Por Maximiliano Cavalera.

Fue en enero de 1998 que el Papa, ahora difunto, Juan Pablo II visitó Cuba. En muchos aspectos, existe la falsa creencia que las visitas papales solo se tratan de homilías religiosas en donde el padre de la Iglesia Católica llega a cuidar a su rebaño espiritualmente. Siempre que el máximo dirigente de la Iglesia Católica visita algún país, hay que tener claro que algún suceso político importante está por suceder.

Pero ¿que está detrás de la visita del otrora Cardenal Ratzinger? quien fue recibido con bombos y platillos por Raúl Castro, oficiando una misa en la decenaria plaza de la revolución. Es claro que algo está pasando en la Isla de Cuba, pero, ¿qué es lo que está sucediendo? la respuesta es simple, lo que está sucediendo es el estrangulamiento gradual de la revolución.

Juan Pablo II allanó el camino.

En 1998 el Papa Juan Pablo II visitó cuba, en aquella época la situación de la isla y la revolución eran apremiantes, la revolución cubana vivía una inflexión, la caída del estalinismo en la Unión Soviética apuntalaba la revolución y en especial a la burocracia Castrista que dejó de percibir miles de millones de dólares de la ayuda soviética. La respuesta del régimen fue clara y marcaba una tendencia económica, en aquella época en el periódico El Trabajador Centroamericano decíamos: “Hasta el momento, el modelo de restauración capitalista en Cuba es una copia de los Chinos, donde la burocracia gobernante mantiene el unipartidismo y el control total del aparato del Estado.” (ETCA No 9).

En aquella visita el régimen castrista pretendía tener una influencia preponderante dentro de esta apertura económica, es decir abrir al capitalismo paulatinamente, pero con el mayor control político para seguir gobernante: “en el medida en que se abre la economía al capitalismo se desarrollan las fuerzas que buscan algún tipo de expresión política. Esta es una contradicción de hierro, insalvable. (…) por ello fue que invitó al Papa, para que la Iglesia Católica juegue el rol de oposición moderada en su régimen unipartidista.” (Ídem)

Por su parte Juan Pablo II tenía bien sentada su agenda, en la que abogaba por la apertura del régimen a la educación confesional eliminando la educación laica, la moderación del bloqueo de U.S.A a Cuba, ya que miraba más beneficioso el paso paulatino del Estado Obrero a un Estado capitalista con influencia política de la Iglesia que jugaría el papel de oposición. Por eso es que el mensaje más importante que llevo el Papa a Cuba en aquella ocasión fue a los Obispos de la iglesia para que jugaran un papel decisivo como oposición “constructiva” promoviendo la reconciliación. Desde entonces las concesiones que hicieron en aquel entonces Fidel, y ahora Raúl Castro han sido significativas.

 Concesiones especiales para la Iglesia.

Juan Pablo II, a diferencia de muchas alas de la derecha recalcitrante anticastrista, consiguió muchas concesiones teniendo claro que la isla giraría paulatinamente a la apertura. Poco a poco la jerarquía eclesial ha mantenido un dialogo con la burocracia castrista a tal grado que se le permitió al Cardenal Jaime Ortega, dirigirse al pueblo cubano en una transmisión nacional antes de la llegada de Benedicto XVI.

14 años después del viaje de Juan Pablo II la Iglesia ha consolidado concesiones como: permisos de entrada para sacerdotes y monjes extranjeros, autorización para la construcción de nuevos templos, acceso a medios masivos de comunicación y una de las más importantes es el acceso a prestar educación eclesial en la Isla. Por eso no es tan extraño que Benedicto XVI en su homilía mande mensajes como: "Cuba, en este momento especialmente importante de su historia, está mirando ya al mañana". (El País 11/04/12)

Pero el trato especial a la Iglesia no termina ahí, aunque existe una gran diversidad religiosa en la isla, el año pasado la Iglesia Católica logró gracias a los favores del régimen: “inauguró un moderno seminario a las afueras de La Habana. También ha podido ampliar su labor asistencial y crear una escuela de negocios en colaboración con una universidad católica española, además de promover encuentros académicos y discusiones sobre el futuro de Cuba a los que ha logrado invitar a destacados pensadores del exilio, como el economista Carmelo Mesa Lago. (El País 11/04/12) Por si fuera poco, el giro al capitalismo de Cuba es tan abrupto, que el régimen ha permitido por medio de la Iglesia, las visitas de burgueses cubano-americanos como Carlos Saladrigas quien lidera el “Grupo de Estudios de Cuba” que organiza diálogos entre la Habana y el exilio para  facilitar y no ser una traba hacia la transición.

En busca de un nuevo modelo.

Es claro que el régimen burocrático cubano está buscando una transición y que la Iglesia juega una labor importante dentro del esquema que ha planificado el castrismo. Como mencionamos las concesiones hacia la iglesia son grandes, pero el coqueteo llegó a ser tan grande que Benedicto XVI se tuvo que desmarcar un poco y declaraba: “que la ideología marxista ya no responde a la realidad” (…) “si no es posible construir cierto tipo de sociedad, entonces se necesita encontrar nuevos modelos” (Ídem).

Es en este punto en que ambas élites, la iglesia y la burocracia coinciden a tal grado que Benedicto XVI, al igual que su predecesor Juan Pablo II criticó el bloqueo estadounidense diciendo que no se puede: “cimentar una sociedad de amplios horizontes, renovada y reconciliada" ya que la situación de Cuba: "se ve agravada cuando medidas económicas restrictivas impuestas desde fuera del país pesan negativamente sobre la población" (Ídem).

Lejos está aquella revolución que expropió a los terratenientes queriendo construir una sociedad más justa, ahora el lenguaje fino es la marca de ambos sectores, antes encontrados, ahora confluyentes.

Contrarrevolución Económica.

Si hace 14 años con la visita de Juan Pablo II la apertura económica era una realidad, al día de hoy el proceso se acelera cada vez más estrepitosamente. La apertura económica de Cuba fue producto de la caída de la U.R.S.S que obligó a Cuba a pasar por un período especial que fue vigilado sigilosamente por el legendario Fidel Castro. La situación era difícil, pero ayudó a palear la crisis el apoyo de Hugo Chávez y el petróleo venezolano, que significó un gran consuelo para el régimen. Al parecer Fidel Castro tenía visto el camino que debía seguir, solo que no deseaba ser la cabeza visible de la caída de la revolución y el socialismo en Cuba, no en vano las contrarreformas y la apertura la encabeza su hermano Raúl Castro y no él.

En el plano económico podemos ver que: “hoy el número de cuentapropistas se acerca a los 350.000, más del doble que hace 14 años—, y ha permitido además a los bancos que concedan créditos a los nuevos empresarios y autorizando a los privados la contratación de mano de obra asalariada. Se han repartido millones de hectáreas a campesinos particulares, y con Raúl Castro (…) se ha abierto un inédito proceso de diálogo con la Iglesia que ha permitido la excarcelación de un centenar de prisioneros políticos desde 2010, entre ellos todos los presos de conciencia del llamado Grupo de los 75.” (El País 11/04/12) El panorama no puede ser más claro.

La Iglesia como puente a la restauración capitalista.

Ambas políticas, de la Iglesia y la burocracia cubana buscan que la transición al capitalismo sea de manera pacífica. El régimen pretende que la iglesia juegue el papel de opositor político cooperante que no pueden ocupar los partidos políticos que están en el exilio. Esto a pesar que la iglesia tiene políticas completamente reaccionarias en temas tales como el matrimonio homosexual, prácticas sexuales, raciales y de género, sobre diversidad de cultos, y el aborto. En esta dinámica el modelo Chino es el ejemplo a seguir, con un partido único que controle hegemónicamente la política y la economía capitalista. Pero este no es un proceso terminado, mas con el imperialismo y una burguesía imperial que busca como ingresar e influir con mayor intensidad dentro del proceso de apertura y los negocios que se abren en la isla.

Las otroras conquistan económicas de la revolución han quedado lejos de ser las de un Estado socialista, la pobreza y la miseria son la realidad de la revolución traicionada. No podemos negar que el problema económico es real y no ficticio, por lo que no creemos que esta sea una discusión terminada, sino todo lo contrario, la pregunta sigue en la palestra ¿cómo debemos hacer? para que en medio de las embestidas más crueles del capital lograr sobrevivir. La isla lo hizo por mucho tiempo por eso es heroica en Latinoamérica y en el mundo. Pero la respuesta no puede ser abrir al capital las conquistas de la revolución, todo lo contrario, se deben otorgar derechos organizativos a los trabajadores cubanos y que sean ellos los que decidan el destino del socialismo en Cuba.

Asimismo debe haber libertad de organización para las organizaciones de izquierda que no son parte de la burocracia y que no están a favor de la apertura capitalista. La decisión sobre el futuro de la revolución no debe ser solo producto de las decisiones unilaterales de la burocracia cubana, sino un proceso democrático entre los trabajadores y organizaciones revolucionarias.