a la administración legalmente, obligándola por ley a reinstalar a todos los trabajadores despedidos; por otro lado han mantenido las sectarias luchas por el poder entre los muchos sindicatos que representan a los docentes y trabajadores organizados de la USAC, sectarismo que de no resolverse en el futuro solo beneficiará la privatización y los abusos de la administración contra la clase trabajadora en la USAC.
4.- El Consejo Superior Universitario (CSU), el cuerpo colegiado superior de la universidad de San Carlos, que representa en su seno el gobierno tripartito (administración central, decanos de facultades, docentes y estudiantes –solo de las facultades del campus central), ha mostrado su infame divorcio de la población estudiantil, interesándole ésta solo cuando es época de elecciones, y una vez encumbrados cierran filas con la administración, sirviendo más como quinta columna de la privatización que como representantes de sus gremios (estudiantes, docentes y administrativos); votando sin prestar atención, no asistiendo a las reuniones del CSU e incluso llegando al punto de apoyar abiertamente la subida de las cuotas estudiantiles, arrendar el Club Universitario los ARCOS a empresas privadas, cambiar el banco donde hacen efectivo el pago de los trabajadores de la USAC –ahora BANTRAB– para solicitar préstamos que endeuden por décadas a la USAC.
Todo esto mientras denuncia la corrupción estatal sin ver la propia, comiendo en banquetes, fiestas, usando anillos de oro financiados por el presupuesto y autoimponiéndose el olvido en la crisis presupuestaria crónica de la USAC, por la que decían solicitar más presupuesto a finales del 2018. La zanahoria en este caso son los títulos Honoris Causa, dados a heroicos dirigentes estudiantiles, asesinados o desaparecidos por el terrorismo estatal (años 70s y 80s), mientras detrás de bastidores se decapita la educación pública y se veda el ingreso a la USAC de miles de estudiantes hijos del pueblo, muchos de ellos con una vida y una trayectoria parecida a los mártires con los que la administración busca disfrazar su infamia.
5.- La AEU (2017-2019), siendo con el Consejo Consultivo Estudiantil Universitario (CCEU) –formado por todas las asociaciones de estudiantes de la USAC–, las representaciones federativas del estudiantado de toda la USAC a nivel nacional, han mostrado una pasividad cómplice ante la empresa privatizadora de la actual rectoría, llegando incluso a tener dentro de sus filas a gente que la apoya abiertamente y que junto con algunos integrantes de la ilegal comisión transitoria de la AEU (1998-2017), que tanto denuncia la actual junta directiva de la AEU, apoyaron la campaña de Murphy Paiz a la rectoría de la USAC.
La AEU ha preferido representar a sectores exógenos a la USAC por sobre los estudiantes a los que por estatutos deben representar, defendiendo sus derechos, así como el del pueblo en general a la educación. Mostrando una política ambivalente y confusa –unas veces con las ong´s y otras tantas con este o aquel empresario o partido de derecha–, se han divorciado hasta de los estudiantes que les votaron, cayendo en las mismas felonías que degeneraron en el pasado, a los que por casi 20 años tuvieron secuestrada la más alta representación de los universitarios del país.
6.- El desastre no solo habita en la nave de la AEU, también tiene su origen en la composición social que ha generado más de 15 años de medidas privatizadoras. Desde el inconstitucional examen de admisión que no busca nivelar a los estudiantes, sino vetar el derecho a la educación pública y de calidad, sin importar la extracción social y la capacidad familiar para proveer una educación privada con menos deficiencias que la pública.
Es entonces bajo estas arremetidas que poco a poco, la USAC ha empezado a tener una composición social, que pasando de las anteriores clases populares, hacia la clase media urbana acomodada y a la pequeña burguesía, dándose casos interesantes de hijos de la burguesía que vuelven a estudiar en la USAC, después de generaciones en que ésta era vista como foco de la subversión contra las dictaduras militares –por lo cual se fundaron las universidades privadas–.
Tradicionalmente los estudiantes de clase media de institutos y normales han ido disminuyendo, cambiando no solo la mentalidad de la dirigencia estudiantil más activa, sino las formas de lucha que ésta emplea y la composición de las organizaciones políticas del estudiantado, como lo son la misma AEU, las Asociaciones de Estudiantes de cada unidad académica y las presentaciones colegiadas, como las vocalías estudiantiles en consejos directivos de unidad académica y en el mismo CSU. Donde ahora ya no impera la crítica y la combatividad de los dirigentes estudiantiles del pasado, sino el arribismo, el oportunismo y el servilismo a la administración de turno.
7.- No es contradictorio que las Asociaciones de Estudiantes de las diferentes unidades académicas parezcan hoy más asociaciones de decoradores de interiores que órganos de organización y de representación de las masas estudiantiles. La lucha política por la asociación ya no es una lucha entre programas e ideas de diferentes grupos estudiantiles politizados, ahora es más la lucha entre grupos de amigos, no por representar mejor los interés de sus agremiados en las diferentes unidades académicas, sino para posicionarse de manera oportunista por sobre la generalidad del estudiante; no para defender al estudiante de los abusos de la administración y en defensa de sus derechos, sino para estar servilmente más cerca de esta administración, para poder catapultarse por sobre sus compañeros de clase a la vida burocrática de la USAC, ya sea como docente auxiliar o por medio de una plaza de trabajo, después de mostrar su docilidad e incluso sus métodos para engañar al estudiante en favor de la administración.
La degradación de la combatividad de las organizaciones estudiantiles, responde entonces a la composición social del estudiantado, que tiene tiempo para organizarse y conspirar por mejorar su popularidad, así como los beneficios personales o de grupo, en detrimento de la amplia mayoría de trabajadores, que son eso: trabajadores, antes que estudiantes, que su vida se dilata entre correr al trabajo y correr a la clase y luego correr de vuelta a casa. Cualquier parecido con la política nacional es solo eso, la degeneración histórica del movimiento estudiantil universitario en Guatemala.
8.- Me he dedicado a describir los lugares comunes de la oportunista política universitaria, degradada y trastocada por la influencia foránea de la política nacional y la mentalidad arribista de la clase media y pequeña burguesía de donde emanan los actuales dirigentes.
Pero la estructura de la representación universitaria no sería posible sin la trasformación social que tiene operatividad en la base de la comunidad estudiantil de la USAC; la masa estudiantil, una verdadera masa dormida, más de 200 mil estudiantes matriculados en 2019, también ha tenido un trastorno desde el fin de la guerra y la firma de la paz violenta en la que vivimos. El liderazgo oportunista y arribista desde finales de la década de los 90s ha desesperanzado a la base estudiantil, promoviendo la apatía ante la vida política del gremio tanto hacia afuera, como en los adentros de nuestra USAC.
Una dirigencia sectaria, arribista y oportunista no sería posible sin la apatía generalizada de la masa estudiantil, que no es otra cosa que la apatía generalizada de la población ante una realidad adversa que se deslumbra invariable. Es entonces, en ausencia del grueso de la población estudiantil, que la política gremial se mantiene como hasta hoy: una suerte de lucha entre camarillas y grupos por las representaciones y los puestos de responsabilidad. Para verificar esto, basta con ver el poco interés que el estudiante pone en las elecciones de cualquier tipo, desde la de la rectoría, pasando por las decanaturas, las de vocalía y hasta las de asociaciones. El estudiante no ve un beneficio real y directo de la elección de esta o aquella opción política, asimilando la lucha de beneficios a lo interno de la USAC a la lucha de interés sectarios en la política nacional.
9.- La administración, aprovechando la mentalidad arribista de la clase media urbana y de la pequeña burguesía que ha regresado a los salones de clases después de la pacificación de la USAC, también ha arremetido contra los vendedores formales e informales, con la cantaleta demagógica, de que la USAC no es un mercado, pero sabrán los panaceas de turno que el país entero es un mercado, donde más del 70% de la fuerza de trabajo está bajo relación de informalidad, ante la incapacidad de la clase dirigente –burguesía, aunque no guste a los académicos posmodernos– de poder formalizar la economía, que depende más de los esforzados trabajadores que le hacen frente a las hordas fascistas de la policía municipal y ahora de la policía universitaria, para buscar el alimento diario de su familia. Junto con las remesas, el trabajo informal es el verdadero motor productivo de la débil economía nacional.
10.- En entonces bajo esta correlación de fuerzas de una dirigencia estudiantil divorciada de los estudiantes que se abre la coyuntura que aprovecha la actual rectoría de Muprhy Paiz, para profundizar la privatización de la USAC, iniciada por sus padres políticos. La actual rectoría juega a dos bandas: por un lado engaña al estudiante en general maquillando la crisis universitaria con la construcción de obra gris (caminamientos, jardineras y nuevas plazas) y por el otro le golpea, subiendo las cuotas estudiantiles, quitado derechos, promoviendo el control social por medio de garitas de vigilancia y scaneers de DPI´s en la biblioteca central –que no serán usados para controlar y expulsar a los zopilotes que han agredido en el pasado a la población estudiantil, pues estos trabajan actualmente para él magnifico–, que no dudamos que la actual administración cercana al oficialismo gubernamental y a quien haga falta, facilite nuestros datos para reprimir al estudiante, que en el pasado ha mostrado una combatividad sin límites. El estudiante, a pesar de su desmovilización general, su apatía, su dirigencia arribista y oportunista, es un volcán dormido; faltará una sola jornada de agravios de la administración o del gobierno para que el estudiante no solo luche, sino se sacuda las trabas que desde su dirigencia se imponen como desmovilizadores.
11.- Por Una Plataforma de Estudiantes, Docentes y Trabajadores que Defienda la USAC de La Privatización: Este rápido análisis de la situación dentro de la USAC es necesario, debemos partir de la realidad concreta para poder recetar las medicinas que respondan adecuadamente a la enfermedad que devora nuestra universidad. La enfermedad es la de la privatización y su máximo dirigente es el rector Murphy Olympo Paiz. Para detenerle es imperativo la unidad de todos los sectores que componen la comunidad sancarlista, unidad irrestricta de los estudiantes, los docentes y los trabajadores para defender los derechos del pueblo de Guatemala a una educación superior pública y de calidad.