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Se profundiza la reconciliación con los empresarios del COSEP

 

 

 

Daniel Ortega con la plana mayor de la burguesia nicaraguense.

 

Por Victoriano Sánchez

 

Desde la muerte de Jorge Salazar (17/11/1980) hasta la fecha, nunca un dirigente sandinista había participado en una celebración del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP). Jorge Salazar estaba involucrado en una conspiración para asesinar a miembros de la Dirección Nacional del FSLN, y murió en un enfrentamiento a tiros con efectivos de la naciente Dirección General de Seguridad del Estado (DGSE). La muerte de Salazar, entonces vicepresidente del COSEP, provocó la ira y enemistad de los empresarios y fue el preludio de una guerra civil (1982-1990) que devastó Nicaragua.

 

Algunos presidentes del COSEP, como Enrique Dreyfus y Enrique Bolaños Geyer, fueron encarcelados bajo el primer gobierno sandinista (1979-1990). Las relaciones entre el COSEP y la dirigencia sandinista fueron muy tirantes debido a las expropiaciones de muchos de sus miembros. Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente. Los antiguos comandantes guerrilleros son ahora empresarios o prominentes políticos que visten de saco y corbata. En el último periodo se ha producido un acercamiento entre la dirigencia del FSLN con los empresarios del COSEP.

 

Y una muestra de este complicado proceso de acercamiento, lleno de recriminaciones mutuas, fue la presencia de Daniel Ortega en la celebración del Día del Empresario, una importante reunión anual del COSEP. Esa celebración fue encabezada por Antonio Baltodano, Carlos Pellas, Piero Cohen, jefes de los principales grupos económicos.

 

Daniel Ortega no se caracteriza por la excelente oratoria, mucho menos por la sabiduría de sus discursos, o por la agitación o propaganda revolucionaria. Sus discursos reflejan cada vez más un apego enfermizo hacia el sostenimiento del poder a cualquier costo. Para entender sus mensajes, se debe entresacar los aspectos esenciales de las anécdotas y de la mezcla de temas incoherentes.

 

En su discurso ante la plana mayor de la burguesía, Daniel Ortega dijo que el enfrentamiento con los empresarios “es una etapa de la Revolución que está superada (…) hasta el año 1979, los Gobiernos se cambiaban en Nicaragua a balazos; ganaban los conservadores y confiscaban a los liberales; ganaban los liberales y confiscaban a los conservadores (…) gracias a Dios, gracias al pueblo, estamos viviendo una nueva etapa, que todos nosotros estamos obligados a consolidar”.

 

Efectivamente, después de la derrota de la revolución de 1979, se vive un nuevo statu quo que no es otra cosa que la restauración del sistema somocista, en donde dos partidos políticos, liberales y conservadores, se repartían el poder. Ahora son dos nuevos sujetos sociales y políticos: sandinistas y liberales. Cambiaron los sujetos pero el sistema se restableció casi íntegramente. La sangre de los héroes y mártires fue desperdiciada, su sacrificio fue en vano, un nuevo e injusto sistema capitalista fue reconstruido sobre sus cadáveres.

 

Conmocionado por su propio discurso, Daniel Ortega derramó una cuantas lagrimas por Jorge Salazar, al declarar que “aún en los momentos más terribles, como cuando la muerte de Jorge Salazar, un hombre realmente extraordinario, una gran pérdida para Nicaragua, nunca perdimos la capacidad de comunicación y de diálogo, sino lo hubiésemos hecho, nos hubiésemos destruidos y le hubiésemos hecho un daño inmenso, un daño irreparable a Nicaragua”.

 

La reivindicación política de Jorge Salazar nos deja atónitos, aunque dice la verdad cuando afirma que el FSLN nunca perdió la comunicación con la burguesía, a la que combatía, pero con la que aspiraba llegar acuerdos que permitieran el reconocimiento de la hegemonía política del FSLN, y la aceptación de la nueva burguesía sandinista que, aprovechando la derrota de la revolución, se apropió de los bienes confiscados al somocismo y a otros sectores de la burguesía.

 

La presencia de Daniel Ortega en la celebración del Día del Empresario no es una casualidad, refleja un reacomodo entre las diversas fracciones de la burguesía y un acuerdo básico para reconocer a la burguesía sandinista como un miembro más del COSEP.