Por Sebastián Chavarria Domínguez

El domingo 12 de junio, el diario La Prensa publicó una entrevista al socialcristiano José Davila, el ultimo coordinador de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD). Vale la pena analizar sus puntos de vista porque contienen algunos elementos de critica a la propia oposición, que no han sido desmentidos oficialmente por la ACJD.

La división de la ACJD y la fragmentación de la oposición

La ACJD se encuentra actualmente reducida casi a cero, dividida en dos corrientes: una que se reivindica como “Alianza Cívica Territorial” y otra que, representada por el propio Jose Davila, se reivindica como la verdadera ACJD. No se conocen de manera pública los puntos que originaron la división, pero, al parecer, se trata de importantes diferencias tácticas sobre cómo enfrentar la represión de la dictadura. Una buena parte de los directivos de la ACJD se encuentran en prisión, como Juan Sebastián Chamorro, Jose Adán Aguerri, Mike Healy y Álvaro Vargas, estos tres últimos altos dirigentes del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP)

La crisis de la ACJD se ha agravado por la represión de la dictadura, que ha encarcelado a sus principales dirigentes, obligando al resto a callarse o irse al exilio. Davila reconoce la división de la ACJD, al afirmar que “existe, pero dividida... Las dirigencias departamentales y municipales existen, están en Nicaragua, y hay un grupo, del cual no puedo decir mucho, una cúpula, ahí hubo una división, parte de la cultura política de la oposición”.

La división de la ACJD, así como la división de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), no es producto de la “cultura política de la oposición”, sino del cambio en las condiciones que generaron diferentes puntos de vista dentro de la ACJD. El triunfo temporal de la dictadura, y la falta de un balance, generaron la dispersión de los grupos opositores que no encuentran el camino para retomar la lucha.

Las ilusiones electoreras sin reforma electoral

No obstante, el mérito de la entrevista de José Davila es que, al menos, ha tocado temas que otros no se atreven a hacerlo, dándole un contenido aparentemente autocritico. Davila se lamenta que “en el 2018, en el 2019, en el 2020, cuando vinieron las elecciones, pudo hacer una apertura democrática, elecciones aceptables...” pero la dictadura se negó a impulsar una reforma o apertura democrática. Lo que no dice Davila, es que tanto la ACJD como la UNAB, manejaron una estrategia electoralista, aislada de la lucha real de las masas. El colmo fue que no solo no lucharon realmente por una reforma electoral que cambiara las condiciones de realización de las elecciones, sino que se quedaron desarmados ante la posibilidad real de que no hubiera tal reforma. Y esta última variante fue la que realmente se produjo, cambiando abruptamente todo el panorama político.

¿”No hay retorno”?

Sorpresivamente, el optimismo se apodera de Davila, porque considera que, a pesar de la represión, la dictadura esta en un callejón sin salida: “(…) estamos en el punto de no retorno. Ya no puede hacer nada por Nicaragua, aunque lo quiera. Si da libertad a los presos es contra él, si da elecciones libres es contra él, si permite la llegada de los organismos internacionales, es contra él, si anuncia su renuncia, es contra él. No hay retorno. Perdió oportunidades. Las mismas dictaduras de América Latina negociaban, buscaban salidas, pero esa es la tragedia de Nicaragua, el pensamiento político, entre comillas, de la pareja presidencial”.

En este punto de la entrevista, Davila comete un grave error de análisis. Según el, la dictadura está en un callejón sin salida, pero la dictadura no se desplomará sino hay una movilización en su contra. Nada se mantiene estático, siempre hay una salida, aunque no nos guste. El triunfo temporal de la dictadura está preparando el camino para los cambios graduales al ritmo que la dictadura quiera realizar. Para preservar el poder, la dictadura, más temprano que tarde, se verá compelida a impulsar algunos cambios en el régimen, y esa parte es la que Davila no quiere ver, cierra los ojos ante la realidad.

Las responsabilidades de la oposición

Pero la parte más importante de la entrevista, es cuando Davila se refiere a la responsabilidad de la oposición. Se arrodilla, abre los brazos y exclama: “(…) No ha sido posible construir la alternativa frente al régimen de Ortega y Murillo. No se ha construido un proyecto político alterno, un liderazgo aceptado por la población, una estrategia para llegar al gobierno, el apoyo internacional... No hay alternativa”.

¡Dios mío! Es el reconocimiento de la incapacidad de la ACJD y de la UNAB para crear una nueva alternativa política. Obviamente, a pesar de la heroica lucha de las masas que salieron a las calles, la dictadura pudo imponerse porque no se logró crear ese polo de atracción.

¿Y por qué no se pudo? Bueno, Davila insiste en la “cultura política” dictatorial, una justificación muy simple: “No solo es culpa de la oposición, nosotros somos una oposición subdesarrollada frente a una dictadura salvaje. No tenemos escuela democrática, solo hemos tenido escuelas dictatoriales y la cultura dictatorial no es buena al diálogo, se prefiere la confrontación, se es maniqueísta, yo soy el bueno y los demás son malos, narcisistas, divisionistas. Esa es una cultura política que arrastramos en la oposición también”.

En pocas palabras, Davila afirma que la cultura política impuesta por las dictaduras, han sido asimiladas por la oposición, lo que es parcialmente cierto, pero no es lo determinante. El aspecto central es que, en el periodo 2018-2021, la ACJD y la UNAB se centraron en una pelea interna por imponer cada quien su hegemonía, y se olvidaron de levantar una política que sintetizara las aspiraciones de las masas. Tanto la ACJD como la UNAB se concentraron en conspiraciones palaciegas, sobre cual casilla usar, quienes serían los candidatos, alejándose de la dura realidad que vivía la población.

Y para justificar los graves errores cometidos, Davila recurre a la teoría de la conspiración: “(…) Y yo agrego, con mucha conciencia, el trabajo del Frente Sandinista en las filas de la oposición. Ellos se han infiltrado, ellos cofunden, compran y reclutan gente”. Es indudable que las principales cabezas de la dictadura, que vienen de la lucha guerrillera, saben explotar al máximo las debilidades de la oposición burguesa, y a través de las infiltraciones recopilan información y crean divisiones internas. Pero la política no se realiza en un laboratorio aséptico, sino en la realidad, y esa era nuestra realidad, estábamos luchando contra un partido que tiene un largo historial y, por lo tanto, se debían tomar las formas organizativas que la realidad demandaba, pero no se hizo.

Sin una estrategia clara

Davila no deja de golpearse el pecho: “No hay estrategia. Nos equivocamos. Nosotros estábamos como Costa Rica, andábamos alegres haciendo elecciones primarias, valorando puntuaciones.... Yo me acuerdo. Nunca tuvimos la capacidad de siquiera imaginar el tipo de ofensiva represiva que se iba a venir por parte del régimen. Las capturas dieron una sorpresa. Y creíamos que a CxL (Ciudadanos por la Libertad) lo iban a dejar. ¡También lo hicieron! Luego las oenegés y no se detienen”.

Este es el aspecto medular de la entrevista. La ACJD, tampoco la UNAB, contemplaron siquiera la posibilidad de un endurecimiento de la dictadura. Todos creyeron que se repetiría la coyuntura de 1990, en la que el sandinismo, presionado por la guerra y la crisis económica, se vio forzado a realizar una apertura democrática, que permitió que las masas se volcaran en su contra. Aunque era correcto intentar aprovechar cualquier resquicio u oportunidad, cerraron los ojos ante la realidad, cuando la aprobación de leyes represivas a finales del 2020 y comienzos del 2021, así como la contra reforma electoral en mayo del 2021, nos indicaban que la peor variante es la que predominaría.

La inevitable negociación

La entrevista está calada de un terrible pesimismo que en algunas partes diluye con algunas dosis de optimismo. Al final, concluye que “(…) A mí se me aleja la posibilidad de ver una democracia reinante, pero sigo creyendo que a esta dictadura tenemos que llevarla al punto en que permita al pueblo de Nicaragua hacer elecciones libres. No hay otra forma”. (…) está en las manos de Ortega que él pueda visualizar una solución a esta tragedia. Si hay una posibilidad de una solución está en manos del Estado nicaragüense.

El pesimismo de Davila conduce inevitablemente a la negociación. Lo que no dice Davila, es que Ortega utiliza la represión brutal para preparar su propia salida, es decir, una negociación bajo las condiciones de la dictadura. Poco a poco el discurso de los lideres de la ACJD, y de la propia UNAB, van cambiando de tono y acercándose cada vez mas a la mesa de negociaciones.

Por ello, Davila sostiene que “lo ideal es una negociación, pero una negociación entendida en el sentido democrático, con un diálogo democrático y un objetivo común, que es la convivencia pacífica. Bajo la filosofía de dame que te doy. Pero a este gobierno se le ve claramente que le interesa negociar solo con los Estados Unidos”

No hay interlocutor.

Al final de la entrevista, de rodillas, Davila implora un cambio de actitud de la dictadura, para iniciar la negociación y la liberación de los presos políticos, verdaderos rehenes.

El periodista le pregunta, ¿entonces con quienes debe negociar la dictadura? Davila reconoce “(…) que hay dificultades de encontrar un interlocutor ahorita, sólido, con estrategia, aceptado por todos en Nicaragua y la comunidad internacional. No lo hay. (….) No estamos cayendo al precipicio, ¡ya estamos en el precipicio! y hay que buscar cómo salir, y quienes tienen la obligación son ellos porque la oposición ha sido clara: queremos libertad para los presos políticos, libertades públicas y elecciones libres”.

Davila no comprende que la dictadura aplica una estrategia de “tierra arrasada”, ha destruido el sistema de partidos, cancelando la personaría jurídica a unos, mientras recluta y domestica a otros, transformándolos en colaboracionistas, ha encarcelado a los principales dirigentes de la oposición burguesa, forzando el exilio de otros, ha destruido al movimiento estudiantil y popular autoconvocado, ha cancelado la personalidad jurídica de 600 ongs, tiene preso a los principales lideres del COSEP y ejerce presiones sobre los grupos del gran capital, etc.

El objetivo central de la dictadura es negociar con estados Unidos y con los despojos de la oposición burguesa, en una posición de fuerzas que le permita mantener el poder, aunque se vea forzado a realizar algunas concesiones formales, como la liberación de los rehenes políticos, y algunas reformas electorales que permitan la continuidad del poder.