alto a los desalojos

Comed vuestra miseria, desgraciado, cuando eso acontece no lloran los ojos, sino la sangre humana y lastimada. Otto René Castillo

Por Marcial Torrefuerte

Del dicho al hecho, no hay mucho trecho, al menos no en Guatemala, en donde se cumple a cabalidad, uno de los clásicos “refranes” que conforman el lenguaje común del Guatemalteco y la Guatemalteca: “Pasa en Hollywood, pasa en las novelas… y pasa en Guatemala” lo que ha sido mi respuesta a muchos hechos que transcurren que desde cualquier punto de vista son cuestionables, pero que la población ha aprendido a convivir con ello.

En el subtítulo de este artículo se manifiesta la Guatemala de la eterna ironía, de la práctica por demás falsa del actual Gobierno presidido por la UNE. A través de diferentes medios de información, la población pudo atestiguar el horripilante e inhumano trato que se ha dado a la Población del Río Polochic, en ánimo de “resguardar el Estado de Derecho” y defender la propiedad privada, que se traduce en gobernar a favor de los poderosos de la nación, quienes en ánimo de aumentar sus dividendos, se auxilian del gobierno, con el afán que éste haga el trabajo sucio, pues desalojar a los usurpadores, destruir sus cultivos, y reprimirlos no es tarea fácil, ni mucho menos que los terratenientes oligarcas Widmann quieran asumir.

Después de los acontecimientos que se dieron en este lugar, el presidente Álvaro Colom, dijo que los desalojos no se hicieron de la noche a la mañana, y que quienes ocupaban estos terrenos habían sido advertidos con tiempo prudencial. Lo más grave del caso, es que afirma que se “respetaron todos los protocolos de los derechos humanos”. Se respetaron tanto que el saldo de los desalojos ha sido de 800 familias desplazadas, 4 personas capturadas, 1 fallecida. El presidente ha congelado el diálogo, con el pretexto de condicionarlo a ciertos términos, pues como lo afirma Daniel Pascual, dirigente del Comité de Unidad Campesina, en sus declaraciones al periódico La Hora del 19 del corriente, "el Presidente se está sobrelimitando en sus funciones y efectivamente está declarando una guerra hacia las comunidades campesinas".

En el país de la eterna ironía o de la eterna casualidad–juzgue usted- el Secretario General de la ONU Ban Ki Moon expresaba su preocupación por el incremento de violencia, pero además por la impunidad, y el incremento en la violación de derechos humanos, al tiempo que Colom dirigía los desalojos - al menos en El Salvador, en la reciente visita del presidente Obama, el actual edil Norman Quijano, después de más de año y medio de su gestión limpió el centro de San Salvador “como Dios Manda” para que no se viera tan chuca porque ¡Dios Guarde!-. Está claro que el tema de la tierra no es prioridad en la agenda de este gobierno, ni mucho menos diseñar, planificar y ejecutar políticas de Estado que busquen resolver la Seguridad Alimentaria y la subsistencia de las poblaciones indígenas, que constituyen el enorme segmento rural del que está compuesto el país.

Frente a este horizonte tan adverso, no únicamente hay que exigirle al Organismo Judicial, al Organismo Ejecutivo, a la Comunidad Internacional, al Procurador de los Derechos Humanos, a los Partidos Políticos sino a la Sociedad Civil, a toda Guatemala, que aspire a construir ciudadanía por medio de la exigencia a quienes corresponda, de transformar la crisis eterna de la tierra en una oportunidad de renovación y cambios de fondo en el tema de la propiedad de la tierra, al final debe haber una profunda reflexión sobre si pesa más la represión en nombre de la Propiedad Privada, o la Seguridad Alimentaria, y fuentes de ingresos para quienes viven en condiciones desfavorecidas.

Después de muchos años en la Historia, la tierra sigue siendo un problema estructural de la sociedad, y como si fuera poco, el actual gobierno con rostro criollo, juega el papel de colonizador español, facilitando la explotación de la misma, por quienes se disfrazan de potenciales empleadores, y generadores de riqueza para utilizar nuestra tierra, en el caso de los Widmann, para sembrar palma africana, uno de los nuevos negocios de la oligarquía. Este tópico que pareciera no tener solución - se sabe de sobra que todo comenzó cuando se puso el primer cerco alrededor de una extensión de la misma-tiene una salida que debe necesariamente responder a la forma en que se originó el problema. Hay que hacer acopio de aquel canto del folklor latinoamericano “a desalambrar, a desalambrar que la tierra es nuestra de ti y de aquél; de Pedro, María, de Juan y José”, y plantear una reforma agraria integral.

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