Por Leonardo Ixim

La situación social cada vez mas aguda, que se refleja en la escasez de muchos productos básicos y en su alto costo, y en el aumento de la desigualad, se presenta como una espada de Damocles sobre el gobierno de Nicolás Maduro. Éste a su vez tiene la presión del imperialismo y de las diversas fracciones de la burguesía venezolana para que ceda el control político con que el gobierno ha contado en los últimos años.

Muchas conquistas obtenidas gracias a la movilización popular de finales de la década de los noventa e inicios de la primera década del siglo actual y gracias a los altos precios del petróleo en el presente siglo, se han ido perdiendo. La disminución de estos precios, el agotamiento de un modelo económico que sigue dependiendo del petróleo y las sanciones económicas estadounidenses fueron revirtiendo importantes avances sociales.

En el manejo de la pandemia, si bien podría considerarse oportuno, el país reporta para septiembre 79,117 casos; 69,832 recuperados y 658 fallecidos. El gobierno aduce la fortaleza del sistema de salud, con capacidad de atender a todos los infectados, pero médicos y trabajadores de la salud, en diversos momentos cuestionaron tal situación. Es que producto de todos estos factores, los hospitales carecen de condiciones básicas, comenzando con la saturación y la falta de camas, pese a que el gobierno construyó hospitales de campaña.

Descontento social

Paradójicamente en un gobierno que se autodefine de izquierda, la situación de la clase trabajadora es grave. Ésta manifiesta su repudio ante la situación de escasez de productos, el deterioro de los servicios básicos, los salarios insuficientes que se come la inflación, el aumento de los índices de pobreza y desnutrición. La respuesta ha sido la migración y la protesta, las cuales son respondidas por el gobierno con represión.

Es importante conocer cómo el proyecto de la revolución bolivariana se fue deteriorando. Comenzando con el origen del chavismo, en cuanto dirección pequeño burguesa nacionalista, conformada por sectores progresistas del ejército, partidos de izquierda reformista, así como buena parte de la organización popular generada posteriormente a la insurrección popular de 1989, conocida como el Caracazo, contra los programas de ajuste estructural.

Chávez conquista el gobierno en 1999 con el Gran Polo Patriótico, creando una nueva Constitución con contenido distributivo e inaugurando la V República. En 2006 se crea el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) fusionándose algunos partidos chavistas, mientras se va controlando todo este tejido social, con el fin de evitar un desborde revolucionario, creando un régimen político cada vez mas bonapartista. Si bien se logra reducir la pobreza, esto se hace con programas sociales de corto alcance, algunos clientelistas, y con una que otra medida redistribucioncita, como ciertas nacionalizaciones de empresas privatizadas; sin embargo, nunca se quiso tocar los intereses de la gran burguesía. Ésta, acostumbrada sobre todo a la importación vía transferencia de divisas producto de la exportación petrolera, poco fue tocada; y si bien a partir de un sector de la tecnocracia que controlaba la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) realizan un golpe de estado en 2002 derrocando brevemente a Chávez, el cual fue respondido por los sectores populares con su retorno, nunca se tocó los intereses principales de la burguesía. El modelo económico no fue modificado, pese a las promesas de emprender la industrialización, con lo que llamaron la siembra de petróleo.

Durante y después del golpe de estado, uno de los sectores obreros más combativos fue el de los sindicatos de PDVSA y otras empresas estatales industriales; estos, influenciados por sectores de izquierda críticos como el Partido Socialismo y Libertad, lograron importantes conquistas laborales. Pero con el deterioro de las condiciones de vida, en los últimos años el gobierno se ha negado a renegociar los pactos colectivos y ha perseguido líderes sindicales, encarcelando a algunos como Rodney Álvarez, cooptando además a varios sindicatos.

Para muestra un botón, recientemente la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela ha realizado una jornada de protesta por salarios caídos, así como despidos. En 2019 por ejemplo, trabajadores del metro de Caracas, salubristas, médicos y maestros realizaron una serie de huelgas, lo cual posibilitó la creación de un frente de organizaciones populares tanto del control gubernamental, como de los partidos derechistas pro-imperialistas, sin embargo, la presión de estos dos polos terminó desgarrando este intento independiente de la clase trabajadora. Recientemente también, en 22 estados se ha protagonizado protestas contra la escasez de gasolina, gas domestico, el corte de los servicios, etc.; estas protestas han sido fuertemente reprimidas por la Guarda Nacional Bolivariana.

Presión Imperialista

En ese escenario, se ha convocado a elecciones para la Asamblea Nacional el 5 de diciembre. El imperialismo presiona para que estas elecciones permitan a la oposición mantener un margen óptimo de votos, como lo consiguió en 2015; así como evitar cualquier manipulación de los resultados por parte del oficialismo. En 2015 la oposición de derecha, en ese entonces agrupada la Mesa de Unidad Democrática, logró desbancar al oficialismo, dejando de ser una fuerza marginal y logrando cierto apoyo de masas de sectores descontentos con el rumbo asumido por el gobierno.  Esto llevo al oficialismo a convocar una Asamblea Constituyente cuya elección fue calificada de fraudulenta y cuya función no ha sido renovar la Constitución Bolivariana, sino aprobar medidas gubernamentales.

En los últimos años ha habido diversos intentos de diálogo promovidos por varios gobiernos europeos, para que el gobierno liberalice el control sobre las instituciones políticas, sobre todo el Consejo Nacional Electoral (CNE). Pero el gobierno, pese al descontento social, se ha mantenido incólume gracias al apoyo del ejército, cuyos jerarcas administran parte del sector económico estatal y de algún apoyo de masas con que aun cuenta, además que la mayoría de partidos opositores, por su origen burgués, contemplan programas claramente neoliberales.

La MUD dejó de existir y la oposición se dividió en varias fracciones después de la aventura del títere Juan Guaidos, que como se sabe se autonombró presidente en una operación lanzada por los gringos, siendo reconocido por varios gobiernos del mundo y que contó con intentos de realizar operaciones militares a partir de algunos elementos sublevados del ejército. Por ende, existen fracciones cada vez mas minoritarias que apoyan intervenciones militares, mientras que otras negocian desde distintos ángulos varios aspectos con el gobierno. Ejemplo de eso fue la liberación de varios presos políticos cercanos a partidos de derecha, negociando con el ex gobernador del estado de Miranda y ex candidato presidencial, Enrique Capriles.

En ese sentido el gobierno, por medio del canciller Jorge Arriaza, negocia una misión de observación electoral de la Unión Europea (UE), aunque pareciera que ésta pide concesiones que el gobierno se niega a dar. Por otro lado, Washington amaga la presencia militar con buques de guerra en el Caribe; acusaciones contra los altos jerarcas del gobierno de implicaciones en narcotráfico; el bloqueo de barcos con combustible procedentes de Irán y sanciones económicas sobre los fondos de PDVSA, que afectan aun mas la maltrecha economía. Aunque al estilo de la zanahoria y el garrote exige la renuncia de Maduro, a cambio aceptar al madurismo como fuerza política; esta situación refleja los amarres del oficialismo con sectores del ejército, a los cuales los gringos no quisieran enfrentarse.

En este marco, la ONU emitió un Informe de Derechos Humanos donde se destaca graves violaciones, lo cual el gobierno obviamente negó y el imperialismo lo usa como otro instrumento de presión.

Una de las características que denota el devenir cada vez más reaccionario de este gobierno,  es la recién aprobada Ley Anti-Bloqueo por la Asamblea Constituyente. Argumentando que es una medida necesaria para hacerle frente al bloqueo impuesto por el imperialismo, pretende legalizar el proceso de saqueo, en manos de empresas trasnacionales, que tendran mayor participación en empresas mixtas o aun peor, implicara abrir un proceso de privatización, es decir una forma de transferencia de capital a una buguesia que nace bajo el control del Estadol.  Y por último, aduciendo que garantizara estabilidad laboral, se esconde el hecho que la composición de las empresas que sufran este proceso, implicara recortes salariales y de planta.

Un reacomodo en el tinglado político

Para las elecciones de diciembre se han reacomodado las fuerzas políticas. Además de la fragmentación de la oposición de derecha, existen otras expresiones que algunas veces estuvieron ligadas al oficialismo, pero lo mas destacado es el aparecimiento de una coalición de izquierda que se desprendió de aquel, denominada Alternativa Popular Revolucionaria. Este no es el primer desprendimiento por izquierda, pero si el mas grande, porque está encabezado por el Partido Comunista Venezolano (PCV), otras fuerzas menores y hasta antiguos militares que estuvieron con Chávez, denominándose chavismo crítico; esta coalición denunció que el CNE les ha bloqueado la inscripción de listas, ha interviniendo en dos partidos dividiéndolos, Patria Para Todos y Tupamaros, así como que la policía política (el SEBIN) ha perseguido y agredido físicamente a sus militantes, antiguos aliados del oficialismo.

Participará también Alianza Democrática, conformada por los partidos Acción Democrática y COPEI, quienes formaron el bipartidismo de la IV República; Avanzada Progresista, del ex militar antiguo aliado de Chávez y gobernador de Zulia, Henry Falcón; Venezuela Unida, conformada por Primero Justicia y Voluntad Popular, de raigambre ultraconservadora; Soluciones de Venezuela entre la que destaca el Movimiento al Socialismo, un histórico partido reformista que proviene del PCV y parte del chavismo en el inicio; y el oficialismo, del que prácticamente queda el PSUV y un nuevo partido creado por Maduro, Movimiento Somos.

Estos elementos, consideramos importantes para que la izquierda continental debata acerca de temas como el régimen político y el modelo económico de estos gobiernos nacionalistas que, si bien se han enfrentado al imperialismo, no rompen con el orden burgués neo-colonial.