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Argentina.- ¿Se inicia el giro a la derecha en América Latina?

El resultado de las elecciones del pasado 23 de Noviembre en Argentina, era la crónica de una muerte anunciada. El derechista Mauricio Macri ganó, en segunda vuelta, con 51,7% de los votos al candidato oficialista Daniel Scioli que obtuvo el 48,2%, una distancia bastante corta, pero que permite un cambio de gobierno en ese país.

Con estas elecciones finalizan 12 años de gobierno Kichnerista, y un periodo de gobiernos populistas de izquierda en Argentina. Aunque todavía es prematuro afirmar que lo ocurrido en Argentina, --el vuelco de la mayoría del electorado hacia la derecha--, será la tendencia inmediata en el conjunto de América Latina, existen muchos factores que refuerzan esta probable y casi segunda tendencia.

El ascenso de Hugo Chávez al poder en 1999, abrió un ciclo de gobiernos burgueses nacionalistas en América Latina. Después siguieron los triunfos electorales de Lula en Brasil y de Néstor Kirchner en Argentina en 2003. El triunfo de Evo Morales en Bolivia en 2005. El triunfo de Rafael Correa en Ecuador y de Daniel Ortega en Nicaragua, en el año 2006. El triunfo del Mauricio Funes en El Salvador en el año 2009. Aunque todos estos gobiernos se autoproclamaban de izquierda, cada uno reflejaba diversos sectores de la burguesía latinoamericana, especialmente aquellos sectores ligados al mercando interno y duramente golpeados por las aperturas del libre comercio.

Estos gobiernos, en mayor o menor medida, proclamaron su lucha contra el neoliberalismo, pero en realidad lo que hacían era renegociar las cuotas de ganancias con las transnacionales imperialistas, como ocurrió con las “nacionalizaciones” en Venezuela, Ecuador y Bolivia.

Pero no debemos engañarnos, detrás de los estridentes discursos contra el neoliberalismo, en realidad se aplicaron los mismos planes de ajuste al estilo del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero con un elemento nuevo, como fueron los programas de asistencia social a los sectores más pobres. Trancazos y masajes.

La bonanza económica del boom de las exportaciones hacia China, los altos precios de las materias primas, crearon cierto bienestar que fueron la base económica de estos gobiernos populistas de izquierda. El secreto de este fenómeno es que los relativos superávit fiscales permitieron a ciertas fuerzas nacionalistas burguesas, contar con los recursos necesarios para subsidiar los programas de asistencia social que garantizaban la clientela electoral, y con ello ganar las elecciones.

El fenómeno más fuerte e impactante de este ascenso de gobiernos nacionalistas, que proclamaban la lucha contra el neoliberalismo, fue el chavismo. Pero el llamado Socialismo del Siglo XXI era una especie de gigante de barro asentado en un lago de petróleo. La llamada Alianza Bolivariana para los Pueblos de América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), cuyo epicentro siempre fue Venezuela, funcionó en la medida en que los flujos de petrodólares conquistaron las simpatías de algunos gobiernos. El desplome de los precios del petróleo trajo aparejado el desmoronamiento del ALBA. Actualmente el futuro de Venezuela es incierto. El ALBA se bate en retirada, mientras Cuba ha logrado finalmente el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y un alivio relativo del bloqueo.

Los datos estadísticos muestran que esta década (2003-2013) cerca de 50 millones de personas entraron al status de clase media, y la pobreza retrocedió en el conjunto de América Latina pero por efecto de incremento temporal del consumo. Lo que no reflejan las estadísticas es que la reducción de la pobreza también ha implicado una reducción de los niveles de vida de la clase media tradicional, y con ello el inicio de la derechización.

A descender los precios internacionales de las materias primas, por la desaceleración de la económica China, el principal comprador de materias primas, combinado con la agudización de la crisis del capitalismo, trajeron elementos de crisis en todos los gobiernos populistas de izquierda.

La base del actual giro a la derecha es el agotamiento del modelo exportador de materias primas, y el desgaste del discurso contra el neoliberalismo.

En Centroamérica, todavía no se sienten abiertamente los efectos directos del giro a la derecha, que ha iniciado en Argentina, pero muy probablemente ocurrirán, como ya se ha manifestado en las elecciones legislativas en El Salvador y la última elección presidencial en Guatemala. Solo nos queda prepararnos para la lucha, y para ellos debemos tener las ideas bien claras.