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Algunas reflexiones sobre el significado de las caravanas migrantes

El primer contingente de la segunda caravana de migrantes hondureños que salió el pasado 13 de octubre de San Pedro Sula, Honduras, rumbo a la frontera de Estados Unidos, después de múltiples peripecias llegó finalmente a su meta. En chinelas, con la ropa básica, muchos migrantes, junto con sus hijos semi desnudos, intentaron vanamente cruzar el muro en la zona de Tijuana, Baja California Norte, frontera México-Estados Unidos.

 

Se toparon no solo con el enorme obstáculo del muro, sino que debieron lidiar con destacamentos de la Policía Federal de México y también con la Policía fronteriza de Estados Unidos. Esta última usó balas de goma y gases lacrimógenos para dispersar la avalancha de migrantes que intentaron pisar suelo norteamericano, para solicitar asilo. El incidente que cobró notoriedad mediática se produjo en la garita de El Chaparral, en la frontera de Tijuana con San Ysidro, territorio de Estados Unidos.

La caravana de migrantes hondureños logró cruzar todo el territorio de México, por una especial situación política que se vive en ese país, con motivo de la próxima toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), como nuevo presidente de México, el próximo 1 de diciembre del corriente año.

El equipo de transición y el propio AMLO mantuvieron una actitud amistosa y compasiva con la segunda caravana migrante. No obstante, AMLO ha manifestado su intención de que los migrantes hondureños se queden trabajando en México en los proyectos de obras públicas que su gobierno impulsará. Por una coyuntura excepcional, debido a que una buena parte de la mano de obra cruza la frontera para trabajar en Estados Unidos, existe escasez de mano de obra en el mercado mexicano. Al parecer, ante las dificultades de cruzar el muro fronterizo, una parte de los migrantes ha decidido quedarse trabajando en México.

La desgracia que viven los migrantes centroamericanos debe ser motivo de reflexión. Ya no estamos ante un natural proceso de migración, como ocurría hasta hace poco, en que nuestra gente se va a trabajar por un mejor salario y una mejor vida. La segunda caravana migrante refleja una enorme explosión social que expulsa decenas de miles a los caminos inseguros de la migración en la época Trump.

El Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras) refleja una enorme descomposición social que se traduce en un aumento de la violencia, de las maras o pandillas, y de la migración.

¿Pero que refleja realmente esta migración masiva? Refleja un acelerado proceso de destrucción de los Estados nacionales, cuando uno de los elementos centrales, la población marginalizada por la crisis capitalista, opta por abandonar su terruño en busca de una seguridad y una felicidad que ya no podrán encontrar en el “sueño americano”.

La segunda caravana migrante estuvo rodeada de solidaridad a su paso por México, aunque también encontramos expresiones de nacionalismo y racismo reaccionario en la ciudad de Tijuana, México, en contra de los desgraciados migrantes centroamericanos, que nos hizo recordar aquellos tiempos en que las tribus mexicas y aztecas perseguían a mayas y nahuas, obligándolos a migrar hacia el sur.

La izquierda centroamericana debe discutir el profundo significado de esta migración masiva que, de continuar produciéndose, terminará vaciando a nuestros pequeños países de un valioso tesoro: nuestra juventud obrera y campesina.

Si no hay trabajo ni comida, obviamente el impulso inmediato es buscarlo en otra parte, en otro país, pero, aunque algunos migrantes logren resolver este problema inmediato, en realidad los trabajadores migrantes centroamericanos formarían parte de la escala más baja del proletariado en Norteamérica, con escasas posibilidades de progresar económicamente.

Probablemente, la mejor salida no sería entrar al terreno inseguro de la migración, sino luchar contra los gobiernos de turno, para exigir trabajo y mejores condiciones de vida, preparando con ello la instauración de un gobierno de los trabajadores y de los sectores desarraigados y marginalizados por la crisis capitalista y la explotación imperialista