Por Hermes

Son las 8.28 am, la plaza de El Salvador del Mundo está considerablemente menos abarrotada de lo esperado. Entre las caras conocidas y las nuevas, circula el rumor intermitente de un acuerdo el día anterior, entre el ministro de educación y los principales sindicatos del magisterio.

La verdad es poco clara, lo importante es que las cantaradas de personas no dejan de aparecer por los cuatro rumbos. Diferentes personas, las caras de siempre, reconocibles aún pese a las capuchas y disfraces, aunque menos de las vaticinadas.

Lo verdaderamente importante reside en la calidad de la convocatoria, al parecer los más grandes sindicatos gremiales, ANDES-21, SIMEDUCO y otros más, cedieron ante las presiones del ministerio para boicotear la marcha y comunicar a sus bases que se cancela la acción. Sin embargo, no amen de esto, y los corruptos lideres sindicales vendidos, se hizo presente el gremio de la salud, y varios grupos de las bases que, renegando de sus directivos, decidieron continuar con la marcha.

Esto no es solo histórico, puesto que las demandas de los gremios médico y educativo, son profundas y cruciales en las demandas laborales, como no se había visto en décadas, pero también porque se respira una profunda necedad en la población manifestante. La necedad de no ceder ante las presiones Estatales, de marchar pese a que el patrón Estado amenaza con despidos o cárcel. La todavía más importante necedad de resucitar ese viejo fantasma de las Marchas Blancas que tanto han taladrado la conciencia de los oligarcas durante más de dos décadas.

Durante el último año y medio, el gremio de la salud se ha visto fuertemente atacado por el gobierno, desde estudiantes de todas las ramas médicas, pasando por empleados del sector salud, hasta los profesionales en el área, todos han sido fuertemente golpeados por el autoritarismo del misterio de salud, que en la búsqueda de mantener la imagen “primermundista” y turística del gobierno, ha hecho hasta lo imposible para meter debajo de la alfombra la profunda crisis sanitaria que se vive. La cantidad de médicos no da abasto para los contingentes de pacientes que llegan a las pésimas instalaciones, sin mencionar la poca inversión en insumos y la gran cantidad de muertes que han sido producidas por las reformas legales que limitan el actuar de los médicos, hace en conjunto un panorama colapsista para todo aquel (la gran mayoría), que gira alrededor de la salud pública. 

Los problemas reventaron realmente cuando se dio la crisis de abril de 2023, donde un accidente de futbol, provocado por el abuso de fuerza desmedido de los militares, que intervinieron ilegal y desmedidamente en un partido para calmar a las barras (de sobra conocidas por ser volátiles y violentas), contraminando a decenas de personas contra grandes puertas de metal que les terminaron cayendo en cima, provocando decenas de muertos y quizás más de cien heridos.

Ante esta situación, las doctoras de turno en el Rosales que debían pasar horas extra desempeñando su trabajo en pésimas condiciones decidieron hacer valer su libertad de expresión y quejarse contra los equipos de futbol por estropearles aún más la noche. Lo cual, claro, fuera de toda la fantasía que vende el gobierno, no solo fue censurado para mantener la apariencia de control sobre los ministerios, sino también para castigar a cualquiera que les pueda dañar la imagen. Terminado por despedirlas y quitarles las credenciales por un simple Twitter, mientras que ellas cumplieron con su labor de tratar a los pacientes con diligencia.

Esto desato oleadas de protestas en apoyo a las doctoras injustamente castigados. Primero estudiantes residentes del mismo Hospital Rosales (el más importante del país, por cierto), llevando un paro de labores a modo de protesta, no sin antes encargarse con antelación de los pacientes. Ante esto las medidas fueron igual de drásticas contra ellos terminando por obstaculizarles toda la carrera.

El colegio médico se pronunció a favor de los estudiantes de mayo a agosto de ese año en reiteradas ocasiones en diferentes conferencias de prensa, mientras que los trabajadores de la salud hicieron manifestaciones y huelgas frente al ministerio, ante lo cual fueron despedidos ilegalmente por ser sindicalistas. 

La UES pasó en silencio (como ha estado desde que el FMLN la destruyo en sus gobiernos), demostrando su servidumbre al régimen y su desprecio por los estudiantes, hasta que las posibilidades de una huelga estudiantil los obligo a respaldar al colegio médico y a los estudiantes perseguidos.

Y así el 2023 finalizó con una persecución propia del oscurantismo contra todo el sector de la salud, pero ante lo cual siguieron alzando las expresiones populares. Entrado estos años, las cosas empeoraron con la amenaza de contratación de decenas de doctores suramericanos que desplazarían a los doctores salvadoreños, con completo descaro y como un acto de intimidación y escupida en la cara al mero estilo pandilleril de este gobierno.

Peor aún, por todas partes se ha esparcido el secreto a voces, de que piensan desmembrar (aún más) la UES, haciendo que no sea esta universidad la que doctore a los médicos sino el fundado en la cuarentena Hospital El Salvador, con el objetivo de destruir la independencia de los médicos y poder controlarlos plenamente.

Al final de cuentas, la gota que derramó el vaso fue el recorte de presupuesto y el retiro del escalafón, que se ve como las causas principales de la marcha blanca, pero en realidad, solo son las ultimas escupidas en la cara del gobierno a los agremiados de la salud.

Es así, en estas condiciones que renace el Fantasma de las Marchas Blancas. Resucitar ese espectro, ya es en sí mismo, un acto subversivo, hace temblar la conciencia de los poderosos, por el recuerdo de las Marchas Blancas históricas que impidieron la privatización de la salud y la educación. Su fuerza, aunque añeja, se siente imponente aún al día de hoy, y abre la puerta, rompe el alambrado de púas, para un nuevo momento histórico de holeadas reivindicativas en nuestro país.

Esto se ve poderosamente reforzado por el enorme impulso que ha dado la liberación de los 5 de Santa Marta, los lideres de ADES que fueron secuestrados por el Estado para desangrar de pánico a las comunidades organizadas, descabezarlas (según ellos), e impulsar sus megaproyectos mineros en la zona.

Algo está cambiando, la marcha caminó ordenadamente hasta el paso desnivel que baja de la Roosevelt y corta Los Héroes, donde la formación necesitaba romperse por la estreches de la calle y la cantidad considerable de manifestantes. La destacada disciplina, el orden y la fuerza de las consignas superan marchas anteriores, la fuerza popular va en aumento, y la presencia de comunidades indígenas no se quedó atrás, ampliando el discurso del mitin y la conferencia de prensa con la realidad y lucha de los territorios.

El cambio está cercano, se siente que un poder crece bajo la tierra, como en la época de los abuelos, listo para erupcionar con la fuerza de las montañas, el fuego de la lucha popular, que hoy, se vistió de Blanco.

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