Luis Guillermo Solís, primer presidente de Costa Rica por el PAC

Por José René Tamariz Corea

Luis Guillermo Solís, como candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC), llegó a la Presidencia de la República con la más alta votación de la historia de Costa Rica. Un poco más de un 1,3 millones de votos. Esta histórica y gran votación le ha dado una fuerte credibilidad y legitimidad entre amplios sectores de la población. Sin embargo, el PAC solamente obtuvo 480 mil votos a nivel de la Asamblea Legislativa, constituyendo la segunda bancada parlamentaria desde el punto de vista numérico, ya que la primera la conforma el Partido Liberación Nacional (PLN) con 18 diputados. Esta gran diferencia entre la votación a la Presidencia de la República y al Congreso y la cantidad de diputados obtenidos por el PAC, constituye la primera gran debilidad del gobierno de Solís, ya que está sometido a las presiones de otras fracciones y obligado a hacer concesiones en las negociaciones y pactos

Por otro lado, aunque la alta votación de Solís constituye una gran fortaleza de este gobierno, ese resultado es frágil y volátil, ya que en la actualidad no existen, como en el pasado, lealtades políticas partidarias estructurales y permanentes; esto se constituye en otra fuerte debilidad del actual gobierno. La desaparición del bipartidismo (PLN-PUSC) es la más clara y contundente manifestación de la crisis del sistema de partidos políticos, base sobre el cual se asentaba el funcionamiento fluido del Estado, régimen y gobiernos en Costa Rica. El surgimiento del sistema multipartidista, y por ende, de los partidos emergentes, como el PAC, es endeble, raquítico y sin cohesión; lejos de resolver los grandes y serios problemas que enfrenta la población, ha empantanado y empeorado los problemas tanto de la población como del sistema económico, social y político.

¿Por qué triunfó el PAC?

El triunfo y ascenso al poder del PAC y Solís es el producto de la combinación de múltiples factores, que ha generado un descontento masivo en la población. Entre esos factores se encuentran, la corrupción generalizada y masiva del aparato del Estado por parte de los partidos tradicionales (PLN-PUSC); el estancamiento de la pobreza por dos décadas continuas; el crecimiento año tras año de la desigualdad y, por ende, el aumento de una pequeña capa de empresarios súper ricos y la incapacidad de las diversas instituciones estatales de brindar servicios básicos de calidad a la ciudadanía. Un ejemplo de ese “estilo de desarrollo” lo constituye el sector privado, en donde el número de multimillonarios aumentó de 85 a 100 del 2012 al 2013 “Un estudio de la firma Wealth X, originaria de Singapur, detectó que la cantidad local de individuos que registra como mínimo $30 millones en activos pasó de 85 a 100 en los últimos meses. Estos millonarios serían poseedores de cerca de $14.000 millones, un 16,7% más de lo reportado en 2012 y alrededor de una tercera parte del Producto Interno Bruto (PIB) del país.” (Semanario El Financiero N° 950, del 16 al 22 de diciembre del 2013, página 12). Asimismo, en el país se encuentra un reducido y selecto grupo de individuos denominados de “alta renta” que “… registran ingresos mensuales por encima de los $60.000”, es decir que tienen ingresos mensuales por más de ¢ 30 millones al mes (Ídem).

La base estructural y económica del descontento social y político de la población está determinado por el “nuevo estilo de desarrollo”, iniciado, desarrollado y consolidado desde los años 80 que ha producido una sociedad cada vez más desigual, excluyente y menos democrática. La democracia en una sociedad no solo se mide por las libertades formales, políticas e individuales, sino también por los derechos económicos, es decir, las relaciones económicas y el trabajo. Lo anterior significa tener asegurado el derecho a un trabajo digno para todas las personas, lograr un salario mínimo que permita la subsistencia de los trabajadores y sus familias, obtener una jornada de trabajo que no sea extenuante y embrutecedora, que permita el tiempo para que los trabajadores participen activamente en la política. Todo esto no existe en Costa Rica.

La gran cantidad de personas que le dan su voto al Presidente Solís, lo hace no porque sean bases del PAC, sino bajo las grandes expectativas de que su gobierno resuelva los grandes problemas generados por ese injusto y desigual “estilo de desarrollo” impuesto desde los años ochenta. La gran votación a favor de Solís, no es un cheque en blanco otorgado por la ciudadanía hacia él, su partido y gobierno, sino que, en el fondo, está condicionado al cumplimiento de las promesas realizadas durante la campaña electoral, así como en la solución de los graves problemas de la injusta distribución de la riqueza y de las posesiones materiales que se han producido en detrimento de las grandes mayorías a lo largo de 30 años.

Una “tregua política”

La población de forma espontánea le ha otorgado al Presidente y su gobierno un chance y tiempo prudencial para que resuelva los problemas que son graves y serios. En los hechos se vive una especie de “tregua política” que, potenciada por la política de conciliación y confianza de las dirigencias sindicales en el gobierno de Solís, ha disminuido significativamente el nivel de lucha y de movilización de los trabajadores y otros sectores populares en contra del nuevo gobierno. El otorgamiento de algunas “concesiones” materiales a los trabajadores (ajustes salariales), al movimiento estudiantil (incremento del FEES), aumento del régimen de pensiones no contributivas (15%) y algunas poses favorables hacia el movimiento diversidad, han logrado, con el apoyo de las dirigencias de esos sectores, prevenir y desmontar las movilizaciones, luchas y huelgas, bajando significativamente el nivel de conflictividad social, es decir, de la lucha de clases. Además, la política del gobierno de montar mesas de diálogo y negociaciones con los diversos sectores sociales apunta a prevenir y evitar las luchas y movilizaciones. No obstante, así como el gobierno de Solís ha creado grandes expectativas, de no cumplir sus promesas y resolver los problemas que aquejan a la población, asimismo puede ser su desgaste, deterioro y caída.

El gobierno pierde confianza

La pérdida de confianza del gobierno de Solís en los primeros cien días fue mayor que cualquier gobierno anterior. Según el Semanario Universidad “El arranque del gobierno de Solís reportó la caída más grande en la confianza de los consumidores en sus primeros 100 días, al pasar de 49,6 puntos de confianza en mayo a 43,7 puntos para el mes de agosto”. (Semanario Universidad, 03/09/14). Esta pérdida de confianza en el gobierno de Solís fue compensada coyunturalmente por las denuncias de corrupción que realizó el Presidente de la República en su discurso de los 100 días brindado el jueves 28 de agosto.

Sin embargo, una reciente encuesta de CID-Gallup, muestra una nueva caída en el respaldo de Solís. Éste pasó de una opinión favorable del 65% al 61% del mes de mayo al mes de setiembre. Ese respaldo se ubica entre los más bajo de las tres últimas administraciones (Pacheco, Arias y Chinchilla). Estas encuestas solo son sintomáticas de lo que puede ser el futuro inmediato del gobierno de Solís si no cumple con sus promesas.

¿Cuál es el proyecto de Solís?

En una entrevista realizada al Presidente Solís por el periódico “La Nación”, él esboza su proyecto político estratégico para Costa Rica. Él plantea que su proyecto es “Recuperar el Estado social de derecho es recuperar el centro costarricense. Nunca hemos tenido miedo a un Estado benefactor y potente. Hay que recuperar la conciencia de que hay que invertir en la gente, y eso es algo que habíamos hecho desde hace mucho, por el modelo de desarrollo y por la ineficiencia. Hay programa clientelares que no estaban cumpliendo”. (La Nación, 05/09/14). Está claro el proyecto económico-político, el cual pretende resucitar el Presidente Solís. Sin embargo, la pretensión de Solís es como la de querer revivir un muerto. No es viable. Debemos recordar que la “Segunda República”, creada y desarrollada por el bando triunfador, encabezado por José Figueres Ferrer, en el conflicto político-militar del año 1948, impuso el denominado “Estado benefactor”. En el fondo y en los hechos, este fue el resultado de la lucha de clases más intensa que se ha producido en la historia nacional.

En el fondo, el proyecto de Solís es tratar de que convivan el modelo neoliberal y el Estado social de derecho, lo cual es imposible. Es una visión y concepción típicamente pequeñoburguesa, irrealizable. Como parte del intento de revivir el cadáver del Estado benefactor, el gobierno de Solís está aumentando el presupuesto en un 24% para el año 2015 del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). De ahí que “El Gobierno dará prioridad a la producción de arroz, frijoles, maíz blanco, carnes de res y de cerdo, leche, papa y cebolla…”. (La Nación, 12/09/14). Esta política apunta a apoyar a los sectores pequeños y medianos productores del sector rural, es decir, a la pequeña burguesía del campo. Asimismo, el gobierno de Solís tiene como política a nivel centroamericano, tratar a este mercado como una extensión del mercado interno. De conjunto su política apunta a potenciar y desarrollar el mercado interno.

Para volver al “Estado benefactor” el Presidente Solís tendría que desmantelar toda la estructura estatal, institucional y política creada y desarrollada por el neoliberalismo, encabezado y dirigido por el PLN-PUSC, desde los años 80. Lo anterior significaría, en primer lugar, sacar del aparato del Estado “… a los sectores empresariales y a un conjunto de fundaciones y asociaciones de tecnócratas estrechamente vinculados con las cámaras empresariales,… cuyos integrantes son reconocidos dirigentes de los partidos Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana se han valido del control monopólico de la institucionalidad estatal para hacer valer sus intereses sectoriales como si fueran el interés general, lo que representa un proceso novedoso de corporatización de sectores estatales..”. (Blanco, 2014: 5). En segundo lugar, también significaría cambiar el llamado “estilo de desarrollo”. Todo ello conllevaría a un enfrentamiento con la oligarquía, la burguesía y el imperialismo, lo cual Solís, su partido y su gobierno burgués no están dispuesto a realizar.

Las contradicciones del gobierno de Solís

Producto del intento timorato de realizar algunas medidas en la dirección de implementar su proyecto de “Estado social de derecho” y, por ende, de “invertir en la gente”, así como de otras poses socialdemócratas, el gobierno de Solís enfrenta contradicciones y ataques tanto internos, dentro del PAC, dirigidos por el diputado Ottón Solís, como externos: cámaras empresariales, diario La Nación, calificadoras de riesgos y partidos burgueses de oposición. Estas contradicciones y ataques se han manifestado tanto por el ajuste salarial al sector privado y sector público (2,35% y 4,14%, respectivamente), como por el incremento del 14% del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) y por el aumento del 18,9% del presupuesto de la República para el año 2015. En estas críticas y contradicciones coinciden, en unas sí y en otras no, los sectores internos y externos al gobierno. Como se puede observar, los sectores corporativos neoliberales no están dispuestos a aceptar y permitir ni siquiera que el gobierno de Solís “invierta en la gente”, aunque sea un poquito.

Sin embargo, existen críticas y contradicciones hacia el gobierno de Solís que son propias de la burguesía y sus cámaras empresariales. Entre otras, se encuentran los siguientes señalamientos: el levantamiento del veto de la calle 13, las dos medidas del plan anti evasión fiscal, contempladas en el Proyecto para Mejorar la Lucha contra el Fraude Fiscal y la retención, por parte de los bancos a todos los comercios, del 2% por todos los pagos que se realicen con tarjetas de débito y crédito, esto último, debido a la presión de los banqueros será reducido al 1,77%. Al final, todas estas contradicciones y presiones de los diversos sectores neoliberales, tanto dentro del PAC como externas, terminarán llevando al redil neoliberal al gobierno de Solís. El margen de maniobra de Solís es limitado y su capacidad para seguir haciendo concesiones económicas, producto del alto déficit fiscal y bajo crecimiento económico, se agotan rápidamente, lo cual lo llevará a una política neoliberal pura.

Caracterización del gobierno de Solís

En realidad, desde el punto de vista sociológico, el gobierno de Solís es un gobierno de la pequeño burguesía académica, ilustrada. Tanto por la composición física y social este es un gobierno de las clases medias. Por un lado, el 34% del gobierno está conformado por académicos de la UCR y la UNA. Un 24% está integrado por mandos medios de los ministerios e instituciones públicas que, probablemente pertenecen o pertenecían al PLN-PUSC y se pasaron al bando ganador. Un 8% de los integrantes del gobierno provienen directamente del sector privado, aunque no existe dentro del gobierno ninguna figura o personaje puesto directamente por sectores empresariales.

Por otro lado, desde el punto de vista de la base social de apoyo, el gobierno de Solís es un gobierno de sectores de clases medias de las zonas centrales del país. El triunfo de Solís y del PAC constituye un hecho y fenómeno del valle central. Recordemos que la votación tanto de Solís como del PAC fue muy baja en las zonas costeras, ubicándose en segundo o tercer lugar en esas zonas, de ahí que el PAC no logró sacar diputados en Guanacaste, Puntarenas y Limón, lo cual también constituye otra de las debilidades del nuevo gobierno.

Sin embargo, desde el punto de vista político-programático es un gobierno que representa los intereses generales del sistema capitalista, ya que sostiene dicho sistema y su modelo neoliberal, aunque tenga contradicciones con este último. Es decir, el gobierno de Solís constituye claramente un gobierno burgués, que pretende ubicarse en el centro, entre la derecha y la izquierda. Este intento de ubicación política y social y de su aspiración de proyecto político, Estado social de derecho y Estado benefactor, choca con la realidad del modelo de desarrollo existente y el cual dirige.

El gobierno de Solís: entre las mentiras de la campaña y… la realidad

Todas las promesas realizadas durante la campaña electoral por Solís crearon grandes expectativas en grandes sectores de la población que votó por él. Entre esas promesas destacan los ofrecimientos de generación de empleos, disminuir la pobreza, otorgar viviendas, bajar las tarifas eléctricas, no aplicar durante los primeros dos años de su mandato planes fiscales y otras mentiras más. A escasos cuatro meses de su mandato el Presidente de la República, Luis Guillermo Solís, se ha tenido que tragar todas sus mentiras electorales prometidas durante la campaña electoral y, por ello, la población comienza a perder la confianza en su gobierno. Las dos mentiras más evidentes han sido la de bajar las tarifas eléctricas y la de los planes fiscales.

El 1 de abril Solís dijo “No quiero bajar la luz dentro de seis meses. Debe ser ¡YA!”. (La Nación, 06/06/14). Sin embargo, el flamante Ministro de la Presidencia, Melvin Jiménez, el jueves 3 de julio declaró con desfachatez que “Tenemos cuatro años (para bajar tarifas)” (Ídem). El día 27 de enero, durante un debate televisivo, Solís declaró con “seriedad” que en los dos primeros años de su mandato no habría planes fiscales, pero a escasos cuatro meses ya está preparando y enviando a la Asamblea Legislativas sus primeras propuestas de planes fiscales, convertir el impuesto de ventas en impuesto al valor agregado y otras iniciativas. Tamañas mentiras y engaños a la población han sido las promesas de Luis Guillermo Solís, que sus verdaderos planes y la realidad se están encargando de desenmascarar y evidenciar.

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