Europa

Por Nicolas le Brun

En el artículo anterior, publicado en el Socialista Centroamericano no.191, analizamos la asunción al poder del partido Syriza, dentro del marco de la austeridad impuesta por la troika conformada por la Banca Central Europea, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional, al pueblo trabajador griego.

Durante cinco años, los diferentes gobiernos, desde los socialdemócratas hasta los de la derecha, implementaron inmensos recortes a las finanzas públicas. Esto se tradujo en severas disminuciones de los salarios y de las pensiones, además de la supresión de las convenciones colectivas de trabajo. En este lapso se ha producido la pérdida de un 25% del producto interno bruto.

Los grandes ganadores

Pero en esta crisis hay grandes ganadores. Evidentemente el pueblo griego está por fuera de la lista. Las condiciones de los préstamos son el punto fuerte de toda esta historia, donde el negocio es redondo para los acreedores. Durante la campaña del miedo y de mentiras esparcida por los medios de comunicación y los partidos de la burguesía, se decía que si los griegos dejaban de pagar sus obligaciones, el conjunto de la población de los países de la zona debería meterse la mano en el bolsillo para pagar lo que los griegos iban de dejar de pagar.

Lo que nadie decía era que los países acreedores como Alemania y Francia ya se habían llenado los bolsillos con la miseria del pueblo. Estos países, dentro de otros, habían obtenido créditos blandos a un 1% en promedio para luego prestar a tasas de 4% o 5%. Es decir, una estafa organizada desde la cumbre de la Unión. En el caso de Alemania en los últimos cuatro años, las ganancias obtenidas se elevan a cerca de 40 millardos de euros.

Pactos, promesas y chantajes

Una vez en el poder, el gobierno de Tsipras se volcó hacia la arena europea. Las giras tanto del presidente del gobierno como de su ministro de finanzas Yanis Varufakis, hicieron eco en todos los medios de comunicación. La pregunta que se lanzaban todos los trabajadores era si el gobierno iba a poder salir del marco de la austeridad o bien iba a someterse de nuevo a los diktats de la troika. El margen para el gobierno no era muy extenso ni tampoco las demandas del gobierno eran radicales.

Las promesas eran de aumentar el salario mínimo, suspender las privatizaciones, recontratar a los funcionarios despedidos, devolver el suministro eléctrico a cerca de 300 mil hogares que no lo tienen desde hace varios años porque les ha sido cortado. Estos hogares han pasado sin calefacción durante varios inviernos, amén de decir que el acceso a los servicios de salud se encuentra en un estado desesperado.

Con respecto a la deuda, Tsipras y su gobierno pregonaron primero la anulación parcial de la deuda pero sobre todo pasar a un escalonamiento de la misma para evitar la quiebra del país.

Sin embargo, las intenciones del Eurogrupo, que es un consejo de ministros de finanzas de la eurozona eran distintas. Este grupo pretendía que Grecia avanzara más en el camino de la austeridad. La supresión de 150,000 empleos públicos adicionales, el aumento del IVA, la liberalización de las tarifas de electricidad, entre otras, eran las reformas pretendidas por este grupo. En dos platos, el único camino que ofrece la Troika es el que ya conocen las masas griegas, pero a un nivel exponencialmente superior.

Dentro de este marco, la gira emprendida por el Ministro Varufakis tenía como objetivo encontrar los interlocutores que le permitieran encontrar aliados para defender la posición griega dentro la Comisión y en vistas a la cumbre de finales del mes de febrero. Pero el objetivo obviamente no fue logrado, porque en grueso el bloque de los países de la eurozona rechazó hacer concesiones.

El punto de inflexión: la Troika se impone

Durante el transcurso del año la Unión Europea ha lanzado tres medidas para someter aún más al pueblo griego. En primer lugar, el BCE, lanzó un plan que consintió en inyectar cerca de 1,140 millardos de euros para favorecer el consumo dentro de la zona. Esto permitiría tener una liquidez mayor, necesaria para este objetivo. El lunar en este plan de salvamento, era que los griegos estaban excluidos. Ni un solo céntimo.

En segundo lugar, el BCE denegó la petición del gobierno griego de obtener 10 millardos de euros para hacerle frente a los próximos tres meses, contra la emisión de bonos de deuda. La tercera medida para terminar de presionar a fondo la economía griega fue la negativa de utilizar los bonos de la deuda como garantía para nuevos empréstitos. En lugar de estas medidas, el BCE desembolsó una “ayuda” con un aumento escandaloso de las tasas de interés. En lugar de pagar un 0,05%, el país debería pagar 1,55%.

El gobierno griego necesitaba asegurar a sus acreedores qué no iban a pedir, es decir, la anulación de la deuda. En este tira y encoje, las posiciones se fueron modificando desde la condonación parcial de la deuda hasta la readecuación y el otorgamiento de un crédito puente. Todo esto fue rechazado por la Comisión y diez días antes de la cumbre, el 18 de febrero, el ministro Varufakis, en una carta dirigida al Eurogrupo, aceptaba una prolongación de seis meses de los acuerdos con el Fondo y la UE, además de aceptar las cláusulas impuestas por estos organismos. Dentro de este acuerdo Atenas también se abstenía de tomar cualquier medida unilateral que pusiese en peligro los objetivos fiscales, la recuperación económica y la estabilidad financiera.

Pero esto no bastaba para los gobiernos de la Unión, en especial el de Alemania, que exigía aún más: el abandono del paquete de reformas sociales anunciadas por el gobierno.

El asunto es presentado como un triunfo parcial. Varufakis anunció que el país había ganado cuatro importantes meses para renegociar la deuda. Dentro del paquete se incluye la continuación de reformas estructurales de la economía y la continuación de las privatizaciones. Un escueto margen de maniobra se le abre al gobierno para poder contar con un poco de dinero para paliar la crisis por medio de la disminución del porcentaje del excedente del presupuesto dedicado al pago de la deuda. Este podría verse reducido a un 1,5% luego de verse aumentado de un 3% a un 4,5% del 2015 al 2016.

¿Es la única salida?

Los trabajadores griegos se encuentran de nuevo de cara a afrontar nuevas medidas de austeridad, esta vez con la cuchara de Syriza. La posibilidad de aprovechar el triunfo electoral para transformarlo en una victoria de la clase trabajadora sobre los planes de austeridad exige varias condiciones.

En primer lugar, Syriza debe abandonar las negociaciones secretas con los gobiernos de la zona. Los trabajadores griegos y los del resto de Europa deben saber el contenido de las negociaciones. De esta manera se podrían denunciar con más claridad los chantajes de los gobiernos y los acreedores de la deuda.

Las propuestas del gobierno deberían ser discutidas por Asambleas de trabajadores y del pueblo, todos los afectados por la crisis y los memorándums criminales de la troika. Esto permitiría movilizar al pueblo para que defienda al gobierno de los ataques de la comisión y sus agentes.

En segundo lugar, el gobierno griego debería responder a los chantajes con la confiscación de las propiedades y los bienes de las empresas, bancos y demás acreedores. De esta forma se les devolvería el golpe a los chantajistas.

En tercer lugar, el gobierno debería llamar a la solidaridad de todos los demás trabajadores del conjunto de la Unión Europea. En este caso las medidas de austeridad no son la exclusividad de los griegos. En Francia, el gobierno “socialista” de Hollande viene de hacer pasar mediante un mecanismo semi dictatorial, pasando por encima del congreso, la ley Macron (apellido del ministro de Finanzas) que permite la flexibilización del trabajo. En España el gobierno de Rajoy no deja de avanzar con sus medidas de austeridad y provoca el éxodo de millares de españoles fuera de las fronteras para buscar un futuro mejor. Los anuncios de recortes en los subsidios por parte del nuevo gobierno de coalición belga, eminentemente de partidos de derecha no cesan y la puesta en práctica de estas medidas empieza ya a provocar un serio impacto en la estabilidad de los asalariados.

Y mientras los trabajadores son puestos de cabeza para vaciarles los bolsillos, los grandes patrones implementan mecanismos para evadir el pago de impuestos con el concurso de los bancos.

La necesidad de avanzar en la dirección de una jornada de movilización continental es imperiosa y el gobierno de Tsipras tiene el deber de hacer el llamado. Una serie de medidas encadenadas para llegar a una huelga a nivel de todos los países de la UE pondría la relación de fuerzas a favor de los explotados.

Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), así como creemos en la reunificación de Centroamérica bajo el socialismo como la única manera de acabar con la explotación y miseria de nuestros pueblos, vemos también que la creación de los Estados Unidos Socialistas de Europa, es la única manera de acabar con las divisiones y la austeridad.