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HONDURAS.- ¿Logrará la oposición derrotar el continuismo en las elecciones de noviembre?

En la última década, Honduras ha sido sacudida por constantes convulsiones sociales. A manera de ejemplo, podemos citar 7 meses de lucha continua para revertir el golpe del 2009, la colosal lucha de los docentes en el 2010 y 2011 en defensa del INPREMA, las movilizaciones de las antorchas en el 2015 exigiendo una CICIH, la terrible convulsión social posterior al fraude electoral de noviembre del 2017, las movilizaciones de médicos y docentes en el 2019 en defensa de la salud y educación pública, etc.

En todas esas luchas el pueblo respondió combativamente, y por errores o ya sea actuaciones consientes de las conducciones de los partidos políticos tradicionales, el régimen dictatorial del Partido Nacional (PN) terminó imponiendo sus leyes y su ritmo. Cuando se encontraba acorralados por las protestas populares, el PN llamó a dialogar y las dirigencias políticas adormecieron a las masas, conduciéndolas a terribles derrotas.

Y así en medio de la enorme crisis económica y social, vamos a un nuevo proceso electoral en noviembre de este año. Nuevamente, las elecciones despiertan ilusiones sobre la posibilidad de tirar al traste a 12 años de gobierno del PN, dirigido por Juan Orlando Hernández.

La campaña electoral ha coincidido con el debate nacional sobre las ZEDES. El PN, apoyado por grupos de poder, los bancos y algunas iglesias, pretende vender la soberanía de Honduras en pedazos y por unas cuantas monedas

Vamos a elecciones sin que se haya aprobado una reforma electoral democrática. El Consejo Nacional Electoral (CNE) vino a sustituir al antiguo Tribunal Supremo Electoral (TSE), más por exigencias de los cooperantes externos que por presión interna. Los diputados del partido LIBRE a través de su “insurrección legislativa” en el año 2019, lograron que los concejales se distribuyeran entre los 3 partidos de mayor caudal electoral: PN, LIBRE y PLH.

El establecimiento e institucionalización del tripartidismo se ha convertido en la base fundamental para el continuismo del PN. Obviamente, la crisis económica y social, las protestas populares, ha erosionado el proyecto continuista del PN. Una muestra de esas grietas que se perciben es que hay síntomas de crisis y división dentro del gobernante PN.

El PN controló libremente las elecciones del 2013 y 2017, pero en esta ocasión, hay también signos de crisis y división entre los grupos de poder. Las concejales Rixi Moncada de LIBRE y Ana Paola Hall del PLH hacen múltiples esfuerzos para transparentar las elecciones. La repuesta de los diputados del PN no se hizo esperar:  boicotearon la aprobación del presupuesto adicional solicitado por el CNE para la aplicación del TREP (Transmisión de Resultados Preliminares) y la compra de tablas tecnológicas para el escaneo de las actas electorales.

Según la concejal, Rixi Moncada, con la aplicación de las TREP el fraude se ha desmontado en un 80 %. Sin embargo, lo único que puede abortar un nuevo fraude electoral es la participación decisiva de los votantes para cambiar al gobierno.

La guerra de las encuestas ya se inició, entre los candidatos más votados de los que se mencionan está Xiomara Zelaya de LIBRE, Nasry Asfura del PN, Salvador Nasralla del partido “Salvador de Honduras” y Yani Hidalgo Rosenthal del PLH, independientemente de quien arrojen las encuestas que va en primer lugar, el gran ganador es el voto independiente manifestado que “no sabe” por quién votar. Este segmento anda en más del 30 %, capaz e inclinar la balanza a cualquier lado.

La estrategia continuista del PN se ha basado en la dispersión de la oposición, en una alta abstención, que relativiza hacia arriba su voto cautivo. Si este esquema de dispersión de la oposición se mantiene, y ninguna de las opciones electorales actuales logra convencer a la mayoría de los votantes, el futuro es incierto.