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¿Se inició una situación prerrevolucionaria en América Latina?

El mes de octubre del 2019 pasará a la historia como el punto de partida o inicio de una situación prerrevolucionaria en América Latina. Un temblor revolucionario recorre la cordillera de Los Andes y afecta a los gobiernos de Ecuador, Perú, Chile, Bolivia y Argentina.

Hace tiempo que los indicadores económicos venían anunciando la finalización del periodo de las vacas gordas que sirvió de sustento material de los llamados gobiernos “progresistas”.

 

El experimento chavista de pretender construir el “Socialismo del Siglo XXI” con los petrodólares del capitalismo, demostró ser un rotundo fracaso económico. La revolución bolivariana languidece, hambrienta y amenazada por enemigos externos como el gobierno de Estados Unidos y sus aliados, pero también asfixiada por dentro por la propia conducción chavista, que mantiene una férrea dictadura sobre el pueblo venezolano, impidiendo una salida revolucionaria a la crisis.

Desde el año 2018, Perú fue sacudida por una intensa pugna interburguesa que se trasladó a las calles, con poderosas movilizaciones contra la corrupción. La crisis institucional y los conflictos entre los bandos que pretendían atrincherarse en el Tribunal Constitucional (TC) obligaron al presidente Martin Azcárraga a inicios de octubre a disolver el Congreso y convocar a elecciones parlamentarias anticipadas, que anula las cuotas de poder del fujimorismo y otros partidos. Por el momento, el descontento popular ha sido desviado a la lucha contra la corrupción y a las urnas electorales, pero pronto emergerá con fuerza el verdadero motivo de la crisis política: la crisis económica.

Ecuador fue sacudido por un brutal paquetazo económico que cortaba el subsidio a los combustibles, provocando un alzamiento popular que, con poderosas movilizaciones, enfrentamientos callejeros y bloqueos de carreteras, tuvo al gobierno de Lenin Moreno al borde de su caída. Moreno echo pie atrás, retornó una tensa calma que volverá a estallar en cualquier momento, porque los problemas económicos no se han solucionado.

La gran sorpresa ha sido el estallido social en Chile, país que ha sido el paradigma del neoliberalismo. La lucha comenzó por la protesta estudiantil contra el alza de los pasajes del metro, aunque en realidad en los últimos años ha venido creciendo el malestar social contra las AFP y contra la educación privatizada. En Chile todos los servicios públicos están privatizados, pero los salarios son bajísimos. Como era de esperarse, los grandes medios de comunicación redujeron la indignación social a una maniquea conspiración castro-chavista, como en los tiempos de la guerra fría.

En Argentina, bajo el gobierno neoliberal de Mauricio Macri, no se produjo la esperada reactivación económica, sino que el país se hundió más, aumentando el hambre y el endeudamiento externo. Cinco huelgas generales y enormes movilizaciones populares fueron el preludio del reciente triunfo electoral del peronismo. El presidente electo Alberto Fernández resumió sucintamente la situación: “vienen años difíciles”. Argentina vive una crisis estructural, y bajo el sistema capitalista está condenada a la degradación constante.

En la olvidada Haití, las masas populares continúan sus protestas violentas contra el presidente Jovenel Moise.

Mientras una gran parte de los países de América Latina despiertan del letargo, y son sacudidos por una oleada revolucionaria, dos gigantes se mantienen relativamente estables: México y Brasil.

Hace pocos meses, Colombia fue sacudida por masivas protestas estudiantiles. Al terminar la guerra interna de más de 40 años, la burguesía canaliza el descontento a través de elecciones. La situación es precaria, pero el descontento popular se expresa en el surgimiento de nuevas fuerzas políticas.

En Centroamérica, la situación es de permanente ebullición social en los países del Triángulo Norte. En Nicaragua, la represión de la dictadura impide la protesta social, pero el país continúa cayendo en el vacío de la crisis económica. En Costa Rica la crisis fiscal obligó a los estudiantes universitario a salir a las calles, en defensa del fondo especial para la educación superior (FEES).

Este enorme ascenso revolucionario corre peligro por la ausencia de una dirección revolucionaria. En todos lados escuchamos los traicioneros llamados a los “diálogos” y “mesas de negociación”, que son un mecanismo para engañar a las masas.