Por: Magdalena D’ paz       

El proceso electoral dentro de toda democracia burguesa es entendido formalmente, como el conjunto de actos fijados a partir de la constitución y legislación electoral, en donde se establecen los diferentes procedimientos, las autoridades electorales, los partidos políticos y la participación activa de los ciudadanos.

Cuando el funcionamiento en el régimen político marcha normal, existen garantías del reparto de las diferentes funciones del Estado (mal llamado división de poderes, porque el poder burgués no se parte, sigue siendo uno a través del Estado), por eso las elecciones libres se vuelven en una noción que se pregona y persigue en el mundo burgués moderno; es sinónimo de amplia participación entre las diferentes facciones de clase burguesa expresadas dentro de los partidos políticos, en donde a través de plataformas electorales atraen al pueblo, a veces con dadivas, promesas  e incluso con ciertas concesiones.


La renovación electoral ante la pérdida de confianza       

Como lo dijo León Trotsky: “la democracia burguesa está en bancarrota histórica”, es decir, para conservar su propia existencia, en determinados momentos se autoliquida para preservar el estatus quo ostentado históricamente por la clase dominante, en este momento se da el paso del imperio de la ley al imperio del arbitrio, aparece la figura del Bonaparte quien como figura popular se alza por encima de las clases como un árbitro, así evita el descalabro total de la institucionalidad del Estado burgués e impide la acción directa en masa por las clases subalternas.

Esto pasó justamente en El Salvador, Nayib Bukele, emergió en consonancia con el hartazgo popular hacia el bipartidismo (FMLN y ARENA). En treinta años de posguerra, se impuso el neoliberalismo, apareció la violencia de las pandillas, además de estos, otros sucesos y fenómenos fueron generando sucesivamente la desconfianza en el sistema bipartidista. Como válvula de escape y recuperación de la confianza del pueblo en las urnas, se refrescó la oferta electoral que antes estaba polarizada, se vino abajo el bipartidismo treinteno, apareció el color cyan conformado por la alianza de Nuevas Ideas y Gana, aliados eventuales en esta nueva composición, y nuevas figuras surgieron como la voz del equilibrio orgánico (Nuestro Tiempo y PAIS).

Cuidadosa y paciente preparación de la reelección

El 3 de marzo del año 2024 se realizarán las elecciones para presidente y vicepresidente de la República, diputados al Parlamento Centroamericano (PARLACEN), diputados para la Asamblea Legislativa (AL), y miembros de Consejos Municipales (Alcaldes y Concejales), para este sufragio general el tribunal supremo electoral ha diseñado el Plan de Elecciones 2024 (PLAGEL 2024), el cual es el conjunto de los programas diseñados para este fin. Lo más destacado de este evento no será el desarrollo del contenido de la PLAGEN 2024, sino el significado real de estas elecciones, las que son el trámite para la continuidad del bukelismo, dictadura en curso que se arraigará con el acometido de la reelección, cuyo camino fue abierto legalmente a través de ilegalidades.

Todo Comenzó el 1° de mayo de 2019 cuando se destituyeron los magistrados de la sala de lo Constitucional y fueron impuestos otros afines la bukelismo, quienes mediante la Sentencia Número 1-2021 de fecha 3 de septiembre de 2021 habilitaron la reelección presidencial inmediata, pese a que las normas pétreas de la Constitución expresamente lo prohíben. Un día después de emitida esta sentencia el TSE dijo que acatará esta resolución. El 15 de noviembre el TSE con cuatro votos a favor desestimó declarando improcedentes dos recursos de nulidad ante la inscripción de Nayib Bukele, como candidato presidencial. 

Lo que debemos valorar y discutir     

No caigamos en las trampas del embaucador Bukele, quien con algunas obras y espectáculos despierta el fanatismo de muchas personas, pero como cualquier burgués solo representa a su grupo empresarial. La discusión de cara a las elecciones de 2024 debe pasar por el rechazo a la farsa electoral (voto nulo o inasistencia), así como la preparación de la lucha insurreccional contra la dictadura.    
         

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