buques

Por Eduardo Villalobos

El gobierno de Laura Chinchilla se ha caracterizado por un gran aumento de las acciones represivas en contra de los jóvenes y los trabajadores.

Tenemos que recordar los episodios ocurridos en el traspaso de poderes, la invasión del campus universitario, la represión contra los estudiantes del liceo Vargas Calvo, amén de los operativos de la policía en barrios y comunidades al estilo de tropas de ocupación.

El pretexto: el supuesto combate a la delincuencia y el narcotráfico.

Si bien estos dos flagelos golpean con fuerza a la sociedad costarricense, la solución para ambos no se encuentra aumentando los presupuestos de seguridad, la cantidad de efectivos de la fuerza pública ni con la declaración de “guerras” contra el narco. Los espejos en los que podemos mirar son muchos pero en especial el de México y de Colombia, que luego detallaremos.

Sin embargo la motivación fundamental de la presencia de las tropas de ocupación estadounidenses se encuentra en otro lado. Como se sabe, el interés de los gringos por el asunto del narcotráfico se ve tamizado por sus intereses políticos y no por el moralismo del consumo y tráfico de estupefacientes.

El asunto Irán- Contras en la década de los 80 mostró la cara real del gobierno yanqui que no dudó en utilizar las drogas como medio de pago para financiar la contra revolución nicaragüense.

El plan Colombia y la doctrina de seguridad de los Estados Unidos

Los Estados Unidos,  luego de la derrota infringida a la revolución centroamericana vía los acuerdos de Esquipulas y luego el de Contadora, enfiló sus baterías hacia el sur del continente  por varias razones.

La primera fue el conflicto en Colombia que data desde  los años 40’s del siglo XX y que polariza la sociedad colombiana. Esta polarización implica el control de zonas del territorio por parte de una organización de izquierda, las FARC. La dualidad de gobierno en Colombia, luego de la salida de los marines de la zona del Canal de Panamá, con su Comando Sur, implicó el reacomodo de fuerzas militares en la región.

Por un lado, la base militar de Palmerola en Honduras que cumplió un rol de suma importancia para el entrenamiento de fuerzas de la contra, asegura la presencia en territorio centroamericano.

Por otro lado, la base Manta en Ecuador,  aseguró en el territorio del sur, la presencia militar imperialista en una  base en un territorio “neutral”. Esta base dejó de funcionar en el año 2009, debido a la negativa del presidente Correa de renovar la continuidad de las operaciones.

El plan Colombia se diseñó como un plan para combatir el narcotráfico en la región. Sin embargo los resultados son poco exitosos desde el punto de vista de la producción y consumo de estupefacientes. La producción de coca en el período del 2000 al 2006 aumentó en un 15% y la producción de cocaína aumentó un 4%, lejos de las metas del plan que consistían en bajarlos un 50%.

Durante este proceso de implementación del plan, también el imperialismo se acercó a la cúpula de las FARC para negociar una salida política, al mismo tiempo que impulsaba las milicias fascistas de las Autodefensas Unidas de Colombia y el gobierno de ultraderecha de Álvaro Uribe.

Pero el objetivo era otro, asegurar la presencia militar de los Estados Unidos por medio de la creación de la necesidad de bases en el territorio colombiano y la destrucción operativa de las FARC. Los golpes efectuados por el ejército colombiano a la estructura de las FARC han sido un trabajo de inteligencia que sólo puede ser explicado a partir de la presencia de la inteligencia imperialista, es decir la CIA en el territorio colombiano.

La implementación del plan también propició un desastre humanitario y un golpe a los sectores campesinos e indígenas. Estos  grupos han planteado sus reivindicaciones de reforma agraria y protección a los cultivos de coca.  Sólo en este período cerca de 180 mil colombianos han sido desplazados, aparte de numerosos crímenes en contra de dirigentes de las organizaciones sociales y sindicales.

A partir de los años 90 y principios del siglo XXI, algunos gobiernos de América del Sur giraron a la “izquierda”. Las contradicciones interburguesas y las movilizaciones de las masas hicieron que este fenómeno se reflejara electoralmente y gobiernos populistas asumieran el poder en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, etc. El gobierno de Chávez por ejemplo es la cara más visible, así como el de Evo Morales en Bolivia que representa a los campesinos indígenas cocaleros.

Dentro este marco, el gobierno estadounidense busca “acordonar” el área por medio del restablecimiento de bases en territorios con gobiernos sumisos. En este caso los gobiernos de Costa Rica y Colombia encabezan la lista.

Colombia alberga marines y personal militar yanki en 7 bases militares y por su parte, el gobierno de Laura Chinchilla hará lo propio.

Lo que viene

El gobierno de Chinchilla, vía la Asamblea Legislativa aprobó el patrullaje conjunto de las fuerzas militares gringas y costarricenses como mencionamos anteriormente con el pretexto del narcotráfico. En esto se debe señalar a los partidos políticos que votaron favorablemente, el PLN, el Movimiento Libertario y los legisladores cristianos.

Sin embargo cuando se ve la cantidad de presencia militar en el país, el panorama cambia y es evidente que lo que se pretende es el establecimiento de una base militar en suelo nacional. A partir de este momento podrán llegar a nuestro país 50 navíos de guerra (destructores, portaviones y otros similares) más de 13 mil soldados, aviones y helicópteros de guerra. Para ampliar más el desastre y la violación a la soberanía nacional, los militares estadounidenses contarán con inmunidad total por los actos que cometan en suelo nacional.

Es decir, se les está entregando el territorio nacional a las fuerzas yanquis, que podrán actuar como fuerza de ocupación sin ningún control más que el de las autoridades militares yanquis.

Los esfuerzos por evitar esta flagrante violación constitucional vía la Sala IV, no serán suficientes sin una movilización decidida de todos los sectores opuestos a este acto.

En esto debemos ser amplios pero no ingenuos. En el pasado muchos de los partidos que ahora se oponen a la llegada de los buques votaron el arribo de naves de guerra  a nuestras aguas y suelo en el contexto de la guerra en contra de Nicaragua. Por esa razón, los trabajadores y el pueblo no pueden confiar ahora y deben encabezar la movilización.

Unidad de acción para defender la soberanía centroamericana

Es urgente que la movilización salga a partir de un encuentro sindical y popular que tome una agenda que sintetice los puntos más sentidos y urgentes. El gobierno de Chinchilla ha empezado poniendo un rostro de diálogo pero la realidad es otra.

El tema salarial, por ejemplo es un punto importante de las luchas que debemos dar. El ajuste por costo de vida por medio de la fórmula del cálculo de la inflación anterior es insuficiente. Aparte de esto el tema de la minería a cielo abierto, el proyecto Crucitas, tal y como lo dice la Sala IV, es potestad del ejecutivo eliminar este proyecto. Si sumamos el asunto del agua como derecho humano fundamental, encuadramos todos los aspectos y vemos que la soberanía no es sólo un asunto político, sino es un asunto de sobrevivencia, recuperar el agua, preservar la naturaleza y nuestro salario.

El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) llama a todas las organizaciones de izquierda, populares, de derechos humanos, ambientalistas a que definamos una agenda común y desde las bases activar la oposición a todos estas medidas que tienen en vilo a nuestra población.

Fuera bases militares norteamericanas de Centroamérica

La presencia de la flota norteamericana en aguas de Costa Rica nos hace recordar que la presencia militar norteamericana se mantiene. Existen bases militares en Honduras y Panamá, sin mencionar el complejo sistema de espionaje electrónico montado en la región, con auxilio de satélites que ni siquiera podemos mirar en el firmamento.

La base militar de Palmerola  en Honduras es una reminiscencia de la guerra civil y la intervención imperialista en Centroamérica, en la década de los años 80. Las bases militares en Panamá, tienen más de un siglo de estar hollando el suelo panameño, desde que los Estados Unidos arranco esa porción del territorio a Colombia, para crear la republiquita de Panamá y construir el canal interoceánico. Panamá hoy es parte de Centroamérica, y como tal la izquierda centroamericana debe incorporar a su programa político la necesidad de expulsar las bases militares norteamericanas de territorio centroamericano, solo así podremos llevar a cabo la magna tarea de proclamar la independencia política en relación a la dominación semicolonial del imperialismo, y reunificar la patria centroamericana en una sola nación, bajo la forma de un Estado federal socialista.

 

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