Pensamiento Crítico


Por Nasser Echeverría

La Conferencia de Seguridad de Múnich fue creada en 1963, cuando todavía se desarrollaba el boom de la economía capitalistas, después de finalizada la segunda guerra mundial. Con el tiempo, bajo una crónica crisis del sistema capitalista, esta Conferencia se ha transformado en el conclave más importante a nivel internacional, que reúne los principales líderes para debatir el tema de la seguridad y la defensa de sus países.

La conferencia se realiza en Munich, capital del Estado de Baviera, Alemania, el primer fin de semana del mes de febrero. En el año 2017 reunirá a más de 500 líderes a nivel mundial. Lo que parece una torre de Babel, por las diferentes personalidad y mentalidades ahí reunidas, en realidad se ha convertido en un foro de discusión de los principales problemas que aquejan al sistema capitalista. Es un organismo paralelo y por fuera de la Organización de Nacionales Unidas (ONU), cuya importancia reside precisamente en la informalidad y crudeza de los temas que ahí se debaten.

Un crudo informe: “Grietas en el Orden Internacional Liberal”

Por motivos de espacio, resulta imposible copiar las citas más importantes en este artículo. Por ello, nos vemos forzados a colocar los párrafos más importantes, para ilustrar al lector.

El informe para la Conferencia de Munich de este año 2017, parece redactado por marxistas, pero esto es una ilusión, aunque debemos reconocer que la descripción de la situación internacional se aproxima bastante a la realidad. El lenguaje y estilos utilizados son propios de los lastimeros defensores de una democracia burguesa que sucumbe ante la prolongada crisis del capitalismo.

Veamos lo que dicen. “El mundo se enfrenta a un momento antiliberal. En el occidente y más allá, las fuerzas antiliberales están ganando terreno. Desde dentro, las sociedades occidentales se ven preocupadas por la aparición de movimientos populistas que se oponen a elementos críticos del status quo liberal-democrático (…)

Los últimos doce meses han sido un rotundo rechazo del statu quo. En varias elecciones y referendos, los forasteros políticos tuvieron éxito, mientras que el “establishment” recibió grandes golpes. Los partidos populistas son ahora parte del gobierno en una docena de democracias occidentales. E incluso en los países donde los populistas sólo reciben una pequeña parte de los votos, a menudo ejercen una influencia decisiva cambiando el debate o presionando a los principales partidos para que adopten diferentes agendas políticas. Los factores económicos pueden explicar parte del aumento populista: La mayoría de los ciudadanos de las economías industrializadas se han estancado o disminuido entre 2007 y 2014. Sin embargo, en los Estados Unidos, por ejemplo, los análisis demuestran que "no eran dificultades económicas sino ansiedad por el futuro que hizo que la gente votara por Trump".

De la ofensiva neoliberal …

Un poco antes de 1990, cuando se produjo el derrumbe de la URSS, se inició una feroz ofensiva neoliberal que abarcó a todos los países. Estados Unidos apareció como la potencia triunfadora. Se llegó a hablar, incluso, de un mundo unipolar dominado por Estados Unidos. Los postulados de ese momento eran esencialmente dos: apertura de los mercados y la firma de tratados de libre comercio en todos los países, y un marcado énfasis en la instauración y defensa de la democracia burguesa, las libertades y la defensa de los derechos humanos. El neoliberalismo económico estaba asociado al liberalismo político.

30 años después, los resultados son diferentes. La hegemonía de Estados Unidos, lejos de imponerse como la principal potencia imperialista, ha tenido que compartir el lugar con imperialismos emergentes como China y Rusia. El plan de Bush de rediseñar el Medio Oriente no funcionó, y Rusia ha consolidado su influencia en países claves como Irán, Irak, Siria y ahora coquetea con Turquía. Rusia y China tienen capacidad de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU.

… a la ofensiva antineoliberal

Con el estallido de la crisis financiera del año 2008, se ha iniciado un fenómeno contrario. Dentro de las potencias imperialistas surgen movimientos que denuncian al neoliberalismo, pero desde una visión derechista. Se quejan de los efectos del neoliberalismo, se vuelcan al nacionalismo, rechazan a los trabajadores inmigrantes. Los estúpidos ataques terroristas en Europa y Estados Unidos, por parte de las organizaciones yihadistas (financiadas por Arabia Saudita, aliado de Estados Unidos), refuerzan estas tendencias nacionalistas, reaccionarias.

La ofensiva neoliberal en el plano económico está dando paso al fenómeno contrario, el surgimiento de los proteccionismos económicos. Por efecto de la ley del desarrollo desigual, algunos países han desarrollado su industria, como los casos de China e India, solo para citar los ejemplos más relevantes, que resulta más productiva y competitiva que los propios países imperialistas. Para evitar que la competencia destruya las industrias obsoletas, surgen los movimientos proteccionistas, una negación parcial del capitalismo neoliberal.

El triunfo del Brexit en Inglaterra y el triunfo de Trump en Estados Unidos, son los ejemplos más relevantes, de este ascenso de los movimientos nacionalistas reaccionarios, que han logrado cautivar a una parte de la clase obrera y la clase de los principales países imperialistas. Este rechazo a los efectos devastadores de la crisis económica, es capitalizado por oscuras fuerzas derechistas, que el informe clasifica como “nacionalismos”.

La decadencia de la democracia burguesa liberal

El informe toca un aspecto crucial, que debe interesarnos a todos: “(…) El surgimiento de los populistas se ha convertido rápidamente en un desafío sistémico que amenaza con socavar el orden internacional liberal que las democracias liberales mundiales han construido y mantenido desde el final de la Segunda Guerra Mundial”

La alerta es clara: estamos llegando al fin de la democracia burguesa en algunos países imperialistas, las que fueron instauradas al finalizar la segunda guerra mundial, y que pudieron consolidarse durante décadas de boom económico, el cual ha llegado a su fin.

Sin soporte económico, la democracia burguesa no puede funcionar. No hemos llegado al extremo de instauración de gobiernos fascistas (como Musolini y Hitler) porque la crisis económica ha tenido una caída constante, que ha logrado ser diferida, evitando la recesión generalizada a nivel mundial. Pero la decadencia lenta y sostenida de Europa y Estados Unidos, es evidente. El proyecto de la Unión Europea se desgarra y solamente Alemania se sostiene como una potencia imperialista vigorosa y dominante. En Francia, el crecimiento del movimiento nacionalista y derechista de Marie Le Pen, es un claro síntoma del fenómeno de reacción derechista ante la crisis de la democracia burguesa.

A lo anterior, habría que agregar la derechización de muchas fuerzas y partidos de izquierda, que pretenden competir con el nacionalismo reaccionaria utilizando el mismo lenguaje, acomodándose el fenómeno de reacción, negándose a combatirlo.

El polo “autoritario”.

El informe de la Conferencia de Seguridad de Munich sostiene que “hay una reacción cultural contra el llamado "globalismo" del que proviene la oleada populista. La principal línea divisoria de la política va cada vez menos entre izquierda y derecha, sino que se produce entre un polo cosmopolita liberal y un autoritario populista (o incluso xenófobo)”.

El populismo de derecha, que cobra auge en una Unión Europea y Estados Unidos en crisis, encierra, según los autores del informe, una fuerte tendencia autoritaria. Este es quizás el aspecto central del informe. Reconoce que la crisis del capitalismo está generando tendencias autoritarias, que atentan contra las libertades democráticas, pero no plantean ninguna solución al respecto. Solo de limitan a describir el fenómeno, y derramar lágrimas por una democracia burguesa que ya no funciona ni atrae a las masas.

Ese polo populista autoritario conducirá, más temprano que tarde, a la formación de regímenes bonapartistas, que pueden ser la antesala del fascismo. Todo dependerá la agudización de la crisis del capitalismo y de la repuesta de la izquierda y de la clase obrera.

Las órdenes ejecutivas de Trump, por ejemplo, de construir un muro para evitar la inmigración, así como la prohibición de entrada de refugiados provenientes de seis países musulmanes, son los primeros tímidos intentos por imponer un gobierno fuerte dentro de Estados Unidos, con mayores poderes para el presidente, por encima de los equilibrios del establishment.

Los autores del informe se lamentan que el gobierno de Estados Unidos ya no habla de “derechos humanos”, ni de la necesidad de defender la democracia, y critican abierta a Trump por su coqueteo con Putin, que encarna un régimen autoritario.

Diferentes autores marxistas, entre los que destaca León Trotsky, ya habían alertado de la tendencia a regímenes bonapartistas (autoritarios) en periodo de crisis del capitalismo, y cuando la democracia burguesa se torna incapaz de brindar soluciones duraderas y estables.

Los efectos en América Latina

La imposición de estos regímenes autoritarios o bonapartistas dependerá siempre de la lucha de clases en cada país y de la evolución de la situación internacional. Hasta el momento, el crecimiento de estas fuerzas nacionalistas reaccionarias se ha producido en el plano electoral, lo cual es muy volátil.

Las encuestas en América Latina indican que una buena parte de la población está dispuesta a sacrificar las libertades democráticas, con tal de recuperar niveles de seguridad y mejorar el nivel de vida y empleo. Algo imposible bajo la crisis del capitalismo, pero el fenómeno comienza a cristalizar en la medida que se producen cambios de gobierno, sustituyendo los gobiernos nacionalistas reformistas de ¡izquierda” (Brasil y Argentina, por ejemplo), por gobiernos cada vez más derechistas que aplican planes económicos brutales contra los trabajadores.

En Centroamérica, la expresión más clara de este fenómeno reaccionario lo constituye el gobierno de Daniel Ortega, a pesar que el sandinismo viene de una tradición revolucionaria. Un aspecto interesante de este fenómeno es la derechización de las direcciones guerrilleras que están en el gobierno, como es el caso del FMLN o del FSLN, que aplican planes neoliberales. El FMLN anhela imponer un régimen fuerte, pero no puede pelear contra la Sala Constitucional y la derecha agazapada en el Estado, por ello trata de cumplir el mismo rol de la derecha, conciliando con ella.