Europa


Por Nicolás Lebrun

En el momento de escribir este artículo, un enorme despliegue policial y militar se produce en Francia y Bélgica luego de los atentados del 13 de noviembre en la capital francesa.

El atentado reivindicado por DAESCH, el grupo que ha autoproclamado el Califato del Medio Oriente, ha producido hasta el momento 130 víctimas mortales y cerca del doble de heridos.

Los autores materiales de los hechos y los autores intelectuales son ciudadanos franceses y belgas salidos de la emigración magrebí en estos países. Luego de la masacre una cacería se ha desatado sobre todo en Bruselas, donde se supone que uno de los terroristas se ha escondido. En esta ciudad, la capital de Europa, se ha decretado un nivel de alerta 4, el máximo de la escala de la lucha anti terrorista.

Pero los hechos policiales son una sola parte del desarrollo de estos acontecimientos. En otro frente, un debate político e ideológico se ha establecido entre las corrientes de todo género y dentro de la misma izquierda. El objetivo de este artículo es de tratar de aportar en este sentido.

Las amalgamas

La derecha y la ultra derecha representada por varias corrientes desde Los Republicanos del ex presidente Nicolas Sarkozy hasta el Frente Nacional de Marine Le Pen, claman por endurecer la política represiva contra las redes terroristas. Para justificar esto su discurso hace una mezcla de conceptos para atizar sus propósitos racistas y xenofóbicos. Este discurso no es evocado en vano. Las encuestas previas a las elecciones regionales de diciembre confirman el aumento en las intenciones de voto del FN.

Este segmento del electorado también es perseguido por Los Republicanos, sin embargo dada la situación actual, el discurso guerrerista de François Hollande no dejaría de atraer ciertos segmentos de este grupo. El giro a la derecha del PS en todos los aspectos de la vida política y económica del país no hace más que tratar de acoplarse al tono derechizante de la sociedad gala. La promulgación del estado de excepción por tres meses es la concreción de una parte del plan para restringir las libertades civiles y los derechos democráticos conseguidos por las luchas del movimiento de masas y de la clase trabajadora en el último siglo. El plan de reconversión productiva, de flexibilidad laboral necesita de estos mecanismos anti democráticos para poder aplicarlos con la menor resistencia posible.

Esta oportunidad ha sido aprovechada por el conjunto de la derecha, que como Sarkozy, presidente de Los Republicanos propone “una solución inmediatamente operacional: llamar a la reserva de la gendarmería y de la policía. Esto representaría inmediatamente varios miles de efectivos suplementarios aguerridos y formados.” (Le Monde 18 de noviembre).

En el artículo escrito a principios de este año sobre los atentados de Charlie Hebdo, tratamos de explicar el fenómeno de la radicalización de la juventud de las áreas sub urbanas, mayoritariamente de origen inmigrante. Una política de discriminación y de exclusión de esta población, sobre todo de la mas joven ha sido el caldo de cultivo de las corrientes islamistas para reclutar. De la misma forma en que los fascistas del FN sacan al aire declaraciones como las de Marion Maréchal-Le Pen, candidata del FN en la región del Vaucluse y diputada del Parlamento Europeo, que "Hay que aceptar definir y reivindicar cuál es nuestra herencia y nuestra identidad. Eso pasa por la afirmación de nuestra herencia grecorromana y cristiana." (Agencia EFE, 23/11/2015).

El campo de acción para los fascistas, es entre los cristianos y los musulmanes. La polarización se da por el enfrentamiento entre estos dos campos y es fácil hacer entrar las masas en esas dos categorías preparando una nueva cruzada reaccionaria.

La burguesía no desaprovecha estas oportunidades que le dan los movimientos terroristas de cualquier índole para reforzar sus planes de recorte de las libertades, sobre todo en una coyuntura de crisis económica y política como la que vive el viejo continente.

La izquierda y la teoría del complot

La izquierda también hace sus amalgamas, pero mas peligroso, enarbola la teoría del complot. En esta teoría cabe todo y nada a la vez. El campo se divide entre los complotadores y los complotados. Organismos de inteligencia superpoderosos al estilo de las películas de espionaje, logran manipular a la población, terroristas y demás para llevar agua a sus molinos. Dejan de lado el método marxista de análisis de la realidad, donde se trata de identificar a los actores, su origen de clase, sus intereses y sobre todo las contradicciones en el seno de los diferentes campos.

Hace unos ochenta años, la burguesía imperialista tenía como principal objetivo la derrota del primer estado obrero de la historia de la humanidad. Esto pesar de la reacción interna que encabezó Stalin dentro del partido bolchevique y que encerró la revolución dentro de las fronteras nacionales, llevando, luego de desastrosas y criminales políticas, a la derrota física del movimiento de masas en varios países entre ellos Alemania.

El régimen nazi contó en un primer momento con la simpatía y apoyo de todas las otras potencias imperialistas, que veían en los nazis la posibilidad de aplastar al estado obrero. Los contratos entre las empresas alemanas y de las otras potencias no imposibilitaron, luego que las contradicciones entre ellos desataran la Segunda Guerra, que tácticamente el imperialismo yanqui armara al Ejército Rojo para derrotar a los nazis. Estas contradicciones fueron bastante agudas y en un periodo de la historia con un conflicto a escala mundial que costó la vida a millones de personas.

Ahora el conflicto en el Medio Oriente trata de ser simplificado de una manera caricaturesca. Por un lado se trata de poner en el bando de los progresistas y de las victimas del complot inter imperialista al régimen de Assad. Pero la realidad histórica muestra que este régimen también tiene las manos manchadas de sangre y ha sido cómplice de las políticas llevadas por el imperialismo en contra de los procesos revolucionarios en la región y sobre todo en contra del pueblo palestino.

La primavera árabe ha sido una oleada revolucionaria que reivindicó derechos democráticos burgueses, pero también asuntos económicos en contra de las burguesías de estos países. Assad ha sido tan progresista como Hussein en Irak en cuanto a que no han sido regímenes confesionales, pero eso no los hace democráticos ni progresivos ad eternum. Tampoco estos partidarios de la teoría del complot hacen referencia a los lazos entre el régimen de Teherán y el régimen sirio. Ponen como retrógrados a los sunitas, las monarquías wahabitas del Golfo pero olvidan, qué casualidad, al régimen fundamentalista de Irán. El mismo que reprime las manifestaciones culturales y políticas que no están en consonancia con la sharia.

La alianza entre las milicias

Las intervenciones sirias en el Líbano han tenido el objetivo de mantener el statu quo y no de cuestionar los tratados que dieron origen a estos estados nacionales diseñados por las potencias imperialistas. Las compañías petroleras como Total, de capital francés, han estado presentes en Siria desde hace mucho tiempo.

“La principal compañía francesa, presente en el país desde 1988, había conseguido la licencia de Deir Ez Zor para operar (petróleo) y Tabiyeh Gas (gas), por un total de casi 40.000 barriles por día en 2010. Ese año, la producción total de petróleo fue de alrededor de 14.000 barriles de petróleo crudo extraído por día desde territorio sirio, sólo el 1% de toda su producción.” (Le Monde 29/08/2013).

Pero esto no es el punto más importante. Como se ha visto, el 1% de la producción podría ser poco. Lo más importante para el capital francés es que “Siria quiere jugar la carta de un país de tránsito (...) para compensar las pérdidas debido a la disminución de la producción. Para proporcionar una salida al Mediterráneo para el petróleo iraquí, Arabia Saudita y otros países del Golfo, acercándose así a estas áreas de mayor producción de sus mercados”, y “… convertirse en un centro de distribución de estos recursos a los países en la región (Turquía, Jordania, Líbano, Chipre)”(ídem)

Este era el panorama trazado desde el inicio de la sanciones en el 2012 como consecuencia de la represión desatada por el régimen de Assad. Al mismo tiempo, Assad mantenía la base naval rusa que le ha servido a Putin para afianzarse en su política imperialista para el área.

Por otro lado es importante señalar que los Estados Unidos se han transformado en el principal productor de petróleo del mundo. Esto debido a la utilización del fracking, que lo ha llevado a sobrepasar Arabia Saudita como principal productor mundial. La tendencia es que esto se mantenga y la dependencia energética de los yanquis del petróleo del Medio Oriente disminuya paulatinamente. Este no es el caso de las potencias europeas, que siguen dependientes de la producción de esta zona o de los hidrocarburos provenientes de Rusia.

El Estado Islámico es un Estado paria que busca afincarse en esta zona para expoliar los recursos naturales de la misma forma que cualquier burguesía, solo que combinando el fundamentalismo religioso como justificativo para su accionar. Las mismas contradicciones que han llevado al imperialismo a enfrentarse a sus aliados de antaño no es una causa para relativizar las consecuencias y crear nuevas amalgamas.

Los atentados de Paris ¿“un poco de su propia medicina”?

En este contexto, la mezcla que se hace entre la intervención militar en el Medio Oriente y la justificación por ende de todo atentado, es una burda simplificación del conflicto. Hace pocas semanas, en varias ciudades europeas, decenas de miles de personas se movilizaban baja la consigna “Bienvenidos los Refugiados“. Miles de activistas salieron a organizar plataformas ciudadanas para acoger a estas personas. Desde hace un tiempo las actividades en contra de la intervención militar y en contra del aumento del presupuesto de la defensa en detrimento de los gastos sociales se multiplican. Una resistencia en contra del conjunto de medidas político-económicas y militares se ha hecho presente. Sin embargo esto no ha sido tomado en cuenta porque la amalgama hace que se ponga en el mismo nivel a la población civil que al estado burgués intervencionista. Lo curioso es que en estas manifestaciones se condenan por un lado los atentados y por otro lado se utiliza que tienen un poco de su propia medicina. Esto es una inconsecuencia y deberían pronunciarse claramente. Esto, pronunciado de esta manera, no es más que una provocación que está lejos del método del marxismo revolucionario. Como dupla perfecta de esta provocación viene la relativización de la importancia de las víctimas de un atentado a otro.