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Las duras enseñanzas de las últimas elecciones en El Salvador

Una semana después de la culminación de las elecciones legislativas y municipales, realizadas el pasado 1 de Marzo del año en curso, no se conocen los resultados oficiales. Existe mucho ruido en los medios de comunicación salvadoreños en torno a la falla del sistema informático, sobre las impugnaciones de los partidos minoritarios, sobre una posible intervención de la Fiscalía, y hasta sobre la posible culpa de la Sala Constitucional por haber dictado las sentencias que obligaron a reformar el sistema electoral en El Salvador.

Todo este escándalo mediático es una cortina de humo para ocultar temporalmente lo que realmente está ocurriendo tras bastidores. A diferencia de las elecciones presidenciales del 2 de Febrero del año 2014, esta vez el derechista partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) no ha impugnado las elecciones, ni ha convocado a mítines de presión sobre el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para que se pronuncia sobre el fraude o que publique los datos oficiales del resultado electoral.

Esta inusual moderación de ARENA, con alguno que otra declaración explosiva de sus dirigentes, nos indica que se están produciendo negociaciones secretas entre el gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el partido ARENA, en torno al resultado electoral.

Después de un tortuoso camino iniciado con los Acuerdos de Paz en 1992 hasta la fecha, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que en El Salvador no se ha instaurado la democracia, sino un corrupto sistema bipartidista entre ARENA y el FMLN, que a pesar de los constantes roces, contradicciones y reacomodos, implica compartir las instituciones.

Bajo estas condiciones, los resultados electorales no reflejan ya la voluntad popular. El antidemocrático sistema electoral, a pesar de las reformas de última hora, no garantiza la participación democrática de la mayoría de la población. Nuevamente ha participado menos de la mitad de la población apta para votar, lo que refleja una decepción con el sistema político. El FMLN en el gobierno ha resultado incapaz de propiciar estos necesarios cambios del sistema electoral, y más bien trata vanamente de imponer su hegemonía con los mecanismos antidemocráticos que por más de dos décadas utilizo el partido ARENA.

ARENA se resiste a morir, a pesar de su crisis escandalosa, los resultados preliminares indican que este partido gobernara la mitad de la población, con el control de una importante cantidad de municipios, además de llevar una ligera ventaja dentro de la Asamblea Legislativa.

¿Por qué ARENA da signos de recuperación? Muy sencillo, después de dos gobiernos del FMLN (Mauricio Funes y Salvador Sanchez Cerén) la mayoría de la población no observa cambios significativos, y más bien un retroceso de los niveles de vida. AL no existir una alternativa revolucionaria creíble ante las masas, una parte de ellas cae bajo el somnífero discurso demagógico de la derecha arenera, y vuelve a votar contra el FMLN, pero por una opción derechista. En cierta medida, el fracaso del FMLN le da oxígeno a la derecha, y crea condiciones para su retorno al gobierno.

Quienes rechazamos el antidemocrático sistema electoral salvadoreño, llamando a votar nulo, estamos en la obligación de crear esa alternativa revolucionaria, que rescate las heroicas tradiciones de lucha de la guerrilla, el enorme sacrificio del movimiento obrero. De manera democrática, en conjunto con otros grupos y fuerzas revolucionarias, debemos crear esa Coordinadora de la izquierda revolucionaria, como primer paso para crear esa necesaria alternativa política que saque a El Salvador y resto de Centroamérica del abismo donde se encuentra.

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