Por: Roberto Cobas Avivar

«El marxismo ya no le sirve ni a los cubanos» – le increpa el Papa a Fidel Castro desde el avión que lo conduce a la Isla. Las revoluciones devoran a sus propios hijos, y el Vaticano no cree en lágrimas. El Jefe de la Congregación de la Fe en tiempos del papado del polaco Karol Wojtyła, Ratzinger, vestido ahora con los atuendos del santo oficio arriba a Santiago de Cuba, la Ciudad Héroe de la República de Cuba.

A nadie le queda dudas que se trata de una visita de mutua conveniencia. Cuba, según la “invitación” de Juan Pablo II durante su visita a la Isla en 1998, apenas 14 años después se abre al mundo capitalista. No existe otro mundo. La crisis del modelo político estalinista que el supuesto Partido “Comunista Cubano” le ha impuesto a la sociedad cubana durante más de 50 años, ha llevado al Líder de la Revolución a declarar que otro mundo mejor ya tampoco es posible. Se lo martilla a la juventud cubana, la generación que supuestamente habría de ser heredera del marxismo revolucionario en la construcción del socialismo.

 

De acuerdo a los máximos dirigentes de Cuba, la Revolución no tiene continuidad en el socialismo según Marx y Engels, a pesar de que el criterio de la verdad al que epistemológicamente someten los dos pensadores su idea les da la razón.

Toda la idea de ambos revolucionarios niega en sus raíces los modelos “comunistas” que bajo la represión política, económica y militar J. Stalin implantó en la URSS y los países del fenecido “socialismo real eurosoviético”. No han sido discusiones de salón. Luego de 70 años de marcha forzada, la práctica hace añicos los supuestos ideológicos de la estafa filosófica y política más grande que conoce la historia del pensamiento y el movimiento revolucionario en el mundo. Todos los “modelos socialistas” caen como una fruta madura. Ha sido el criterio de la verdad que, como la fuerza de gravedad, no ha podido ser ignorado más que por los ideológos neo-burgueses con las riendas de los llamados partidos “comunistas” en el poder totalitarista de los países del “campo socialista”.

Ha implosionado igualmente, 20 años después, el «socialismo de estado cubano» amamantado por la Dirección histórica de la Revolución con la leche agria del totalitarismo estalinista. El Papa Benedicto XVI lo sabe. No se lo han dicho los santos que canonizan a diestra y siniestra. La sabiduría política de la Iglesia Católica le ha permitido subsistir aliada al poder del capital y consolidar su imperium de la “fe”, luego de que sufriera la vergonzosa separación del estado en la era de la moderna esclavitud.

La falta de fe revolucionaria de los padres fundadores de la Revolución en sí mismos, la falta de fe en la sociedad, la falta de fe en el socialismo se desdoblan al cabo de medio siglo de ariete contra el sentido y la voluntad libertaria del pueblo cubano. El slogan nacionalista de Cuba como el primer territorio libre en América nunca llegará a ser lo suficientemente revolucionario, como para que las relaciones sociales de producción y reproducción de la sociedad poscapitalista se transformaran en relaciones de emancipación social.

Produce profunda estupefacción e indignación escuchar las declaraciones de Alfredo Guevara, miembro eminente de la generación del Centenario con las riendas del poder político, cuando para la TVE califica la “apertura” del reformismo liberal-burgués emprendido por el PCC como: “un regreso a las libertades que nunca debieron ser conculcadas”. Nunca debieron ser conculcadas. Ni justificación historio-concreta le reconoce el pensamiento único apoderado a la castración de las libertades que el pueblo ha venido sufriendo y demandando en 50 años. En el círculo de poder del PCC han tenido conciencia todo el tiempo que mutilaban la libertad de los cubanos en nombre de la visión estalinista de la “dictadura del proletariado” sobre el poder que el Líder de la Revolución ha cultivado. Y a ello le han llamado todo el tiempo desde la desvergüenza política “marxismo-leninismo”. La Dirigencia histórica leal al legítimo Líder ha saboreado las mieles del poder, como el mismo Fidel Castro lo denomina, y ha permanecido callada ante la postración del pueblo, puesto que han tenido conciencia de que nunca ha sido necesario haber convertido de facto la Isla en una camisa de fuerza flotante.

Nunca fue necesaria la UMAP contra los supuestos lumpens y los de distinta orientación sexual; nunca fue necesaria la “ofensiva revolucionaria” contra la micro empresa privada; nunca fue necesario un “quinquenio gris” contra los intelectuales; nunca fue necesario mantener a los cubanos en la prolongada indignidad de no poder entrar a los hoteles y centros turísticos construidos por los trabajadores cubanos, y reservados para los turistas extranjeros, como otrora en la Cuba capitalista bajo los carteles “prohibida la entrada, propiedad privada”; nunca fue necesario contaminar la Constitución de la nueva república con el mandamiento de la fe inexcusable en el poder de un partido-único convertido en instrumento de conculcación de las libertades individuales y colectivas; nunca ha sido necesario el sistema de represión política existente hasta hoy contra el pensamiento y su vehículo, la lengua.

Nunca fue, ha sido ni es necesario mantener cerradas las fronteras de la Isla a sus ciudadanos para que no disfrutaran ni disfruten como ciudadanos libres en el primer territorio libre de América del derecho a salir, entrar y asentarse libremente en territorio patrio. Y esa prohibición tipo solo del desprecio por la democracia de un poder totalitario, ha servido y sirve para mantener a los cubanos humillados en la dependencia de un grupito de hombres y mujeres apoderados en el llamado partido “comunista”. Quitémosle el apellido de cubano, porque no puede ser ni será cubano un partido que se ha permitido “innecesariamente” tanto atropello contra el sentido de libertad y tanto maltrato contra el sentido de pertenencia de un pueblo a su nación. Hoy el PC sigue hablando de reforma migratoria en términos de una dádiva que será pensada con calma para no cometer errores. ¿De qué errores puede seguir hablando el PC si no de los suyos propios en la apropiación burocrática de lo que vino al mundo para ser una revolución libertaria? Haber jugado y seguir jugando la carta que en el poker político del antagonismo con los EEUU no han dejado de servir los halcones desde el Departamento de Estado, hacerlo por encima de la creencia en la propia fuerza popular de la Revolución, no le ha servido más al Partido “Comunista” que para mantener la doctrina del poder anti democrático contra la propia nación.

Sigue y seguirá siendo una ignominia contra el pueblo cubano hablar de “política migratoria”. Solo un poder castrense puede establecer políticas migratorias. Los ciudadanos cubanos no murieron en la lucha contra el dictad del estado capitalista bajo la neo-colonia yanqui, ni se alzaron y murieron en la insurrección que termina tumbando el Águila Imperial de encima de la República, ni han luchado por desarrollar las conquistas sociales para venir a ser tratados como fauna en una granja estatal. La libertad nació con alas. ¿Se pondrán tanto Silvio Rodríguez como Alfredo Guevara en huelga de hambre indefinida hasta que el pueblo, así como ellos lo han disfrutado, pueda disfrutar de un derecho que nunca tampoco debió haber sido conculcado: entrar, salir y asentarse libremente en el territorio libre de su patria?

No es política migratoria, es derecho inalienable a emigrar o no de Cuba, a no depender de la aberración totalitaria del internacionalismo usado de facto como opción para poder entrar y salir al país con legitimidad ciudadana. Es derecho a la no humillación ante el mundo. Derecho a que lo que se sigue llamando Revolución cubana deje de ser el símbolo del atropello contra las libertades individuales de los cubanos. Abrir sin condiciones las fronteras de la Isla a sus trabajadores, sus jóvenes, sus ciudadanos es quitarle el poder a la burocracia contrarrevolucionaria que desde el Partido “Comunista” pone los clavos a la tapa del ataúd en que se entierra la democracia en nombre del “socialismo”. Lo saben todos los que siguen atentando contra la transición socialista en Cuba y lo sabe el mundo capitalista que acosa a Cuba - la continuidad de lo que ha de ser Revolución socialista es binaria: o democracia o capitalismo.

Benedicto XVI conoce que el subconsciente pequeño-burgués de los Dirigentes históricos de la Revolución, objetivamente condicionado, termina por imponerse ante el fracaso del “experimento político marxista”. La primera e inequívoca señal del Partido-Estado para el Papado ha sido recurrir a la Iglesia Católica como mediadora en el diálogo político con el propio pueblo cubano. Pedir la intervención del evangelio humanista de Cristo a la Iglesia Católica para liberar a los presos cubanos políticos que han permanecido en las cárceles de manera innecesaria - como no dirá en este caso Alfredo Guevara -, ha significado despreciar el credo humanista de la misma Revolución. Sin coraje revolucionario para decretar una amnistía política general en el país y demostrar tanto la fortaleza de la Revolución como la madurez política de la nación para la refundación de las relaciones sociopolíticas internas, la Dirigencia del Partido-Estado reposiciona a una organización política -como ha sido, es y seguirá siendo la Iglesia Católica- sin asidero confesional determinante en la sociedad y opositora ideológica al socialismo. Nada que ver con el equilibrio del estado en tanto garantía de la libertad de los cultos religiosos que caracterizan la pluralidad espiritual de la nación. La cúpula del PC ha necesitado de la Iglesia que representa religiosamente a apenas el 25% de la población de Cuba para legitimar su poder sobre la sociedad y ante el mundo. Conseguir la bendición de la Iglesia suponiendo infundadamente que se le resta un aliado a la extrema derecha cubano-americana de la Florida y al propio Gobierno de los EEUU, ha llevado al PC a desconocer el carácter laico del estado. Ha menospreciado a las religiones afrocubanas, arraigadas en una mayoría animista de la población, que para salvar su temprana identidad cultural tuvo que recurrir al sincretismo religioso y subordinar los dioses negros a los santos del dios blanco.

La única publicación no oficialista que ha sido permitida en Cuba por el PC ha sido la revista Espacio Laical, espacio de opinión y vehículo ideológico en la orilla opositora al socialismo en Cuba. Una publicación independiente del Episcopado en Cuba que cuenta con el apoyo de los enormes recursos financieros que ha acumulado y maneja la Iglesia Católica. Hablamos de la institución que, en las mismas declaraciones de sus voceros, está en condiciones de competir con el estado cubano en cuanto a la influencia en el proselitismo político-ideológico. Programas de becas universitarias, seminarios, y una red de “conexión en la fe” de indudable poder a nivel mundial se articulan en función de ello. Editores de Espacio Laical como Leiner González y Roberto Veiga hablan – amparados por el PCC, dada la censura a la contrapartida del debate democrático revolucionario -, probablemente creyéndoselo, sobre el papel determinante de la Iglesia Católica en la redefinición del sentido de nación cubana. La nación cubana necesita revitalizarse en un conjunto de valores que definan su espiritualidad, y es la Iglesia quien puede y tiene el deber de clarificar esa espiritualidad, no sólo a través de la evangelización, sino de la construcción de la opinión en el pueblo – pontifica Roberto Veiga en medios audio-visuales alternativos en ocasión de la visita de Benedicto XVI.

Lo que, en cambio, sí expone la realidad sociológica y su implicación política es que la falencia socioeconómica del socialismo vulgar cubano deja un vacío existencial profundo en el pueblo. La depreciación de las expectativas de progreso en la misma medida que disminuye el credo socialista aumenta la fe en la heteronomia política. La coerción política sobre las libertades individuales y colectivas, especialmente contra el derecho a la libre asociación como productores no asalariados, ha resquebrajado la cohesión social y el sentido de libre pertenencia a la nación. Alguna fuerza superior ha de apiadarse de los cubanos. La influencia de la Iglesia Católica en la vida pública, como ha pedido Benedicto XVI en su discurso inaugural en el aeropuerto Antonio Maceo de Santiago de Cuba (26.03.2012), irá sin dudas in crescendo.

Consciente de que no habría oposición política por el estado de necesidad del Partido-Estado, el clero de la Iglesia en Cuba celebra legítimamente el 400 aniversario de la aparición de la llamada Patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre. Si de la simbología y el imaginario antropológico-cultural de un pueblo se trata, hay creencias menos favorecidas. No son patrones del espíritu cubano los santos del panteón africano, no poseen templos ni iglesias, van en los códigos del sentir popular, ninguno ha crecido a ese rango a pesar de que los cimarrones se alzan en símbolo de lucha contra el poder colonial español que trajo el catolicismo a Cuba, como a toda la América India, a golpe de la espada y de la cruz. Si la Virgen ha sido mambisa, lo ha sido bajo la protección de Oshun.

La celebración del 400 aniversario de la Virgen, convertida por la Iglesia en una peregrinación redentora bendecida por el Partido-Estado, aprovecha el estado de profunda hibernación del espíritu de libre ciudadanía impuesto por el poder antidemocrático y hace una demostración de reafirmación como nunca la necesitó en la Cuba pre-revolucionaria. Entonces la Iglesia disfrutaba las mieles del poder junto al poder del estado capitalista, no había necesidad imperiosa de afirmar a los fieles en el culto de la fe. Hoy la peregrinación popular a lo largo y ancho de la Isla resucita del letargo al pueblo de Cuba, un pueblo, si de peregrinaciones se trata, “programado” por el reflejo condicionado de las marchas que buscan la afirmación del poder del PC. La demostración peregrina de poder, oculta bajo la sotana política de una minoría religiosa, cambia la imagen del “comunismo” ante el mundo, esa imagen que no se atreve a cambiar el Partido “Comunista” asumiendo el reto revolucionario de la democracia socialista en el país.

Con la visita de Juan Pablo II se reafirmaba el régimen del socialismo de estado. Con la actual visita de Benedicto, se reafirma la voluntad de apertura liberal-burguesa por la que apeló Wojtyła. Su sucesor no le deja dudas a nadie: el fin de la historia es una realidad, el marxismo no le sirve a la redención de los pueblos.

“El marxismo no responde a la realidad, hay que buscar nuevos modelos, con paciencia y en forma constructiva" - le increpa Benedicto XVI a Fidel Castro desde el avión que lo pone en la ruta hacia Cuba, “el último bastión del comunismo en el mundo”, tal como es falsamente conocido en el mundo el socialismo vulgar que el PC le impone a la nación. No puede creer en el marxismo el artífice del aniquilamiento de la teología de la liberación de la iglesia de los pobres en América Latina. No puede creer en el marxismo un Vaticano que «cuando se quiere ayudar a los pobres bendice al prójimo como a un santo, y cuando el prójimo pregunta porqué son pobres, lo acusa de comunista».

Sin embargo, Fidel Castro ha dado por hecho que el marxismo es igualmente una idea pasada por agua de borra. Un café descafeinado. Hoy la única solución es la repartición justa de los panes y los peces que por las tecnologías es capaz de multiplicar en abundancia el hombre. Que sea el modo de producción capitalista el que no permita la justicia de la distribución no le queda claro al marxista Fidel Castro. Hasta las tecnologías son medios de despojo contra los pueblos dado el modo de producción capitalista, nada que ver con la esfera de la distribución. Pero el Líder tampoco tributa la idea de Marx sobre la función de las tecnologías cuando no están en función de la emancipación del trabajo. Esa composición orgánica del capital que para mantener su componente de extorsión no tiene más que pronunciar el drenaje de la plusvalía. En la época del capitalismo tecnológico las curvas históricas de las ganancias suben a costa del picado de las curvas de los salarios como participación en el crecimiento económico.

Desde Cuba la intelectualidad orgánica no osa asumir el debate revolucionario. Se escribe con mayúsculas y sin rubor que el Socialismo en Cuba se basa en la Ideología Marxista. Bajo el oportunismo del monopolio sobre los medios de información y comunicación dan como criterio beligerante de su verdad la revolución social habida. El orgullo de que, gracias a esa revolución social, entre los cientos de millones de niños literalmente hambrientos en el mundo ninguno sea cubano, y que nuestro índice de mortalidad infantil esté entre los más bajos del mundo, demostrando con ello el axioma político de que el desarrollo se mide por la atención del estado a los niños de su nación, se manipula políticamente, aunque sea el mismo Líder quien afirme que el “modelo” ya no le sirve ni a los cubanos. Los ideológos del PC no hablarán que los 10 países con mayor desarrollo humano integral del mundo son todos capitalistas. Ese debate les tuerce la materia gris a la intelectualidad político-intelectual orgánica al Estado de la Burocracia. En ese estado de cosas seguirán disfrutando el cobijo bajo las mieles del poder partido-estatista. Están seguros de que seguirán eternamente obligando al pueblo a creer, no a leer. Ahora es la fe en la buena voluntad de los propietarios privados del capital lo que iguala al marxismo y al cristianismo.

Los medios burgueses, los únicos de alcance mundial e influencia en la opinión pública de sociedades enteras, especulan y nada indica que se equivocan. Benedicto llega a bendecir la transición capitalista emprendida en Cuba por «los hermanos Castro». No aparece un sólo texto en la prensa cubana que desde la independencia revolucionaria del criterio político analice críticamente los trasfondos de la visita del Papa a la luz de la situación política que vive el país y de los desafíos de la lucha por el socialismo. La prensa no es independiente ni está al servicio del pensamiento crítico revolucionario del pueblo. Desde el pueblo no se puede decir: esta es mi opinión, porque la Revolución soy yo. Como en éxtasis de devocion periodistas cubanos escriben: “el júbilo reina en la Mayor de las Antillas por la próxima llegada del Santo Padre; que las autoridades políticas y católicas con el visto bueno de las grandes mayorías de cubanas y cubanos —feligreses y laicos— se esmeran para hacerla brillar”. Será difícil encontrar semejante panegírico en la propia prensa de los países latinoamericanos, cuyos pueblos califican como creyentes católicos en grandes mayorías. Será difícil leer que no es como los brasileños pensaban sobre sí mismos, no, “Cristo es cubano”, según reza algún título de algun otro periodista cubano.

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Saliendo de la Catedral del Cobre en una de mis visitas a ella, recogí pedacitos de piedra al borde del camino pintadas por los colores naturales vivaces del cobre a flor de tierra que aún guardo conmigo. Le había dejado a “Cachita”, como íntimamente llamamos a la Virgen los cubanos, los hermosos girasoles de que ambos gustamos. Al llegar a mi casa cubana nos bebimos un ron (Paticruzao, por nombre) entre amigos y compañeros, cuyo primer “trago” se lo brindamos a los santos vertiéndolo sobre la tierra. En ese ritual que cada cubano repite dentro o fuera de Cuba cuando se abre una botella de ron no se tiene en mente el panteón de los santos católicos. La Virgen de la Caridad del Cobre es parte de la cultura pagana del pueblo cubano. Elevarla a patrona de la religiosidad de Cuba y en codificadora de la espiritualidad de la nación es una falsedad ideológica sólo útil al credo político de la burguesía cubana. Esa que renace de sus cenizas como Fénix adentro, y allende el estrecho de la Florida mirando hacia la apertura de la Isla, y esa otra que nace en ella al compás del cambio de relaciones de propiedad sobre los medios de producción que implementa el reformismo liberal del PC.

El mensaje político de la visita papal dice no creer en el capitalismo y asegura que el socialismo es parte del problema de la humanidad. El mensaje religioso es amor y fraternidad. Y aunque el credo papal sea anticristiano, la misa en la plaza de la Revolución, llamada también Antonio Maceo, desborda canto de cubanía cultural. “Y si vas al Cobre, quiero que me traigas una Virgencita de la Caridad” - suena en la Plaza la entrañable melodía criolla. Es justo lo que le he traído a amigos y compañeros. Porque el sincretismo antropo-cultural es distintivo de la identidad cubana. Los santos nos acompañan. Se equivocan los que piensan que la religión ejercida desde la filosofía política de los intereses económicos ha dejado de ser el opio de los pueblos.

La suerte de Cuba y los cubanos se hace pedazos enrumbando hacia el capitalismo. Del «socialismo de estado» que fenece por muerte natural la lucha es por el socialismo según el marxismo revolucionario, no hay otro camino hacia la libertad y el progreso humano.