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Después de la derrota en Honduras:

¿Viene un giro a la derecha en Centroamérica?

La derrota pacifica del movimiento de Resistencia en Honduras fue posible no por la tozudez de Roberto Micheletti, sino mas bien por las vacilaciones de la conducción del Frente Nacional de Resistencia, específicamente de los sectores ligados al presidente Manuel Zelaya, que privilegiaron la negociación con los golpistas por encima de la movilización callejera.

El problema es que la derrota en Honduras produce un cambio en la correlación de fuerzas en Centroamérica. Un gobierno ligado al ALBA fue derrocado, y la derecha catracha se encuentra envalentonada. Después de unas elecciones cuestionadas, cuyo resultado estaba previamente escrito, asume la presidencia  Porfirio Lobo, quien por el momento maneja un lenguaje conciliador pero que se apoyará indudablemente en el aparato del Estado y en los sectores sociales que promovieron el golpe del 28 de Junio.

Si a lo anterior le sumamos el hecho que el 3 de Mayo del 2009 Ricardo Martinelli, un derechista multimillonario, ganó las elecciones en Panamá, tenemos dos países en donde, con procesos políticos diferentes pero en una misma área geográfica, se han producido cambios de gobierno pero más hacia la derecha.

En Costa Rica, el gobierno de Oscar Arias derrotó al movimiento de masas que se oponía a la ratificación del CAFTA, no en las calles sino a través del referendo, y ahora se prepara para mantener la continuidad de su proyecto neoliberal a través de la candidatura de Laura Chinchilla Miranda, quien aparece como favorita en las encuestas para ganar las elecciones del próximo 7 de Febrero.

Los otros partidos burgueses que se oponen al gobernante Partido Liberación Nacional (PLN), como es el caso del Partido de Acción Ciudadana (PAC) de Ottón Solis, no representan una alternativa de izquierda, aunque manejen algunas críticas justas al sistema capitalista. El destino político de Costa Rica se decide entre las fracciones del viejo partido liberacionista, aunque no podemos dejar de expresar nuestra preocupación por el crecimiento de corrientes ultraderechistas como el Movimiento Libertario (ML).

En Nicaragua, el gobierno de Daniel Ortega se proclama de izquierda, se mantiene afiliado al ALBA, maneja un discurso estridente contra los Estados Unidos, pero aplica a pies juntillas las políticas neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI). En estas condiciones, en donde el gobierno sandinista aplica rigurosos planes de austeridad, y en la medida en que restringe las libertades políticas, observamos una fuerte tendencia a la polarización política y al crecimiento de la derecha que se mantiene en la oposición. Falta un año para las elecciones del 2011, pero el futuro político de Nicaragua sigue siendo sombrío.

En El Salvador se produjo el histórico gane del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), pero el gobierno de Mauricio Funes ha resultado ser mas timorato de lo previsto. En realidad tenemos un curso derechista del gobierno de Mauricio Funes y del FMLN.

Y si observamos al gobierno de Álvaro Colom, éste ha abandonado su discurso “progresista” y cada vez entra en componendas con los empresarios, aunque mantenga los programas de asistencia social.

No cabe la menor duda que mientras no se reanimen las luchas de los trabajadores y los jóvenes, vamos a tener que sortear una nueva coyuntura reaccionaria en la que los gobiernos de derecha se imponen  e imponen nuevos sufrimientos al movimiento de masas.