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Movimiento de Veteranos de Guerra del Ejercito Nacional para la Democracia

El 24 de marzo del 2009, se cumplen 29 años del asesinato del mártir y profeta salvadoreño, Monseñor Oscar Arnulfo Romero. El magnicidio de Monseñor Romero todavía sigue “oficialmente” en el anonimato, sus asesinos intelectuales forman parte de las “honorables familias” que son parte de los grupos económicos que financian la campaña sucia del partido ARENA.

Uno de los principales responsables intelectuales del asesinato de Monseñor Romero es Enrique Altamirano Madriz que es el propietario del periódico amarillista “El Diario de Hoy”; también, Alfonso Salverría y familia, Roberto Mathies (el padre del estafador de FINSEPRO) y Ernesto Muyshondt. Esto desalmados individuos fueron los que tomaron la decisión política de matar a Monseñor Romero y, todos ellos, se encontraban cobardemente escondidos en Miami (GRUPO MIAMI), y desde ahí, “furibundamente” ordenaban la guerra de exterminio contra el pueblo salvadoreño y financiaban las actividades de los escuadrones de la muerte. Estos se enlazaban operativamente y se coordinaban criminalmente con su lugarteniente y fundador del partido ARENA, mayor Roberto D´Aubuisson Arrieta. Esto significa que “El Estado Mayor” de los escuadrones de la muerte operaba desde Miami.

El GRUPO MIAMI fue organizado principalmente por el sujeto de Enrique Altamirano Madriz y, durante el mes de febrero de 1980, según el gobierno norteamericano y la CIA, estos le encomendaron al criminal de Roberto D´Aubuisson, la vil misión de planificar y ejecutar al obispo mártir; para ello, D´Aubuisson junto con Ricardo Posada y el capitán Álvaro Saravia, visitaron a los principales miembros de las “14 familias” para obtener fondos adicionales y asegurar la logística que necesitaban para perpetuar tan horrendo crimen. El embajador de Estados Unidos, Robert White, oportunamente denunció públicamente que Monseñor Romero fue asesinado por “profesionales” contratados por gente de la oligarquía criolla que vivían en Miami (GRUPO MIAMI).

Lo relacionado con el asesinato de Monseñor Romero, se pudo conocer gracias a la captura de muchos miembros de los escuadrones de la muerte que se encontraban reunidos en la finca “San Luís” que se localizaba en Santa Tecla y que era propiedad de de la familia Guirola. En dicha redada capturaron a Roberto D´Aubuisson, Max Branon, Armando Calderón Sol, algunos militares y la mayoría fueron civiles que eran los que estructuraban las redes clandestinas del partido ARENA. El Capitán Álvaro Saravia, que actuó como el coordinador logístico de la operación contra Monseñor, este casualmente perdió una agenda con notas personales en donde tenía registrado los nombres de los participantes, “donantes” y las cantidades del dinero utilizados en la criminal operación. Las copias de de la agenda personal de Saravia, circularon en El Salvador y a nivel internacional fueron distribuidas por la Embajada de los Estados Unidos, en ese entonces a cargo del embajador Robert White.

El coronel Munguía Payés fue uno de los valientes militares que tomaron la decisión de capturar a Roberto D´Aubuisson y al nazi de Max Branon, y los aislaron dentro de las cárceles de la brigada de infantería conocida como “el cuartel San Carlos”. El escuadrón de la muerte autodenominado “Brigada Maximiliano Hernández Martínez”, que orgánicamente siempre ha estado más estrechamente vinculado a las estructuras dirigentes del partido ARENA, inmediatamente salió a la defensa de los capturados en la redada de la finca San Luís y, mediante clandestinos comunicados de terror, amenazó con realizar ejecuciones sumarias de funcionarios públicos del gobierno democristiano y de la colocación de bombas en lugares públicos.

Las pruebas presentadas por el Fiscal General de La República, involucraron al doctor Héctor Regalado como autor material, quién con el tiempo se pudo comprobar que al momento del asesinato se encontraba muy lejos de San Salvador; también, a Roberto D´Aubuisson y al Capitán Eduardo Ernesto Alfonso Ávila (pariente de Rodrigo Ávila, actual candidato a la presidencia por el partido ARENA), como parte del grupo de los asesinos intelectuales. El actual encargado de la defensa salvadoreña, coronel Mario Molina (hijo del ex presidente Arturo Armando Molina), fue la persona que puso en contacto a Roberto D´Aubuisson para que negociara el precio del contrato con el francotirador que ejecutaría la abominable tarea de eliminar al profeta Monseñor Romero. El mercenario que aceptó el contrato del magnicidio fue un argentino de la guerra sucia (“Operación Cóndor”), Emilio Antonio Mendoza, un oficial del Ejército argentino que se encontraba como asesor de los torturadores de la sección de inteligencia (G-II) de la fatídica y desaparecida Guardia Nacional (GN).

Los oficiales argentinos que participaron en actividades de infiltración, guerra sucia, asesoría a los escuadrones de la muerte, exterminio selectivo de civiles salvadoreños, secuestros y extorsiones de prominentes empresarios para financiar las actividades de los escuadrones de la muerte, todos ellos, pertenecían a la inteligencia militar de las fuerzas armadas argentinas que se les conoció como el “Grupo de Tareas Exteriores” (GTE), que dependían del Batallón 601 de Inteligencia. También, estos se involucraron en el tráfico de cocaína (escándalo Irán-contras). Gran parte del capital que acumularon los actuales grupos de poder económico salvadoreño (los ligados al mercenario cubano de Luís Posada Carriles), tuvieron su origen en las actividades generadas por el narcotráfico durante la guerra sucia que utilizaron las bases aéreas salvadoreñas para el trasiego de las drogas, cuya venta en el mercado estadounidense, generaría el dinero suficiente para la compra de armas, financiamiento de la contra nicaragüense y de los escuadrones de la muerte salvadoreños. Actualmente, representantes de estos grupos económicos, son los dueños de la mayoría de las islas de la bahía de Jiquilisco y del estero de Jaltepeque, que son los sitios que sirven como “puertos de cabotaje” y de bodegas “temporales”, para el tráfico de cocaína hacia los Estados Unidos.

No bastándoles con el magnicidio, durante los funerales de Monseñor Romero, los escuadrones de la muerte hicieron estallar una bomba frente a catedral. También, desde el segundo piso del Palacio Nacional, un edificio que actualmente es administrado por una atípica y corrupta camarilla que maneja al “ente cultural” del país (CONCULTURA), francotiradores de la Guardia Nacional (GN), indiscriminadamente dispararon sus fusiles G-3 (calibre 7.62 mm) contra más de 50 mil feligreses que en esos momentos se encontraban presentes en el funeral del mártir religioso. De este alevoso y cobarde ataque, murieron en el acto 40 personas y más de 200 heridos.

Hasta el momento, a pesar de lo trascendental de este vergonzoso crimen y el significado que representa el Palacio Nacional para la memoria histórica del pueblo salvadoreño, para las futuras generaciones y para el mundo entero, CONCULTURA en lugar de haber hecho de este edificio un símbolo del “nunca más” al renombrarlo con el nombre del Obispo mártir, lo tiene prácticamente subutilizado y solamente lo ocupa para la presentación de exhibiciones eventuales que en nada tienen que ver con la trágica historia e importancia que atañe el magnicidio de Monseñor Romero.

El fantoche gobierno de Elías Antonio Saca, en lugar de fortalecer los valores culturales del país, intentó burlarse del pueblo salvadoreño al tratar que la Asamblea Legislativa, mediante un decreto, nombrase al genocida de Roberto D´Aubuisson como “hijo meritísimo de El Salvador”. ¿Cómo es posible que el Gobierno Salvadoreño, al asesino de Monseñor Romero le haya construido un monumento en Antiguo Cuscatlán? Este hecho, además de ser un acto tonto, demuestra la dogmática arrogancia e ignorancia del gobierno y de los administradores de CONCULTURA, los cuales, “sutilmente” pretenden insertar al líder de los escuadrones de la muerte y fundador de su antihistórico partido, como parte de los nuevos “valores” culturales del pueblo salvadoreño.

Los genocidas del partido ARENA, por diferentes medios han tratado de limpiar el pasado criminal de su máximo fundador e icono de partido. También, servil y bastardamente, GEOVANI GALEAS, ha publicado manipuladas historietas panfletarias en los periódicos de contenido fascista para intentar “desvanecer” el pasado criminal de Roberto D´Aubuisson. Obviamente, su hermano MARVIN GALEAS no podía quedarse atrás, además de escribir para el esquizofrénico periódico de Enrique Altamirano Madriz (“El Diario de Hoy”), se ha puesto la camisa del partido ARENA y se ha presentado en las fábricas de maquila para desprestigiar al partido FMLN y tratar de sembrar el “miedo” entre las humildes obreras.

Para los fascistas y todos sus serviles, les guste o no les guste, Monseñor Romero es historia viva del pueblo salvadoreño, culturalmente se ha convertido en el símbolo de la justicia y para todos los cristianos del mundo entero en el San Romero de América.

El mes de marzo representa la esperanza y el mes del profeta de los pobres que no tienen voz, de los desprotegidos y de todos los humildes que pertenecen a la clase oprimida. Entonces, si sabemos que Enrique Altamirano Madriz forma parte de sus asesinos, ¿Para qué leer o comprar el “Diario de Hoy”?, si todos comprendemos que únicamente representa la blasfemia, al esquizofrénico dogmatismo y el mortal veneno ideológico de los oscuros y “arrogantes” asesinos de Monseñor Oscar Arnulfo Romero. Por todo esto, los salvadoreños no debemos de ninguna manera de contribuir al inmoral enriquecimiento de Enrique Altamirano Madriz y debemos de aprender darle la merecida categoría despreciable a su periódico basura.

¡VIVA EL HEROICO PUEBLO SALVADOREÑO!

¡TODOS A CONSTRUIR LA PAZ SOCIAL Y LA VERDADERA DEMOCRACIA!

¡SIN PERDON Y SIN OLVIDO DE NUESTROS MARTIRES REVOLUCIONARIOS!

¡VIVA EL MOVIMIENTO DE VETERANOS DEL END!

END

(FPL-“Farabundo Martí”; FPL-GPP/ FCER; ERP; FARN; PRTC y FAL)

El Salvador, 01 de marzo de 2009


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