Por Ernesto Gutiérrez

El día jueves 22 de marzo debieron haberse realizado las elecciones estudiantiles en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Es lícito señalar que las mismas ya se habían pospuesto, dado que  se realizarían el 15 de noviembre del año anterior. Sin embargo, ante los vicios presentados durante el proceso y la exclusión de los frentes y movimientos independientes, que generaron varias denuncias y reacciones entre los estudiantes, el proceso fue suspendido a través de un acuerdo entre las autoridades universitarias y los distintos movimientos estudiantiles. Dicha suspensión se realizó con la pretensión de crear todas las condiciones necesarias para la participación estudiantil, no obstante, dichas condiciones no se garantizaron, al contrario no existió la voluntad política entre las autoridades para promover un proceso transparente y verdaderamente democrático.

 

La naturaleza de estas elecciones

En diversas ocasiones manifestamos la verdadera naturaleza de las elecciones, lejos de ser un proyecto que consolidara los organismos democráticos de la UNAH, era una hábil maniobra de las autoridades universitarias para integrar a los representantes estudiantiles a los distintos consejos y juntas de dirección universitaria. Pero esta integración no sería el resultado de un amplio debate y acuerdo, sino que se realizaría a través de la imposición electoral. La misma ley electoral no fue el resultado de un amplio debate, al contrario, la integración de la Junta Nacional Electoral se hizo de forma arbitraria e inequitativa, dado que no se encontraban en ese organismo todos los frentes estudiantiles.

Pese a nuestros llamados de alerta, nunca se logró establecer un consenso entre los frentes estudiantiles para emprender un proyecto democrático participativo, incluyente que involucrara los distintos frentes, movimientos y candidaturas independientes, en una palabra: las distintas expresiones estudiantiles de la Universidad. Fueron las razones anteriores, las que determinaron la no participación y no vinculación del Movimiento Amplio Universitario (MAU) en el proceso, por considerarlo impositivo, antidemocrático e ilegal. No obstante, a nuestro juicio se hacia necesario su participación activa en la denuncia y crítica del proceso. No bastaba con aislarse, se requería una actitud más combativa.

Pugnas y luchas por el poder

Durante el proceso, evidenciamos las distintas expresiones políticas dar a luz sus pretensiones por el control de algunos organismos de dirección estudiantil. El Frente Unido Universitario Democrático (FUUD), de derecha, organizó sus bases a partir de la colaboración externa de algunos miembros del Partido Nacional en el poder y de la derecha hondureña. La Fuerza Universitaria Revolucionaria (FUR) desplegó su campaña con la colaboración del Partido Unificación Democrática (UD), y el Frente de Reforma Universitario (FRU), emprendió el proceso bajo la orientación de algunos dirigentes del Partido Libertad y Refundación (LIBRE) que dirige el ex presidente Manuel Zelaya. Pese a la diversidad de orientaciones, podíamos encontrar algunos elementos coincidentes: la necesidad de controlar los fondos de los organismos de dirección de la Universidad.

Contrariamente a esta actitud, desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA) propusimos la conformación de un bloque unitario entre los frentes progresistas y de izquierda de la UNAH. Sin embargo, esta política de unidad de acción no fue posible, ya que los intereses de los frentes tradicionales se oponían a la constitución de un organismo amplio y democrático. En más de una ocasión vimos enfrentamientos violentos entre militantes de los frentes estudiantiles. Evidentemente, esta lucha férrea e intolerancia política fue promovida por las autoridades universitarias.

Imposición y control de las autoridades

Ante la no realización del proceso, y ante las posibles acciones de movilización de los estudiantes universitarios, las autoridades decidieron suspender el proceso y la actividad académica a nivel nacional. Pero no bastaba la suspensión, era evidente que las condiciones de participación no estaban garantizadas: nunca se emitieron en su totalidad los carnets estudiantiles, no se orientó a los estudiantes en los mecanismos de elección, entre otras cosas. Pero lo más peligroso del proceso fue que el Consejo de Dirección Universitaria resolvió autorizar a la Rectora de la Universidad nombrar de dedo a los representantes estudiantiles.

Por todo lo anterior, desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), hacemos un llamado a los estudiantes universitarios para conformar un bloque unitario de lucha para no aceptar esta imposición de las autoridades universitarias. Los estudiantes deben decidir democráticamente quienes son sus dirigentes, no la rectoría. Por otro lado, se hace necesario convocar a Asambleas Estudiantiles, por facultades, escuelas o carreras, hasta culminar en una asamblea nacional, y de esa manera determinar las reglas y condiciones del proceso electoral. En otras palabras, que sean los estudiantes los responsables directos en convocar y crear las condiciones necesarias para la participación estudiantil. Evidentemente, jerarquizando la integración y propugnando la más amplia participación.

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