Por Manuel Sandoval

Costa Rica es el mayor exportador mundial de piña: suministra casi el 65% de esta fruta en el mercado internacional, monto que alcanza un 90% con relación al mercado yanqui. Una producción cercana a los 3,4 millones de toneladas, un área sembrada de 43 000 Has., 30 000 empleos directos y exportaciones por más de $1 000 millones. Si no fuera por el alto costo ambiental del cultivo industrial (con el empobrecimiento del suelo y la contaminación que genera en los ríos y los bosques aledaños por el uso excesivo de pesticidas y abonos químicos) podríamos pensar que la exportación de piña es un gran negocio para el país. Equivocarnos y creer también que socialmente tiene un peso parecido al de la producción cafetalera, que todavía cuenta con un sector importante de pequeños y medianos productores.

Esto, sin embargo, resulta falso porque la estructura productiva del sector es muy diferente: la producción para la exportación se concentra en algunas plantaciones de trasnacionales fruteras o de capitalistas de la región mesoamericana (que como sabe el lector a menudo exportan piña y coca a la vez). Según datos de la Cámara Nacional de Productores y Exportadores de Piña (CANAPEP), quedarían 65 fincas en el sector y las 44 fincas de capitalistas asociados a la CANAPEP dan cuenta del 83% de la producción. Pequeños y medianos productores nacionales han ido abandonando la producción piñera, combinándola con otros cultivos o reduciéndola mucho. (Nos da la impresión que CANAPEP ni los registra).

Aunque las exportaciones cayeron un 5% en el 2022; afectadas por el encarecimiento de fletes y las dificultades de transporte en medio de la recuperación económica post pandemia, esto no significa que el negocio haya estado mal. El año pasado se regresó al promedio que han tenido las exportaciones del 2017 al 2023 (2,15 millones de toneladas) e igualmente importante: los precios se han mantenido estables (con un aumento del 1%).

Todo el sector de la agroexportación recibió apoyo importantísimo de Carlitos Alvarado durante la pandemia gracias a que con la flexibilización de la jornada laboral (pagar por horas para evitar despidos), desapareció el salario mínimo, abaratando el costo de la mano de obra. Aunque la medida se suponía que era temporal, con el Ministerio de Trabajo omiso ha pasado a ser permanente. Combinándose con el sistema de subcontratación de trabajadores nicaragüenses (porque la mano de obra falta en la agro exportación), que testaferros de las empresas introducen ilegalmente al país para pagarles cualquier miseria, sin que las empresas den la cara. Esta es la verdadera razón de la bonanza del sector. NO ES LA PIÑA ROSADA, NI LA AZUL. ES LA EXPLOTACIÓN DESCARNADA DE LOS TRABAJADORES NICAS Y COSTARRICENSES CON LA COMPLICIDAD DEL MINISTERIO DE TRABAJO.

Los empresarios son tan carebarros, sin embargo, -por algo hay mucho narco entre ellos- que presionan por un dólar con el tipo de cambio más alto, alegando que están en problemas para pagar la planilla de sus trabajadores porque con un dólar devaluado se les encarece pagarla en colones. ¡Se queja así gente que explota salvajemente a los trabajadores y paga muy poco en impuestos (están exentos del pago del impuesto sobre la renta) porque tienen un régimen especial, como el de los bananeros, por unidad (caja exportada) y valor de la misma.

A riesgo de extendernos mucho y que mi amigo Magoo no nos lea, para ilustrar lo anterior queremos terminar con una situación de “la vida real” en los campos piñeros, de las que se generan en medio de cascabeles y pizotes:

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A estas alturas de enero y después de la campaña del Ministerio de Trabajo en diciembre pasado insistiendo en que es obligación legal de los empresarios de pagar el aguinaldo, a los trabajadores de una finca en Pital de San Carlos que los trabajadores alegan que es de IMPROCSA, se les adeuda una semana de trabajo, el aguinaldo y las prestaciones legales. La finca (que antes era de FRUVER) estaría por venderse de nuevo (por deudas acumuladas) razón por la que se suspendió la producción y se les despidió.

Los trabajadores se quejan de que la oficina del Ministerio de Trabajo en San Carlos no garantiza la defensa de sus intereses, de que es una agencia de los empresarios piñeros para calmarlos y empantanar sus reclamos laborales. Para colmo de males, la Asociación Solidarista (como ocurre en muchas empresas, porque las directivas se dejan manipular por la patronal) invirtió los fondos de los trabajadores en un supermercado en Pital y con la venta del mismo se dice que sólo se va a recuperar el 40% de los fondos.

En torno a las fincas que los trabajadores alegan que son del mismo grupo hay una nebulosa sobre el propietario (lo que es bastante común en el medio) y algunas han recibido visitas policiales en investigaciones sobre las andanzas del narco.

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