Economía
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El capitalismo amenazado por una recesión más violenta que la de 1929

Fuente: Revolution Socialiste, Nº 27, páginas 22-25

Traducción del Grupo Germinal de España, núcleo en defensa del marxismo.

El período en curso está marcado por una intensificación de las contradicciones que expresan las tendencias objetivas del desarrollo del capitalismo. Desde hace unos veinte años se constata una aceleración de las crisis financieras de una amplitud sin precedentes desde 1929: crac bursátil a causa de la deuda mejicana en 1987 (comparable al de 1929) crisis inmobiliaria en los Estado Unidos, en Europa y en Japón en 1990, crisis de la serpiente monetaria europea en 1992 (que desembocó en la creación del euro) crisis mejicana en 1994-1995, crisis financiera asiática, rusa y, después, internacional en 1997-1998, crisis brasileña en 1999 y 2002, crisis turca en el 2000, crisis de las nuevas tecnologías y crisis argentina en 2001-2002…

Hasta entonces el capitalismo había logrado, más o menos, dominarlas haciendo pagar los costes a la clase obrera. La actual crisis, que estalló en el verano del 2007 a partir del fenómeno de las “subprimes” en los Estados Unidos (ver Revolution socialiste nº 25), tiene como especificidad que afecta al corazón del mundo capitalista.

 

UN PERÍODO, SIN EMBARGO, FAVORABLE A LA SUBIDA DE LA TASA DE BENEFICIO

 

En el 2007, el FMI (World Economic Outlook) señalaba que el crecimiento anual mundial entre el 2003 y el 2006 había sido del 4,9%, es decir el más elevado desde el principio de los años setenta, con una débil tasa de inflación, y preveía una prolongación del mismo cómo mínimo de dos años. El crecimiento mundial en el 2006 fue del 5,5%; en Europa del Oeste era el más intenso desde el año 2000, impulsado por el capitalismo alemán, la economía japonesa conocía una alza masiva de sus beneficios y el crecimiento económico era intenso en numerosas regiones (10,7% en China, 9,2% en India, 7,7% en Rusia, 6% en Europa del Este, 5,5% en África, más del 5% en América Latina).

 

Evidentemente, semejante crecimiento económico no se corresponde en nada con el aumento del bienestar de las poblaciones, se apoya en una acrecentada explotación de la clase obrera y en una agudización notable de las desigualdades en las rentas, especialmente en la principal metrópoli imperialista.

 

(Tasa de margen y tasa de inversión de las sociedades no financieras)

 

En los Estados Unidos la centésima parte más rica de la población posee más de un tercio de la riqueza (34,3%) mientras que, por el contrario, el 20% más pobre sólo posee el 0,2% (Edgard N. Wolf, Class Structure and Economic Inequality, enero 2007, Levy Economics Institute). Los ingresos medios (sobrepasados por el 50% de la población y no alcanzados por el otro 50%) disminuyeron un 7% entre el 2001 y el 2004, a pesar de ser un período de expansión, lo que da testimonio de una espectacular agudización de las desigualdades. Como ejemplo: entre el 2001 y el 2006, siete millones más de personas se vieron privadas del seguro de salud, la tasa de pobreza pasó del 11,3% al 12,3% mientras que los beneficios de las empresas alcanzaron una punta del 12,8 (este porcentaje no superó, durante el período de intenso crecimiento de la posguerra, el 8,3%).

 

Así, la relación capital-trabajo se ha modificado a favor del capital, principalmente en razón del desarrollo del capitalismo en China, en India y en los países de la ex URSS, lo que ha duplicado la fuerza de trabajo mundial a disposición del capital en un período de tiempo muy corto. La consecuencia fue una disminución de la composición orgánica del capital (aumento del número de trabajadores en relación con el capital físico) y, al mismo tiempo, una presión a la baja sobre los salarios, lo que ha llevado a un aumento de la tasa de explotación y, en consecuencia, de la tasa de beneficio.

 

“En los Estados Unidos los beneficios tras impuestos alcanzaron su nivel más alta desde hace 75 años en proporción con el PIB; la parte de los beneficios en la zona euro y en Japón están, igualmente, cerca de su más alto nivel desde hace al menos 25 años… La emergencia de China en la economía mundial ha hecho que el trabajo sea relativamente abundante y el capital relativamente escaso, aunque el rendimiento relativo del capital ha aumentado.” (The Economist, julio 2006)

 

El crecimiento económico en los Estados Unidos se apoya, al mismo tiempo, en los gastos militares y el déficit presupuestario, especialmente financiado por los capitales chinos, prestamistas por valor de 400.000 millones de dólares (la deuda norteamericana está en manos de capitales extranjeros en su 46% frente el 31% en 2001). Este crecimiento se ve favorecido por tres factores: el aumento de la productividad china, la disminución de los tipos de interés y de los salarios reales incluso de los nominales (los salarios semanales disminuyeron un 0,9% el último año en los Estados Unidos), que paralelamente se corresponde con la aparición de la inflación, sobretodo en los artículos de primera necesidad, con la explosión de la burbuja inmobiliaria, y el carácter limitado de la explotación. La plus-valía aumenta más rápidamente que la renta nacional y, al no ser ésta invertida, se produce una superabundancia de capitales financieros que exigen rendimientos cada vez más importantes.

 

Ahora bien, teniendo en cuenta los fundamentos físicos y sociales del valor de la fuerza de trabajo, el grado de explotación no puede crecer de forma exponencial. Se producen, pues, los primero síntomas de una crisis mundial del capitalismo y ésta se manifiesta en su corazón., en los Estados Unidos. La cantidad de empleos creados se ha ralentizado sensiblemente, pasando de 219.900 en el 2005 a 82.200 en el 2007 (de 2001 a 2007, la industria perdió 1,8 millones de empleos), la deuda de los hogares se elevó al 133% de la renta disponible, la parte de las inversiones en el PIB (10,4%) es la más débil desde los años 1960, el déficit para el 2008 se prevé en 219.000 millones de dólares, contra 163.000 en el 2007…

 

UN DESENCADENANTE: LA CRISIS DE LAS SUBPRIMES

 

El carácter recurrente de las crisis se debe a que los remedios utilizados contra cada una de ellas contienen los gérmenes de la siguiente. En el 2000, la crisis bursátil presagiaba una importante ralentización económica: el estallido de la burbuja bursátil comportó una severa caída de las inversiones de las empresas y un fuerte aumento de los despidos. Sin embargo, la recesión no se transformó en verdadera depresión gracias al aumento masivo de los gastos militares que siguió a los atentados en el 2001 y, al mismo tiempo, gracias a la fuerte bajada de los tipos de interés de los bancos centrales.

 

Así, se alienta en endeudamiento, especialmente en el sector inmobiliario, con la adopción de leyes que permiten aumentar la capacidad de endeudamiento, la concesión de préstamos, la falta de impuestos sobre los intereses de los préstamos hipotecarios… El acceso al crédito se ve facilitado, particularmente el crédito hipotecario, lo que lleva a la constitución de una burbuja inmobiliaria, que fue la droga aplicada para sanar la burbuja financiera: organismos de crédito inmobiliario concedían a los cliente poco solventes préstamos a tipos de interés elevados y variables (aumentaban progresivamente), que podían revender para reembolsárselos cuando los tipos fueran más elevados. Estos organismos vendían los títulos crediticios a otros agentes que los revendían como productos financieros sofisticados que parecían rentables. Esta operación se apoyaba en la hipótesis que una oferta continua de crédito llevaría los precios al alza sin necesidad de evaluar el riesgo del deudor ya que éste siempre podría vender la casa.

 

Esta práctica funcionó de 1994 a 2006 (entre 2001 y 2006 los precios en el sector inmobiliario aumentaron entre un 10 y un 20 por cien al año), con la burbuja especulativa y la sobrevaloración de las casas. En el curso de este período, las inversiones en nueva construcción aumentaron un 80% en los Estados Unidos y entre un 20% y un 40% en Europa; los créditos hipotecarios concedidos a los hogares aumentaron anualmente en un 3,3% en Alemania, un 11% en los Estados Unidos y hasta en un 19,2% en Italia, aunque la tasa de endeudamiento de los hogares pasó, entre el año 2001 y el 2006 del 31,1% al 52,2% en Italia, del 64,7% al 75,3% en Francia, del 99,7% al 109,9% en Alemania, del 106,6% al 155,5% en Inglaterra, del 107% al 140% en los Estados Unidos. El problema surgió cuando una cantidad significativa de hogares no pudieron devolver la deuda, lo que se produjo cuando cayeron los precios en el sector inmobiliario, provocando una elevación mecánica de los tipos de interés, teniendo en cuenta que el total de los reembolsos alcanzaba el 70% de los ingresos, que los salarios se congelaban…

 

Este fue el caso en el año 2005: al no poderse ampliar más el mercado inmobiliario numerosas casas no encontraron comprador y los precios tocaron techo. En el año 2007, la venta de casas nuevas cayó un 40,7%, con una bajada del 10,4% de los precios. Sólo los embargos inmobiliarios de la banca aumentaron un 90% en el mes de enero. El número total de embargos declarados (que incluían los de la banca como también los de las subastas) progresó en un 57% en el mismo mes: 1,3 millones de hogares (1% de los hogares norteamericanos) fueron embargados en el 2007, principalmente entre julio y diciembre, es decir: un crecimiento anual del 79%. Al no poder vender, los hogares más vulnerables confiaron sus casas a la banca, lo que estaba permitido por la ley, aunque los bancos más frágiles se encontraron en dificultades. Éstos tuvieron que pedir prestado a los bancos centrales, que rebajaron el tipo de interés para evitar la agravación y difusión de las dificultades.

 

En consecuencia, 25 estados se vieron amenazados por la quiebra. Countrywide Financial, líder del crédito hipotecario, uno de estos organismos usureros, señaló que un tercio de sus créditos hipotecarios subprimes presentaba riesgos de insolvencia. Hoy en día el mercado de las subprimes se ha hundido, más de 3.000.000 millones de dólares de préstamos subprimes perderán la mitad de su valor y se produce una caída de los beneficios de la banca de negocios norteamericana de más del 50%. Aunque afectando sectores diferentes y con efectos económicos diferentes, la similitud formal de las crisis del 2007 y 2001 es abrumadora. Se puede ver el mismo delirio especulativo, la misma carencia en las empresas encargadas de evaluar las acciones y títulos emitidos por la banca (las agencias de calificación de riesgos).

 

Decenas de bancos y fondos de inversión se han visto implicados, camuflando la catástrofe una vez descubierta, en el mercado inmobiliario a la búsqueda de jugosos beneficios (Deutsche Bank, Morgan Stanley, Merrill Lynch, Union des Banques Suisses, JP Morgan, BNP Paribas, Unicredit, Crédit Suisse, Goldman Sachs, Bank of America, Countrywide, Landesbank Sachsen, City Group, Bayerische Landesbank…), sin contar las decenas de PIME financieras que han presentado su balance. UBS ha perdido 18.000 millones de dólares, Merryl Lynch 19.000, City Group 21.000… sin operaciones fraudulentas ni Jérôme Kerviel local. En catorce días, en agosto de 2007, estas sociedades mendigaron 324.000 millones de dólares en créditos a los bancos centrales (ya han devuelto una parte de ellos).

 

EL ESTALLIDO DE LA BURBUJA INMOBILIARIA Y LA BURBUJA DEL CRÉDITO

 

Las subprimes son más un síntoma que una causa; simplemente han sido subestimadas por los economistas burgueses. Estos créditos inmobiliarios estaban ligados a otros préstamos de riesgo gestionados por los bancos. Los han tenido que vender a bajo precio, los beneficios de los bancos y de las compañías de seguros se han hundido, y la crisis inmobiliaria se ha transformado en crisis bancaria en dos sentidos: una crisis de liquidez, puesto que les es cada vez más difícil a los bancos conseguir crédito de otros bancos en el mercado interbancario, a causa de la desconfianza, lo que obliga a los bancos centrales a intervenir, y una crisis de rentabilidad, ya que las pérdidas ligadas a la crisis inmobiliario pesan sobre los beneficios, y en el peor de los casos llevan a la quiebra. El aparato bancario de la primera potencia mundial está afectado, determinados bancos de entre los más importantes están amenazados. En su último informe sobre la estabilidad financiera en el mundo, el FMI estima que “… la crisis ha sobrepasado los limites del mercado norteamericano de las subprime, para afectar concretamente a los principales mercados inmobiliarios y a las empresas de construcción, el crédito al consumo y el crédito a las empresas.” (Les Échos, 8 de abril)

 

El 21 de enero, las bolsas del mundo entero conocieron un “lunes negro”, perdiendo entre el 5,5% y el 7,5%. El CAC40 ha sufrido la tercera mayor bajada de su historia (-6,83%), tras el 11 de septiembre del 2001 (-7,39%) y el putsch contra Gorbachov el 19 de agosto de 1991 (-7,29%). La Fed (banco central norteamericano) rebajó su tipo director en 0,75 puntos, lo que es la mayor bajada desde 1985. La burguesía tiene miedo, miedo que expresa Felix Rohatyn, antiguo embajador de los Estados Unidos en Francia:

 

“Esta crisis es diferente. Es más inquietante y peligrosa… Nuestra industria tradicional, como la del automóvil, está en peligro. El sector inmobiliario y de la construcción, van mal. Y ahora, el sector financiero se ve afectado; tres de los sectores claves de nuestro país sufren de forma simultánea.” (Les Échos, 11 de febrero)

 

Entonces los capitalistas piden socorro:

 

“Los mercados necesitan una sola cosa: un líder, sea a nivel regional o mundial. Pero éste parece no existir estos días.” (John Sutdzinsky, consejero en jefe de fondos de inversión Blacsktone)

 

El imperialismo norteamericano es el garante de esta dominación:

 

“La mano invisible del mercado no funciona jamás sin un puño invisible (McDonald no puede desarrollarse sin McDonell Douglas, el constructor de los F15. Y el puño invisible que asegura el mundo a través de las tecnologías del Silicon Valley se llama USA, United States Army, Air Force, Navy and Marine Corps.” (New York Times Magazine, 28 de marzo de 1999)

 

La economía norteamericana ejerce siempre el papel de locomotora para el mundo entero concentrando la mayoría de capitales e incluso China es ampliamente dependiente del nivel de actividad norteamericana. La administración ha intentado frenar el proceso con 140.000 millones de dólares de “apoyo al consumo” de los más ricos, principalmente mediante la rebaja de impuestos.

 

“La actual crisis financiera en los Estados Unidos será juzgada seguramente como la más grave desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. (Alan Greenspan, Financial Times, 17 de marzo de 2008).

 

EL ESTADO AL RESCATE DE LOS CAPITALISTAS

 

En 1997, Alan Greenspan, entonces gobernador de la Fed, explicaba la crisis asiática por el rechazo a adoptar los “métodos del libre mercado”; hablando en plata: juzgaba el grado de explotación insuficiente y estimaba que los capitalistas debían tener las manos libres para aumentarlo.

 

¡Lastima! En 1998, la incapacidad de Rusia para pagar su deuda y la quiebra del fondo especulativo LTCM (fundado por dos premios Nobel de economía), llevaron a los bancos centrales a romper con la lógica del “libre mercado” inyectando 3.000 millones de dólares para salvar a LTCM y disminuyendo los tipos de interés para facilitar la inversión de los capitalistas. Hoy en día, el director general del FMI estima que

 

“… la necesidad de una intervención de los poderes públicos [es] más evidente [y] en lo que concierne a los bancos, si sus reservas de fondos propios no puede ser suficientemente restablecidas rápidamente por el sector privado, puede contemplarse el uso del dinero público.” (AFP, 7 abril)

 

Todo ello llevaría a reproducir las medidas tomadas tras la crisis de 1929, cuando Roosevelt salvó al capitalismo con el New Deal y, sobretodo, la economía de guerra. Esto fue una realidad el 11 de marzo cuando la Fed decidió inyectar 400.000 millones de dólares para refinanciar los créditos dudosos, rescatar las deudas… recuperar lo que los burgueses ya no quieren. Tal es el papel de “prestamista en última instancia”, de bombero, de muleta del capital ejercido por los bancos centrales. Tal es la “utilización potencial de fondos públicos para asegurar los sistemas financieros.” (John Lipsky, director general adjunto del FMI). Con otras palabras, lanzadas por Henry Paulson, secretario norteamericano del Tesoro, se trata de “restaurar la confianza de los inversores” (Les Échos, 13 marzo 2008).

 

Los principales dirigentes de los principales imperialismos europeos llaman, asustados, a “aumentar la transparencia de los mercados, de las instituciones y de los instrumentos financieros” (Londres, 29 de enero) a fin que los bancos acepten por fin prestarse mutuamente… como si capitalistas ávidos de beneficio pudiesen renunciar, por su buen corazón, a los masivos beneficios. Por este motivo los bancos centrales ejercen su papel tradicional de prestamista en última instancia.

 

Los episodios de Northern Rock y de Bear Stearns son reveladores de esta necesidad de estado expresada por los capitalistas. En febrero, el estado británico decidió nacionalizar el banco Northern Rock que estaba en dificultades, hay que remontarse a 1866 para encontrar el equivalente a tal operación. En cuanto a Bear Stearns, el quinto banco de inversiones norteamericano, encontrándose en graves problemas de liquidez y cuya quiebra hubiera tenido “consecuencias imprevisibles pero sin lugar a dudas severas” (Bernanke en el Senado, AFP, 3 de abril), la Fed le ha prestado 30.000 millones de dólares a JP Morgan Chase para comprar el Bear Stearns el 19 de marzo por solo 278,5 millones de dólares, es decir 2,32 dólares por acción (la cotización era de 50 dólares el 14 de marzo).

 

“No es que nos guste nacionalizar el Northern Rock o salvar el Bear Stearns, es que es preciso dar la señal que las autoridades están dispuesta a hacer todo lo que sea necesario.” (Gurria, secretario general de la OCDE, AFP, 17 de marzo)

 

No se trata de “ir en auxilio de los accionistas sino del sistema” (Strauss-Kahn, director general del FMI, 17 de marzo)

 

HACIA UNA RECESIÓN ACOMPAÑADA DE UNA MASIVA SUBIDA DE LOS PRECIOS DE LOS PRODUCTOS DE PRIMERA NECESIDAD

 

Incluso el FMI admite, en boca de su director general: “La crisis es mundial… Países en desarrollo como también China e India podrían verse afectados”. (AFP, 7 de abril) En su informe semestral añade que “la economía norteamericana sufrirá una pequeña recesión en el 2008”, con una previsión de crecimiento anual del PIB del 0,5% frente a más del 3% a lo largo del reciente período de crecimiento. El crecimiento económico en el 2008 se prevé que sea de un 1,4% en Alemania y Francia (por debajo de las previsiones del gobierno, de 1,7% a un 2%). China se verá también sensiblemente afectada, con un crecimiento del 9,4% frente a una tasa de dos cifras en el reciente período.

 

El actual período está igualmente marcado por un brutal aumento de los precios de las materias primas, particularmente de los productos alimenticios. El precio del trigo ha aumentado un 287% desde el 1 de enero de 2006, el del maíz y la soja un 149% y 129% respectivamente, el del arroz un 60%, el café un 139%... y este movimiento se ha agudizado en las últimas semanas. Constituye una disminución del valor de la fuerza de trabajo, mucho más dolorosa para los trabajadores de los países dominados teniendo en cuenta que sus ingresos están dedicados en un 70% a la compra de alimentos, pero igualmente también para los trabajadores de las metrópolis imperialistas: en los Estados Unidos, 28 millones de personas están acogidas al programa alimentario federal, la cifra más elevada desde su introducción en los años 1960.

 

Numerosas razones explican esta inflación, las principales de las cuales son la especulación sobre las materias primas que ejercen los capitalistas como un refugio a causa de la crisis inmobiliaria, o incluso el desvío de la producción de alimentos hacia los biocarburantes. Así, la producción de cereales norteamericanos surte ampliamente a la producción de bioetanol.

 

En consecuencia, los trabajadores reaccionan, particularmente a través de la huelga general en Burkina Faso, los disturbios en Haití, los saqueos en Malí y en Egipto, incluso revueltas de campesino en China, desórdenes ligados a la subida de los precios de los alimentos en Argentina, Yemen, Zimbabwe, México, Bangla Desh, Filipinas, Guinea, Mauritania, Marruecos, Senegal, Uzbekistán o Camerún.

 

(Nuevas previsiones de crecimiento del FMI)

 

Se trata, sin lugar a dudas, del capitalismo, otra vez más sacudido por crisis masivas cuyo germen contiene en sí mismo y cuyas víctimas son, a parte de los burgueses menos preparados y peor situados, el conjunto de los trabajadores del mundo entero. Por este motivo, sólo una organización planificada de la producción, que satisfaga las necesidades de los trabajadores, que constituyen la inmensa mayoría de la población mundial, podrá evitar estas crisis recurrentes e impedir que millones de vidas humanas dependan de los vampiros capitalistas.