Por Leonardo Ixim

La intervención de los grandes poderes mundiales, en este caso el gobierno de Obama y el Vaticano, en la crisis venezolana entre el oficialismo chavista y la oposición de derecha aglutinada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), muestra desafíos que los marxistas debemos analizar, en función de coadyuvar para imprimirle un rumbo socialista al proceso bolivariano.

Dicho proceso es una reacción a la embestida neoliberal impuesta por los organismos financieros internacionales en América Latina en la década de los 80s del siglo XX; tras una serie de insurrecciones militares y populares, una corriente pequeña burguesa procedente del ejército junto a expresiones de izquierda como el Partido Comunista Venezolano, las antiguas guerrillas y otros partidos, sindicatos cercanos a éstos y organizaciones populares, apoyaron y llevaron a Hugo Chávez al gobierno.

Durante buena parte de su mandato, Chávez le hizo frente a la reacción de la oligarquía venezolana apoyada por el imperialismo, que realizaron un intento de golpe de estado en 2002 y una serie de acciones como el paro petrolero y otras para debilitar y-o derrumbar al gobierno; esto ante el rechazo de los factores de poder por las reformas sociales que emprendió, reformas que nunca tocaron la concentración de poder económico y político de parte de los grandes grupos financieros y empresariales. Los grupos empresariales y la derecha política, pese a que en el caso de los primeros se siguieron beneficiando de la continuación del modelo rentista y los segundos, de mantener mesas de diálogo con el gobierno, mantuvieron su tónica de protestas callejeras, uso de paramilitares colombianos de extrema derecha y en algunos casos de boicot electorales; el último hace dos años, que en cierto momento adquirió connotaciones violentas, entre la represión gubernamental y el accionar cuasi-fascista de sectores de la oposición.

Crisis económica y ascenso de la derecha

La caída de los precios del petróleo, que en el horizonte se presume que tendrán cierta recuperación, afectó considerablemente la economía venezolana donde el 97 por ciento del ingreso exterior depende la venta de crudo, mostrando que las reformas emprendidas por el chavismo no superaron ese modelo rentista y afectando además la misma producción de petróleo, y quedando afectada la capacidad de refinación de la industria petrolera.

Esta situación empezó a afectar el bienestar de la población, cuando fenómenos como la escasez de productos debido a la poca capacidad de la planta industrial, el acaparamiento por parte de empresarios distribuidores, el contrabando hacia Colombia, donde las mismas autoridades militares y policiales son cómplices, así como la cada vez mas acuciante inflación que licúa el salario y los aumentos constantes de precios, empezaron a mermar el respaldo al gobierno.

El chavismo, se había consolidado en los barrios populares de las principales ciudades, así como en la mayoría de sindicatos, se vio cada vez más débil por la situación económica. Así, el respaldo sociológico de la derecha se ha ido modificando, extendiéndose de sectores de capas medias acomodadas a algunos de la clase trabajadora, de tal manera que logró una mayoría parlamentaria en diciembre de 2015.

Ante esta situación, el gobierno implementó una serie de mecanismos para paliar la situación de escasez, creando comités para realizar la distribución de productos, denominados CLAP, que dejan atrás los supermercados estatales que sufren de la escasez; pero que tampoco han resuelto el problema, presentando casos de corrupción y ciertos privilegios. La escasez de productos por su parte, es más dramática en los barrios populares, pues se ha demostrado cómo los empresarios acaparadores que han recibido dólares de parte del Estado para la importación de productos, y sus instalaciones están más surtidas. Las demandas de la misma base chavista de estatizar la cadena de comercialización han caída en saco roto.

Así, la oposición envalentonada inició el proceso ante el Consejo Nacional de Elecciones (CNE) para realizar un referéndum revocatorio, logrando en una primera fase el 1 % de firmas para que el CNE conociera su petición. Éste aprobó esa fase, pero le impuso a la MUD que debe conseguir por lo menos el 20 % de firmas para convocar el referéndum. Sin embargo, unos tribunales menores retomaron el alegato del gobierno sobre que las firmas fueron recogidas fraudulentamente, por lo tanto, mueven ante el CNE la decisión de suspender el proceso; eso fue tomado por la oposición como una declaración de guerra.

Los opositores movilizaron el primero de septiembre una cantidad inmensa de personas, como nunca ante lo habían podido hacer, aunque la movilización del chavismo no se quedó atrás; mostraban un pulso callejero que podía llevar a consecuencias incontrolables para los factores de poder internacionales. Sin embargo, movilizaciones posteriores de la MUD -donde ya se mostraba divisiones internas- no tuvieron éxito y el paro convocado por ésta para el pasado viernes 3 de noviembre tampoco se reflejó en un respaldo masivo. Esto se podría explicar en el sentido de que a pesar de que haya sectores que acompañaron a la MUD en la movilización del 1-09-16, algunos identificados anteriormente con el chavismo que se han apartado de la dirección de Maduro, el Psuv y la plana mayor como Diosdado Cabello (ex presidente de la Asamblea Nacional) y otros, no sienten como suyo y necesario un paro promovido por sectores empresariales.

Diálogo e intervención imperial

El chavismo, pese a haber realizado algunas reformas profundas que no rompen con la estructura capitalista rentista, siempre ha mantenido acercamientos con el empresariado expresado en FEDECAMARAS. El último para agilizarles el traspaso de divisas, priorizando ahora algunos exportadores sobre importadores, en un esquema cambiario complejo donde existen controles estatales y sistemas regidos por el mercado, que solo reducen el poder de compra de la clase trabajadora.

Además, que presenta toda una serie de portafolios para invertir en minería en el Arco de Guayana, formando una industria privada del ejército, con control sobre negocios con empresas privadas nacionales y extranjeras, sin tomar en cuenta factores ambientales y sociales. Esto en un modelo que, pese a las declaraciones y a los apoyos de financiamiento chino, no termina de iniciar un proceso de industrialización.

De tal forma que ante el peligro de que la confrontación entre el gobierno y la MUD asuma un punto de no retorno, se formó desde hace unos meses una comisión mediadora de UNASUR, conformada por connotadas figuras de la socialdemocracia como los ex presidentes Leonel Fernández, Ernesto Samper, Martin Torrijos y presidida por José Luis Zapatero, abriéndole paso a un mediador del Vaticano, Claudio María Cell, recibiendo el visto bueno de Washington con la llegada de Thomas Shannon del Departamento de Estado, a principios de la semana pasada.

Los gringos por su parte, no actúan sin control del terreno y los escenarios, por tanto, el respaldo de Shannon a María Cell, refleja los acercamientos de figuras de la MUD con el gobierno. Sobre todo, de los partidos Acción Democrática, que preside la Asamblea Nacional con Henry Ramos Allup, y otros como Primero Justicia del ex candidato presidencial y gobernador del estado de Miranda Enrique Capriles y Un Nuevo Tiempo, dejando aislado al Voluntad Popular de María Corina Machado y Leopoldo López, quien está preso por delitos políticos, partido que le apuesta a la movilización y que se caracteriza por el uso de métodos fascistoides

Y en ese sentido las negociaciones han avanzado. La petición de un referéndum revocatorio parece que para la mayoría de la MUD ya no se presenta prioritaria; éstos exigen adelantar elecciones, a lo cual Maduro se ha opuesto, aunque se maneja que algunos sectores chavistas como el de Cabello le podrían apostar a esto. La oposición por su parte suspendió una marcha para el 13 de noviembre y el inicio de un proceso de desconocimiento al gobierno por protagonizar un “rompimiento institucional” bajo una figura que no existe en la Constitución de ese país. El gobierno por su parte ha liberado a seis opositores.

Las fuerzas armadas que se han mostrado fieles a Maduro y que en sus bases existe cierta conciencia revolucionaria, además de las canonjías que el alto mando recibe; por ahora se muestran complacidas por no intervenir más directamente. Por lo pronto parece que el referéndum no va, aunque es una carta que la oposición puede volver a usar, pero la posibilidad de que el CNE lo apruebe está más lejos.

Todo parece que el acuerdo a alcanzar se volverá en contra de los intereses del pueblo venezolano. Se aplicará un programa de ajuste, aunque matizado con la continuación de programas asistenciales, pero el aumento de los precios seguirá siendo la tónica y la vulneración de derechos políticos como la libre sindicalización y otros, también. En ese sentido urgimos a las bases del chavismo, a los sectores del chavismo crítico, a sindicatos y organizaciones de izquierda a movilizarse para lograr la convocatoria de una Asamblea Constituyente que mantenga las libertades y derechos conquistados y que se enfrente a los programas de ajuste que piensa aplicar el imperialismo, junto a la MUD, el gobierno de Maduro y con la venia de UNASUR y el Vaticano.