Por Manuel Sandoval
La visita de Bukele puso de relieve que Cháves no le llega ni a los tobillos. El oligarca salvadoreño es más inteligente y mejor demagogo. Cháves estaba muy tranquilo en Zapote, hasta que Bukele le dio un giro a su visita, montando un operativo de ayuda “humanitaria” a los damnificados de los temporales por el revés que tuvo cuando los diputados y los magistrados del Poder Judicial se negaron a recibirlo, lo que le quitaba relevancia internacional al viaje. A partir de ese momento hemos visto a Cháves visitando las zonas inundadas.
Aliándose a Cháves (con el que se dice que va a impulsar un partido en CR), Bukele buscaba ganar más protagonismo a nivel internacional en el campo de los gobiernos de extrema derecha de América Latina, con vistas al proceso que se abre con la llegada de Trump al poder. La ofensiva de Trump contra los inmigrantes ilegales en Estados Unidos (aunque puede ser que no pase de gestos limitados como terminar el muro en la frontera, porque al fin y al cabo son los gobiernos demócratas los que han expulsado más inmigrantes) tiene que estar preocupando a Bukele y los gobiernos del resto de Centroamérica, porque las economías y la estabilidad de estos países dependen de las remesas que envían los inmigrantes, principalmente desde Estados Unidos.
Probablemente muchas lectoras y lectores no saben que el fenómeno de las maras se originó en Los Ángeles y otras ciudades gringas cuando muchachos marginales, hijos de inmigrantes salvadoreños, fueron expulsados hacia El Salvador a partir de los noventas. La expulsión masiva de inmigrantes centroamericanos desde Estados Unidos se convertiría en una bomba de tiempo en la región.
Bukele está buscando apoyo internacional para posicionarse como interlocutor de Centroamérica en el proceso que se abre con Trump, que va a necesitar que los gobiernos de México y Centroamérica frenen a los inmigrantes. Con mano dura para no permitir más migrantes probablemente Bukele espera sacarle algunas ventajas a Trump.
Hasta dónde el caudillo costarricense va a aceptar un papel de segundón frente a alguien que debe ver como su igual, es una apuesta insegura. Ideológicamente son de la misma formación neoliberal, pero Cháves es de origen modesto y su ascenso social está marcado por su rol al servicio del Banco Mundial. Es un tecnócrata bastante cerrado e inculto.
Bukele, por el contrario, como parte de una oligarquía que se vio amenazada por el levantamiento popular de los ochentas y tuvo que cooptar al estado burgués como parlamentarios y gobernantes a los comandantes guerrilleros del FMLN, tiene una visión del mundo más amplia y una experiencia política más rica y cínica. Alaba, por ejemplo, al régimen cubano por su control policial de la población. Inició su carrera política como Alcalde de las municipalidades de Nuevo Cuscatlán primero y de San Salvador después con el apoyo del FMLN, y cuando les ganó la base electoral, los hizo leña denunciándolos por corruptos.
El gobierno de Bukele NO ES LA EXCEPCIÓN a la corrupción que se genera dentro de cualquier Estado burgués, pero por las características dictatoriales de su gobierno (apoyado en el ejército) la frena un poco y la sabe esconder. Puede jactarse de que “donde nadie roba, la plata alcanza”, porque para NO TOCAR AL CAPITAL (alcahueteado con una carga fiscal baja), los servicios de Salud, Educación y Seguridad Social que brinda el Estado salvadoreño a las mayorías populares siguen siendo pésimos.
En los sectores medios reaccionarios de CR pueden envidiar la realización de Miss Universo en El Salvador, pero por más retroceso en las condiciones de vida que hay en nuestro país, las mayorías populares del resto de CA siguen deseando vivir como en CR. Aquí se comen los tres tiempos, en El Salvador sólo se hace una comida o dos al día. Los Malls y los centros comerciales de lujo no son la expresión de cómo se vive en un país.
El punto fuerte de Bukele es su guerra contra las maras. En la visita a La Reforma, que terminó siendo su principal actividad en CR, pudo vanagloriarse de las aplastó y Cháves se declaró abierto, “con toda humildad”, a que le diera consejos en la lucha contra la violencia pandillera.
En otras notas hemos señalado que en la guerra contra las maras fueron detenidos miles de habitantes de los barrios marginales, que se encontraban accidentalmente en las calles durante los operativos policiales. Según los periodistas que cubrieron las declaraciones de Bukele, éste reconoció que 8 000 gentes fueron detenidas injustamente. Es una cifra que han dado a conocer organismos independientes y hasta la Iglesia Católica en algún momento habló de varios miles. Poco críticos (por decir lo menos), nuestros periodistas no le preguntaron a Bukele si estas gentes, que sufrieron todo tipo de vejámenes y torturas en la megacárcel, van a ser indemnizadas por su detención ilegal durante año, año y medio, o incluso más porque algunas no han sido liberadas hasta el día de hoy. SU DELITO ES SER POBRES. El Congreso títere de Bukele impuso estado de excepción y suspensión de garantías individuales para encarcelar masivamente sin procesos judiciales que lo justificaran. Históricamente, para la oligarquía salvadoreña los pobres, los campesinos y los trabajadores no cuentan como ciudadanos.
Peor aún, más de 300 personas han muerto por castigos físicos y maltratos en la cárcel, con total impunidad de las autoridades. Son 300 crímenes sin investigación alguna que manchan a Bukele.
El oligarca salvadoreño asimila pobreza a delicuencia, porque es parte de la oligarquía que mantiene al pueblo salvadoreño en la miseria y la sobre-explotación, originando el problema de la violencia social y la delicuencia. La mega cárcel donde señaló que hacinó a 40 000 presos sin ventanas, patio, ni duchas (aunque en realidad se ha dicho que encerraron a más de 80 000), es un campo de exterminio. Decenas de miles de jóvenes que no han cometido crímenes de sangre, que no eran parte de los sicarios de las maras, se pudren y sufren hambre, porque según él privilegia los derechos de la gente honrada por sobre los de los criminales.
La gente honrada de la que habla Bukele (gentes como Rocío Aguilar, los Arias, los amigos de Cháves que están destruyendo los humedales del Caribe y otros) deberían estar en la cárcel de Bukele, junto a unos 800 con condenas por asesinatos y violaciones, y algunos centenares más de criminales sin procesar. Sin embargo, tanto en El Salvador como en Costa Rica, las gentes honradas a las que sirve Bukele no van a la cárcel. El Estado (hecho a medida de las necesidades de la burguesía que detenta el poder) las protege.
En La Reforma a Bukele se le escapó algo esclarecedor. Los presos no consumen ni carne ni pollo porque SERÍA INMORAL QUE VIVAN MEJOR QUE UN TRABAJADOR PROMEDIO. Nuevamente, ningún periodista fue capaz de extraer lo que esto implica: EL NIVEL DE VIDA DE LAS GRANDES MAYORÍAS POPULARES EN EL SALVADOR ES MUY MISERABLE. No comen ni carne ni pollo … o para ser más precisos: “muy poco”.
Por supuesto que todo esto le importa un pepino a nuestro Caudillo, que vimos en las pantallas gesticulando grotescamente para exigir que los presos en CR no coman “ni carnita ni pollito”. Aunque lo que le entusiasmó más de los consejos de Bukele, fue que hizo la mega cárcel por sí y ante sí. Nuestro Cháves está empeñado en utilizar los fondos del Estado sin ningún control previo de la Contraloría y los organismos que supervisan el gasto público. Esto es lo que más le envidia a Bukele.
Creímos que el dictador salvadoreño iba a La Reforma a conocer algún programa de rehabilitación de los reos, porque pese al estrangulamiento financiero que sufre el sistema penal costarricense todavía se mantienen algunos programas de alfabetización y capacitación laboral EJEMPLARES. Sin embargo, ni Cháves ni él se acercaron a conversar con ningún reo. Su intención era levantar su política de exterminio de los presos.
¡Que se guarde sus consejos! En este país no queremos parecernos a El Salvador de barbarie y degradación humana extrema para mantener los privilegios y la explotación de la oligarquía salvadoreña.