Con bombardeos y negociaciones: el imperialismo quiere estrangular la revolución en Libia

El estallido de revoluciones democráticas en el Norte de África en esta primera fase ha permitido el derrocamiento de los odiados gobiernos dictatoriales de Ben Alí en Túnez y Mubarak en Egipto, pero el descontento de los libaneses continúa acumulándose. Las movilizaciones continúan en Bahrein y Yemen, por lo que la revolución democrática árabe sigue su curso.

 

Situación revolucionaria y guerra civil

En Libia la situación revolucionaria evolucionó rápidamente a una guerra civil. El país está dividido en dos bandos que luchan por el poder: partidarios de la dictadura de Gadafi, por un lado, y quienes quieren terminar con el régimen totalitario, por el otro, dirigidos por las fuerzas agrupadas en el Consejo Nacional de Transición. Detrás de este enfrentamiento militar, que por el momento reviste la forma de un enfrentamiento entre dictadura y democracia, se esconde una poderosa revolución social que amenaza con destruir el orden semicolonial que instauró el propio Gadafi.

La insurrección contra Gadafi, su posterior y brutal represión, hizo florecer las milicias y comités populares, creando organismos de doble poder en los territorios controlados por los rebeldes. El rápido avance de las fuerzas rebeldes que en un momento determinado llegaron cerca de Trípoli, hizo sonar las alarmas del imperialismo norteamericano y europeo, quienes al observar la envergadura del movimiento social comenzaron a distanciarse de su antiguo aliado y a criticar los ataques contra la población civil. Lo que más temen las potencias imperialistas es que la revolución en Libia termine triunfando sobre Gadafi, destruya las principales instituciones del Estado burgués e instaure un gobierno nacionalista y antiimperialista, como ocurrió en Irán en 1979.

Conspiración contra el ejército rebelde

Mientras los Estados Unidos y la Unión Europea debatían sobre las posibles medidas a tomar contra el gobierno de Gadafi, este aprovechó la coyuntura para montar una contraofensiva militar que le permitió recuperar algunas de las ciudades tomadas por los rebeldes, como Misrata y Ajdabiya, llegando a sitiar Bengasi que se ha convertido en capital de la revolución.

Estados Unidos y la Unión Europea, que ahora derraman lágrimas de cocodrilo por la suerte de los civiles en Libia, sabían que Gadafi había conservado un importante sector del ejército, la aviación y los órganos de seguridad, además los recursos estatales provenientes del petróleo, lo que le daba una superioridad militar. Mientras deliberaban en los foros internacionales, con un siniestro cálculo maquiavélico permitieron que el ejército de Gadafi desarrollara una contraofensiva y avanzara recuperando territorios en manos de los rebeldes, utilizando los bombardeos y las masacres contra los civiles como el gran argumento para justificar la agresión militar imperialista contra Libia.

Colaboración de la Liga Árabe

El pasado 12 de Marzo, en una reunión en El Cairo, los gobiernos agrupados en la Liga Árabe, argumentando que el gobierno de Gadafi había “perdido legitimidad”, acordaron, con la excepción de Argelia y Siria, establecer una zona de exclusión área, con el supuesto objetivo de proteger a los civiles ante los inclementes bombardeos de Gadafi en contra de las ciudades en manos de los rebeldes.

Con esta decisión, la Liga Árabe destrabó las discusiones en el Consejo de Seguridad y dio el aval político necesario para aprobar la Resolución No 1973 que ordenó establecer una “zona de exclusión área” en Libia, con todas las implicaciones militares que se derivan.

Posteriormente, cuando el imperialismo norteamericano y europeo desataron los bombardeos sobre Libia, Amro Musa, secretario general de la Liga Árabe, lavándose las manos, declaró que "la protección de los civiles no necesita de una operación militar (…) Lo que pasó en Libia es diferente del objetivo de imponer una zona de exclusión aérea, lo que queremos es proteger a los civiles y no bombardear a más civiles”.

La infame e imperialista resolución No 1973 de la ONU

Al día siguiente que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobaba con 10 votos a favor y cinco abstenciones, la infame e imperialista Resolución No 1973, en un intento por evitar una ofensiva militar de Estados Unidos y de la OTAN en su contra, Gadafi decretó el 18 de Marzo un “alto al fuego” de manera unilateral, en aparente acatamiento a la ONU, pero que al final no entró en vigor.

La Resolución No 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, claramente establece la exigencia del “establecimiento inmediato de un alto el fuego y el fin completo de la violencia y de todos los ataques y abusos contra los civiles”. Al mismo tiempo acuerda “mandar a su enviado especial a Libia (…) con el fin de facilitar un diálogo que conduzca a las reformas políticas necesarias para encontrar una solución pacífica y sostenible”.

El envío de un delegado especial a Libia por parte de la ONU, en medio de la guerra civil y de los ataques militares de Estados Unidos y la OTAN, pretende establecer un canal de negociación y comunicación de alto nivel con el gobierno de Gadafi, lo que confirma que la zona de exclusión aérea persigue imponer un alto al fuego y la negociación entre los ejércitos que se enfrentan en el campo de batalla.

Equilibrando fuerzas en el campo de batalla

Queda muy claro que la política central del imperialismo norteamericano y europeo, en esta coyuntura, al menos por el momento, no es derrocar militarmente a Gadafi sino debilitarlo al extremo, al mismo tiempo que evita con la zona de exclusión aérea, el abastecimiento logístico y militar del ejército rebelde. Los inclementes bombardeos sobre las posiciones de Gadafi pretenden establecer, desde afuera pero utilizando la aplastante maquinaria de guerra del imperialismo, una nueva correlación de fuerzas en el campo de batalla. Impidiendo el abastecimiento del ejército rebelde y castigando y debilitando al ejército de Gadafi, el imperialismo norteamericano y europeo pretenden crear un inestable equilibrio de fuerzas, para obligar a ambos bandos a establecer un “alto al fuego” e iniciar un proceso de negociación política.

El general Carter Ham, jefe del Mando Unificado Africano de Estados Unidos con sede en Sttutgart, Alemania, ha dicho sin vacilaciones que: “En el marco de la misión, tal como está formulada actualmente, puedo vislumbrar que se llegue a un estancamiento en el cual nosotros alcancemos los objetivos militares y aun así persista el actual liderazgo (libio) (…) No tengo la misión de atacar a esa persona (Gadafi) ni de determinar su paradero (…)”

Y para que no quepan dudas cual es la estrategia militar del imperialismo, el jefe de Estado Mayor de EEUU, almirante Michael Mullen, aseguró que "la campaña militar es limitada y un resultado potencial es que Gadafi siga en el poder (…) No puedo decir cómo acabará esto desde un punto de vista político (…) no vamos a poner tropas sobre el terreno. Esto no es una ocupación (…) no se trata de echarle del poder" admitiendo además que la operación militar "podría terminar en tablas", es decir, en un empate, que es lo que en realidad persiguen y tratan de imponer.

Embargo de armas

La creación de una zona de exclusión aérea por el momento “excluye una fuerza de ocupación extranjera de cualquier tipo en cualquier parte del territorio libio”. La zona de exclusión área abarca los territorios de los dos ejércitos, por esta razón Abdelfatah Yunes, ex ministro del interior del gobierno de Gadafi, y ahora jefe militar del ejército rebelde, ha mostrado su preocupación al declarar que la exclusión aérea “debe ser eficaz, pero no debe ser aplicada contra nosotros, sino contra las regiones occidentales", es decir, contra los territorios bajo el control de Gadafi.

Un aspecto poco difundido de la infame e imperialista Resolución No 1973 es que “convoca a todos los Estados miembros, en particular los estados de la región, actuando a escala nacional o a través de organizaciones o acuerdos regionales, con el fin de garantizar el estricto cumplimiento del embargo de armas establecido por los párrafos 9 y 10 de la resolución 1970 (2011), a inspeccionar en su territorio, incluidos puertos marítimos y aeropuertos, y en alta mar, los navíos y aviones procedentes de la Yamahiriya Árabe Libia o que se dirijan a ella (…)”

Este embargo de armas no es solo contra el gobierno de Gadafi sino, fundamentalmente, en contra del ejército rebelde, que pelea una grave situación de desventaja militar, no por la falta de combatientes, sino por la falta de armas y municiones. Al establecer un signo de igualdad entre ambos ejércitos, el imperialismo norteamericano y europeo intenta influir en los resultados de la guerra civil, evidentemente que para mantener el control sobre el petróleo de Libia.

La naturaleza de la dirección del CNT

La principal debilidad de la lucha militar contra Gadafi, no reside en la falta de armamento, sino en la naturaleza burguesa del Consejo Nacional de Transición (CNT), compuesto en su mayoría por ex funcionarios del régimen de Gadafi, más otras organizaciones que han nacido al calor de la insurrección popular.

La falta de un programa claro, que contenga las reivindicaciones sociales y democráticas más sentidas del pueblo libio, debilitan la lucha militar, pero lo que más la debilita son las ilusiones de creer que las fuerzas del imperialismo les van a dar la victoria militar, cuando en realidad está ocurriendo todo lo contrario: que quieren es pacificar Libia y crear un gobierno de unidad nacional, pero sin la odiada figura de Gadafi.

No obstante, se debe diferenciar las limitaciones de una dirección burguesa, timorata, del empuje de las masas insurrectas que es el factor decisivo que ha mantenido con vida la insurrección, a pesar de la brutal contraofensiva desatada por Gadafi.

El discurso nacionalista e islamista de Gadafi

Por su parte, Gadafi ha comenzado a manejar un discurso a veces conciliador y a veces nacionalista y revolucionario, con el claro objetivo de derrotar la rebelión popular y evitar los mortales ataques militares del imperialismo norteamericano y europeo.

Para evitar la desmoralización que provocan los bombarderos, Gadafi arenga a sus tropas y les dice: “No dejaré esta tierra. Moriré aquí como un mártir. Soy el líder de la revolución hasta el final, no un presidente que abandona su puesto. Este es mi país. Soy un guerrero beduino que trajo la gloria a los libios".

Posteriormente dijo. “Vamos a abrir los arsenales y armar a todos los libios (…) el Mediterráneo y el norte de África se han convertido en un campo de batalla (…) Libia se saldrá de la alianza internacional contra el terrorismo, nos aliamos con Al Qaeda y declaramos la guerra santa (…) Estamos preparados para una larga guerra".

Este discurso está destinado a inflamar el nacionalismo árabe, en momentos en que casi todos los países de la Liga Árabe han cerrado filas con Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, es poco probable que este discurso nacionalista e islamista de Gadafi cale entre las masas libias que han soportado una brutal dictadura y que comprenden que ha llegado la hora de la liberación.

Contener a los rebeldes

No hay dudas que la zona de exclusión área es apenas un primer peldaño de la agresión militar imperialista contra la revolución en curso, y persigue el claro objetivo de debilitar la capacidad militar de Gadafi, para forzarlo a un alto al fuego, negociar su salida del poder e imponer el final de la guerra civil.

En las actuales circunstancias, el bando más perjudicado es el ejército rebelde que pelea en condiciones militares desventajosas y que necesita armas y municiones, y que no puede obtenerlas por el embargo de armas general contra Libia.

La exigencia del retiro de Gadafi

En un reciente discurso, Obama expuso que a “Gadafi no le faltan opciones: EE UU, Reino Unido, Francia y los estados árabes exigimos un alto el fuego definitivo. Gadafi debe parar a sus tropas para que no lleguen a Bengasi. Debe restablecer agua y electricidad y permitir que la ayuda humanitaria llegue a Libia. Estas exigencias son firmes, no son negociables".

En su visita a Chile, Obama ha reiterado que "la política de Estados Unidos sigue siendo que Gadafi tiene que irse". La estrategia del imperialismo está muy clara: negociar la salida de Gadafi, pero salvando el aparato de poder que este ha manejado porque es la única garantía de contener la revolución en curso. Las presiones del imperialismo al exigir la salida de Gadafi procuran aislar a este del entorno del gobierno y del poder.

Contra la agresión imperialista, por el triunfo de la revolución

Pero una cosa son los planes imperialistas y otra, muy diferente, es cómo evoluciona la realidad. Como siempre ocurre en una guerra civil, los acontecimientos se precipitan independientemente de la voluntad de los protagonistas.

Susan Rice, embajadora norteamericana en la ONU, ha confirmado que Estados Unidos deben estar "preparados para contemplar pasos que, quizás, vayan más allá que una zona de exclusión aérea, ya que la situación sobre el terreno ha evolucionado y una zona de exclusión aérea tiene limitaciones inherentes en términos de protección de civiles en riesgo inmediato".

El imperialismo norteamericano y europeo contemplan todas las opciones posibles, en su plan preestablecido, que pasa por evitar el triunfo de la revolución en Libia y obligar a Gadafi a una negociación para ponerle fin a la guerra civil, evidentemente dejando a un lado las aspiraciones del pueblo de Libia de edificar una nueva república.

Por esta razón, el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llama a los trabajadores centroamericanos y del mundo a movilizarnos y luchar por lo siguiente:

1.- Llamamos a rechazar la Resolución No 1973 adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU, a exigir el retiro inmediato de los aviones y buques que atacan el territorio libio. ¡¡Fuera la aviación imperialista del espacio aéreo libio!!

2.- Sin deponer las armas y sus banderas de lucha, llamamos a ambos bandos de la guerra civil a estar listos a repeler de manera conjunta cualquier incursión de tropas imperialistas en suelo de Libia, si llegase a producirse una invasión terrestre.

3.- Es preocupante observar que casi no hay movilizaciones en Estados Unidos y en Europa, ni en los países árabes, contra los bombardeos y la agresión imperialista en Libia. Eso significa que la propaganda del imperialismo ha calado en las mentes de millones y que debemos librar una dura batalla para aclarar el significado de la actual estrategia imperialista.

4.- Llamamos a desarrollar una amplia movilización en contra de la agresión militar contra Libia, no para defender al tirano Gadafi, sino para evitar que el imperialismo termine instrumentalizando al ejército rebelde, y con ello estrangulando la revolución en curso.

5.- El ejército rebelde necesita armas y municiones. Llamamos a los trabajadores de Estados Unidos y la Unión Europea, de Rusia y China, y de todos los países árabes, a movilizarse para exigir a sus respectivos gobiernos que reconozcan el ejército rebelde como una fuerza beligerante con derecho a recibir armamentos y municiones, y cualquier tipo de ayuda militar y logística, sin ningún tipo de condicionamientos políticos.

Solo con la movilización internacional, especialmente de los trabajadores de los países árabes, evitaremos que el imperialismo norteamericano y europeo utilice al ejército rebelde como un rehén en las negociaciones que la ONU pretende adelantar en Libia.

 

Centroamérica, 21 de Marzo del año 2011

Secretariado Ejecutivo Centroamericano (SECA)

Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)

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