Internacionales

Por Armando Sosa

En diversos países del planeta, ciudades importantes como New York o el mayor empleador de Costa Rica como lo es el Ministerio de Educación han anunciado y puesto en práctica la vacunación obligatoria para poder continuar laborando o bien acceder a un puesto.

En otros, una medida que se acerca a la enunciada anteriormente consiste en rendir obligatorio la presentación de un Covid Safe Ticket para acceder a restaurantes, eventos de diversa índole y otras actividades. Esta medida no es ni más ni menos que el preámbulo de la imposición de un pasaporte Covid, el cual dejaría sin posibilidad de acceder a las actividades antes citadas sin estar vacunados. Con el anterior, los no vacunados podían hacer un test y si este era negativo, podrían disfrutar de todas estas actividades.

El presidente francés se ha vuelto el portavoz de esta iniciativa, defendiéndola de manera burda. No obstante, a pesar de lo grotesco del asunto, la Unión Europea viene a mostrarle su apoyo.

“La Comisión Europea ha cerrado filas con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en su estrategia de fastidiar o joder ―traducción española de “emmerder”, expresión usada por el mandatario― a los no vacunados y que así cambien de opinión. Sin recurrir al lenguaje popular del político francés, la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, lo ha respaldado empleando la herramienta puesta en marcha por la UE, el pasaporte covid: “La libertad siempre se combina con la responsabilidad, y no solo para mí misma, sino para el prójimo: mis vecinos, mi familia, los otros. Ambas cosas van juntas. Un gobierno debe proteger desde la igualdad y el pasaporte es una forma de protección”.

Las palabras de Von der Leyen seguían a las declaraciones del presidente francés, quien ha justificado sus palabras de este martes cuando dijo: “A los no vacunados sí que tengo muchas ganas de emmerder. Y vamos a seguir haciéndolo hasta el final. Esa es la estrategia. No voy a meterlos en prisión, y no los voy a vacunar por la fuerza. Pero hay que decirles: a partir del 15 de enero, ya no podréis ir a un restaurante, no podréis tomar una copa ni ir al teatro, no podréis ir al cine…”. Y este viernes ha incidido al decir que era su responsabilidad “hacer sonar un poco la alarma”. “Es lo que he hecho esta semana, para que las cosas puedan avanzar más rápidamente”, ha continuado.

“Ser ciudadano es tener derechos y deberes. Y primero son deberes. El concepto de libertad, que algunos de nuestros compatriotas enarbolan para decir: ‘Tengo la libertad de no vacunarme’, acaba donde se ponen trabas a la libertad del otro, donde la vida del otro puede verse en peligro”, ha esgrimido Macron, quien todavía no ha oficializado su candidatura para las elecciones presidenciales francesas del próximo abril, pero ha marcado el debate electoral con dos de sus movimientos: poner la bandera europea en el Arco del Triunfo y el uso de la polémica palabra emmerder. » (El País, 7/01/2022)

Sin embargo, este discurso está plagado de verdades a medias y deja de lado, de manera consciente otros elementos que han hecho que la crisis sanitaria se haya salido de las manos de los aprendices de brujos del neoliberalismo. El primer elemento es que Francia es uno de los países con mayor tasa de vacunados, con un 79% de la población completamente vacunada a la hora de escribir este artículo. (ourworldindata.org/covid-vaccinations)

La campaña de vacunación: de la expectativa triunfalista a la incertidumbre

El desarrollo de una vacuna contra el Covid 19 representó un hito en la historia. En un tiempo récord y con la utilización de una nueva tecnología, el ARN mensajero, los laboratorios Pfizer Biontech pusieron en el mercado este precioso bien. Los fondos públicos adjudicados a los procesos de obtención de la vacuna y su comercialización se han hecho en una opacidad completa. El contrato integral sigue siendo un secreto en las más altas esferas de la UE.

Los otros laboratorios occidentales como Moderna, Johnson y otros también han llevado a sus arcas enormes sumas de fondos públicos para la obtención de la vacuna. Pero lo más importante son los jugosos contratos de venta que hacen tres veces ganadores a estos laboratorios al recibir subvenciones para la investigación fabricación y la venta.

Sin embargo, hay un factor muy importante que está ligado al origen mismo de la pandemia que es la velocidad a la que esta se ha propagado, con todo y sus variantes conocidas hasta el momento, Delta y Omicron. Esto está fuertemente ligado al modelo de producción altamente globalizado y la velocidad a la que se producen los intercambios comerciales. Esto implica no sólo un enorme flujo de mercancías, sino que también de personas. Este flujo de personas se hace de manera “legal” o “ilegal”. En ambos casos, pese a las grandes restricciones que se han impuesto formalmente para el común de las personas, en lo que respecta el comercio o la producción de bienes, esto no han sufrido gran cosa, salvo al inicio de la pandemia.

Esto dentro de esta lógica altamente contradictoria que se sitúa el verdadero debate. Tratar de conciliar el control de la pandemia con el modelo Neoliberal.

El primer gran problema es el hecho que la vacunación masiva se ha producido en los países casi en su mayoría en los países imperialistas. Salvo algunas excepciones, son estos países los encabezan la lista con mayor porcentaje de vacunación. También es en estos donde la disponibilidad de dosis es mayor para casi todo el mundo.

Los países pobres las reciben a cuenta gotas dentro del marco del acuerdo de la OMS. Muchas veces, estas donaciones llegan con la fecha de caducidad muy corta, lo que implica que gran cantidad de estas tengan que ser desechadas. La barbarie capitalista ha hecho que en muchos de estos países, los sistemas de salud hayan sido reducidos a la más mínima expresión. Estos dos factores juntos, además de la falta de presupuesto para la compra de las vacunas al precio que las compañías han fijado a su antojo con la venia de las autoridades de los países imperialistas, han hecho que estos el control del virus se vea minado. Las variantes que aparecen son el reflejo de esa desigualdad. Sudáfrica, por ejemplo de donde proviene en principio esta nueva variante, tiene escasamente un 27% de población enteramente vacunada. Se puede citar también el ejemplo y la contradicción del modelo neoliberal en pequeña escala con lo que sucede en Palestina y el estado sionista. Mientras que en Israel, con un 65% de la población totalmente vacunada, corren a aplicar una cuarta dosis, al lado en Palestina, este porcentaje representa el 30%.

En América Central las disparidades son grandes también. Encabeza la lista Costa Rica con un 69% de la población completamente vacunada y en el último lugar Guatemala con solo un 26%. Esto no es para establecer una competencia, es para demostrar que mientras no se tenga una política común, con nuestras porosas fronteras, la circulación del virus y sus variantes no se detendrán. En promedio, este porcentaje es de 59% con respecto a la suma de todos de los países del área, lejos del anhelado 70% global.

El despegue de la producción durante el pasado año y las proyecciones de crecimiento se han hecho en detrimento de las consideraciones de la salud de la población.

¿Las patentes? ¿muy bien y usted?

El levantamiento de las patentes ha sido enterrado por los países imperialistas, todos sin excepción, incluyendo China, que demagógicamente declaró el año pasado estar a favor pero que no lo ha concretizado. Este punto ha sido sostenido incluso por la OMC, que para cuando les conviene a estos países la sacan a relucir.

Estas contradicciones alimentan los discursos complotistas que de manera oportunista y distorsionada crean explicaciones de la realidad lejos del materialismo científico. A la cabeza de estos se encuentran no sólo grupos de extrema derecha, sino también una mezcla de corrientes de toda índole. Estos grupos tienden a nutrirse también de la ultra derecha religiosa que en sus diferentes confesiones manejan un discurso anti vacuna. Esto no es sino un reflejo del enorme retroceso en la conciencia del movimiento de masas producido por la derrota de los procesos revolucionarios en nuestra área. Este ha sido el caldo de cultivo de estos grupos religiosos que captan a sectores de la clase obrera y las masas urbanas desclasadas, así como de la pequeña burguesía confrontada al lento descenso de clase. 

Vacunación obligatoria: ¿a panacea?

El despegue de la producción durante el pasado año y las proyecciones de crecimiento se han hecho en detrimento de las consideraciones de la salud de la población. La codicia de los accionistas y de los patrones no tiene límites. Durante todo este tiempo, las actividades económicas han retomado como en el caso de la industria turística.

Esto se ha hecho sobre la base del aligeramiento de las medidas sanitarias para los centros turísticos y de las condiciones de entrada a nuestros países. En los países imperialistas, durante el verano, estas medidas también fueron casi completamente levantadas sobre la base de la euforia de la campaña de vacunación. Las fábricas y centros de trabajo han funcionado a todo vapor. Los “clusters” han sido muy importantes en los centros de trabajo según los datos de los diferentes centros. En nuestros países donde la economía informal tiene un gran peso, es todavía más difícil saber a ciencia cierta el grado de circulación del virus. Esta población que está también alejada de los servicios de salud al no poder pagar las cuotas de afiliación a estos servicios, sufre con mayor dureza las consecuencias de la pandemia.

Por otro lado, las flagrantes contradicciones que han impuesto medidas desproporcionadas a la población. Limitación de contactos en la esfera privada pero no en la profesional. Imposibilidad de reunirse en grupos de determinada cantidad, pero hacinados en los transportes públicos y en las aulas escolares.

Pero el factor más importante al que han rehuido todos estos siniestros personajes, es el del financiamiento de los servicios públicos de salud y de la imposición de las grandes fortunas, así como el freno de los mecanismos de evasión fiscal de las grandes empresas. Esto es esencial para lograr que durante esta crisis y las que se pueden producirse, el personal hospitalario no se vea obligado a seleccionar a los pacientes.

Por último, la acentuación de las dinámicas bonapartistas de los gobiernos que han aprovechado este contexto para dotarse de poderes excepcionales en detrimento de los derechos democráticos. Estos han suplantado a los parlamentos, despojando a la oposición de la posibilidad de frenar las derivas de los gobiernos.

Estamos porque en estas crisis, por el contrario, debe abrirse paso a un debate científico que incluya a los organizaciones de los trabajadores y comunales, así como a las universidades.

El problema es que muchos sindicatos, incluidos del personal de salud, han cerrado la boca en este momento crucial.

Por eso estamos por la movilización de los trabajadores y el pueblo para exigir un manejo democrático, científico y popular de la crisis.