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CENTROAMÉRICA- Retroceso en los regímenes democráticos y restauración de las fuerzas del viejo orden

En todo el mundo se debate acerca de la crisis de la democracia burguesa. La democracia liberal ha llegado a un punto de evidente agotamiento. Ya no se conquistan más derechos o beneficios sociales—como ocurrió después de finalizada la segunda guerra mundial--, sino que estos derechos (seguridad social, empleo y salarios, etc.) se restringen cada vez más.

 

En América Latina, el auge de gobiernos “nacionalistas”, mal llamados “progresistas” (1999-2019) fue una pequeña excepción a la regla. El boom de los precios internacionales de materias primas, permitió repartir algunas migajas en el marco de regímenes democráticos que, en la medida que la crisis se acentuó, fueron adquiriendo rasgos bonapartistas y hasta dictatoriales, como ha sido el caso de Venezuela bajo el gobierno de Maduro.

Pero en términos generales, saltando las particularidades de cada proceso nacional, el desencanto de los votantes se hace sentir por todos lados. En Europa, por ejemplo, ante la desaparición o debilitamiento de partidos de izquierda reformistas (comunistas y socialdemócratas), las masas populares, agobiadas por la crisis del sistema capitalista, votan mayoritariamente por partidos derechistas, racistas y nacionalistas, incluso fascistoides.

El ascenso de Donald Trump al poder en Estados Unidos en 2016, refleja ese desesperado intento de demoler el tradicional poder y equilibrio del Congreso, para imponerse como el nuevo emperador del mundo; la presidencia de Jair Bolsonaro en Brasil en 2019, y las victorias electorales de Boris Jonhson en Inglaterra en 2019 son los ejemplos mas relevantes, de este fenómeno mundial  de gobiernos y regímenes bonapartistas que intentan desmantelar las instituciones de la democracia burguesa liberal desde adentro. Esta ya no puede sostenerse en las aguas turbulentas de la crisis económica mundial.

Centroamérica no ha sido la excepción, sino que más bien la confirmación esa tendencia mundial, pero de manera dramática. Después de casi una década de firma y aplicación de los Acuerdos de Paz (1987-1996), las dictaduras militares fueron reformadas y se instauraron frágiles regímenes democrático burgueses en toda la región, con una particularidad: las antiguas guerrillas del FSLN, FMLN y URNG se habían transformados en partidos políticos de oposición (el FSLN de Nicaragua, que había sido gobierno en 1979-1990, pasó a la oposición).

La instauración de estos regímenes democráticos se produjo al mismo tiempo que de desataba la ofensiva neoliberal que privatizo total o parcialmente los servicios públicos, abrió las puertas de par en par al capital trasnacional y no pudo contener la infiltración del narcotráfico y la generalización de la corrupción en todos los ámbitos del poder.

La situación en Centroamérica era tan grave, que Estados Unidos promovió la creación de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) en 2006. En sus 13 años de actividad intentó combatir la corrupción y procuró ayudar a la reorganización del Estado. La CICIG fue clausurada en 2019, cerrando un ciclo político: las fuerzas más oscuras de la reacción, que habían sostenido el combate contra la insurgencia, volvieron a recuperar el terreno perdido bajo la presidencia de Jimmy Morales y ahora con Giammattei.

Algo similar ocurrió en Honduras, un país bajo el innegable control de los carteles del narcotráfico. La corrupción en Honduras es tan palpable, que dos presidencias del gobernante partido Nacional (Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández) están vinculadas directamente a la actividad del narcotráfico. (Un hijo de Porfirio Lobo y un hermano de JOH han sido condenados y están presos en Estados Unidos por narcotráfico). La MACCIH fue creada en 2016, después de la presión social ejercida por las multitudinarias marchas de las antorchas en 2015 y, a pesar de sus limitados poderes, dicho convenio no fue revalidado.

En El Salvador, después de que varios expresidentes han sido procesados por corrupción (Francisco Flores, Antonio Saca y Mauricio Funes), Bukele pretende calmar la tempestad con la creación de la CICIES, cuyas funciones son mucho más limitadas que la difunta MACCIH.

En Centroamérica estamos presenciando un enorme retroceso de los frágiles regímenes democráticos, creados después de los Acuerdos de Paz, y una restauración del poder de los grupos más derechistas en Guatemala, Honduras y El Salvador, aunque en este país ese fenómeno esta disfrazado con el rostro de Nayib Bukele.

En Nicaragua se ha producido un enorme retroceso de las libertades democráticas, con el aplastamiento de la insurrección popular en 2018 e instauración de una dictadura de rasgos fascistas. La derechización se tragó al propio FSLN. En Costa Rica se continúan aprobando leyes que restringen derechos democráticos de los trabajadores.