Por Melchor Benavente

Mucho antes de proclamarse la primera independencia en 1821, ya existía una fuerte rivalidad entre los ricos comerciantes guatemaltecos y las elites coloniales de lo que sería más tarde el Estado de El Salvador. No fue una casualidad que las elites salvadoreñas se opusieran a la anexión a México, proclamada en enero de 1822. Y tampoco fue una casualidad que los pilares de la federación centroamericana fuesen Guatemala y El Salvador.

Anexión a Estados Unidos

El 5 de diciembre de ese mismo año, la diputación de la provincia de San Salvador declaró su rechazo a la anexión a México y formó una Junta Gobernativa, encabezada por José Matías Delgado y Manuel José Arce, que decretó la anexión unilateral para formar parte de Estados Unidos, nación que en esos momentos era vista como un faro de progreso y libertad. Manuel José Arce y Juan Manuel Rodríguez fueron a Washington a negociar la anexión, la cual fue recibida con escepticismo y frialdad. Esta anexión a Estados Unidos, no progresó.

Tres sectores en pugna por la anexión a México

En ese momento, en el Salvador existían tres grupos de la clase dominante: los grupos exportadores de añil en las ciudades de San Salvador y San Vicente, y el grupo de San Miguel, baluarte del liberalismo de la época.

El localismo predominante en toda Centroamérica se debió a que las reformas borbónicas fortalecieron el rol de las municipalidades, por un lado, y la ausencia de un mercado interno, debido a que el conjunto de la economía giraba en torno a la exportación de productos. San Miguel y Santa Ana se declararon favorables a la anexión a México, mientras que San Salvador, San Vicente y Zacatecoluca se opusieron.

Después de 1821 en Centroamérica hubo tres sectores en pugna: las provincias que querían liberarse de Guatemala, pero aceptaron la anexión a México como mal menor; los guatemaltecos que siempre lucharon por mantener su hegemonía; los radicales autonomistas. En El Salvador, estos estaban representados por los notables de San Salvador, aliados de los liberales radicales de Guatemala. Estos dos sectores jugaron un papel clave en la lucha por la separación de México y la conformación de la federación centroamericana.

Al estallar la resistencia militar a la anexión, Guatemala organizó un gobierno aliado en San Miguel, en oposición a los rebeldes de San Salvador. En febrero de 1823, el general mexicano Vicente Filísola ocupó militarmente San Salvador en momentos en que se desmoronaba el imperio de Iturbide, firmando un generoso armisticio con los vencidos.

Filísola dio un giro político, y convocó a Congreso centroamericano para el 29 de marzo de 1823, con el objetivo de organizar una transición hacia un gobierno de los centroamericanos, sin presencia militar mexicana. Este congreso proclamó por segunda ocasión la independencia de las provincias de Centroamérica, en relación a España, México y cualquier otra potencia. En noviembre de 1824 fue promulgada la Constitución Federal de las Provincias Unidas de Centroamérica

La primera guerra civil centroamericana (1826-1829)

En marzo de 1824, adelantándose a la Constitución Federal, El Salvador fue la primera provincia en convertirse en Estado y dotarse de su propia Constitución, eligiendo en 1825 a Manuel José Arce como su primer Jefe de Estado.

La federación Centroamérica nació dependiente de la exportación de añil, cuando los precios declinaban en el mercado mundial. Tanto las autoridades federales como los gobiernos de los Estados carecían de los fondos necesarios. No obstante, desde su nacimiento, el Estado federal tuvo que intervenir militarmente en otros Estados, como la guerra civil de Nicaragua en 1824.

La hegemonía de Guatemala en el gobierno federal y las prácticas centralistas, sobre todo en materia de impuestos y contribuciones forzosas, creo las condiciones para el estallido de la primera guerra civil de la federación

El gobierno de El Salvador criticó la confusión entre el gobierno federal y el estatal guatemalteco. Los salvadoreños propusieron que el Congreso Federal se trasladara a la ciudad de Antigua Guatemala. Un punto discordante por parte de los salvadoreños, era la representación en el Congreso Federal. Guatemala tenía más población y, por lo tanto, más diputados.

Las contradicciones entre Juan Barrundia, jefe del Estado de Guatemala, y José Manuel Arce, jefe del Estado Salvadoreño, ambos liberales, llegaron incluso hasta roces militares, hasta que los conservadores de Guatemala recuperaron el poder  en manos de Mariano Aycinena y Manuel Montúfar, como jefe y vicejefe respectivamente, que irónicamente establecieron una alianza con el presidente Arce, para luchar contra los liberales guatemaltecos. En sentido contrario, Mariano Prado, que representaba otra fracción liberal salvadoreña, desconoció al nuevo gobierno conservador del Estado de Guatemala, y se alió con la fracción liberal opositora de Guatemala. El estallido de la guerra civil era inevitable.

Los Estados de El Salvador, Nicaragua y Honduras, gobernados por facciones liberales radicales, constituyeron el Ejercito Aliado Protector de la Ley, encabezado por el general Francisco Morazán, los que derrotaron el gobierno conservador de Guatemala en 1829, que a su vez tenia el control del gobierno federal. La derrota militar de los conservadores, llevo al general Francisco Morazán a ser el segundo presidente del Estado federal (1830-1839), y a iniciar la primera reforma liberal.

La rebelión indígena de Anastasio Aquino en 1833

Los gobiernos liberales del Estado de El salvador, unos aliados y otros contrarios a Morazán, aplicaron políticas represivas y expoliadoras contra los indígenas, provocando en 1833 el levantamiento de los indios en Santiago Nonualco, encabezados por Anastasio Aquino, que fue apoyado por los conservadores y La Iglesia.

A pesar de la intensidad de la rebelión indígena, las tropas federales del general Narciso Benítez aplastaron a las fuerzas mal armadas de Aquino, al que capturaron y decapitaron en mera plaza pública. La rebelión de Aquino solo fue el preludio de otra rebelión indígena de proporciones mayores en Guatemala en 1838. Los liberales federalistas lejos de liberar a las masas indígenas, las expoliaron, no le dieron derechos ciudadanos, y con ello se convirtieron en base social de la Iglesia y  de la contrarrevolución conservadora

Traslado del gobierno federal a El Salvador

Para evitar la confusión entre el gobierno de Guatemala y el gobierno federal, los liberales morazanistas impulsaron la creación de un Distrito Federal, como en México y Estados Unidos, pero este tomó forma hasta 1835. En el ínterin, en diciembre de 1831 el gobierno federal decidió trasladarse a San Salvador, pero se hizo efectivo hasta 1835

A pesar que el gobierno de El Salvador era el mas fiel aliado de Morazán,  las contradicciones aumentaron por el pago de impuestos, empréstitos forzosos y gastos militares.

Joaquín San Martín, jefe del Estado salvadoreño (1833-1834), se negó a poner sus tropas en Soyapango a disposición del gobierno federal, incluso atacó Santa Ana donde estaban las tropas federales bajo el mando de Morazán. La sublevación de San Martin fue derrotada, y el gobierno federal tomo el control del puerto y aduanas de la Unión, y en 1835 la jefatura del Estado salvadoreño quedó en manos del general Nicolas Espinoza, inicialmente aliado de Morazán. La colaboración con el gobierno federal entró en crisis por el tema de los impuestos, sobre todo por las rentas provenientes del aguardiente. Espinoza fue derrocado en marzo de 1836, ocupando la presidencia Diego Vigil, pariente de Morazán.

En 1837, con el objetivo de derrotar la rebelión nacionalista de Carrera, Diego Vigil impuso nuevos empréstitos forzosos. El escenario de la guerra se desplegó en torno al Distrito federal en San Salvador.

La “rebelión de la montaña” y el inicio de la segunda guerra civil centroamericana (1838-1840)

En 1836, Mariano Gálvez implementó un impuesto personal anual de 2 pesos, lo que provocó un enorme malestar entre los indígenas y campesinos, que miraban las reformas liberales como expoliadoras. La oligarquía guatemalteca vio en la rebelión de Carrera la oportunidad para liberarse del yugo de Morazán. El ascenso de Carrera al poder en Guatemala, inició el declive del gobierno federal.

El talón de Aquiles del gobierno federal eran sus exiguas rentas. Entre 1837 y 1838, la “rebelión de la montaña”, liderada por Rafael Carrera, provoco la caída de Mariano Gálvez al frente del Estado de Guatemala.

En ese mismo periodo, en 1838, para debilitar el poder de la oligarquía guatemalteca, los morazanistas alentaron la formación de un nuevo Estado, conocido como Los Altos, conformado por los departamentos de Quiché, Retalhuleu, Sololá, Totonicapán, Suchitepéquez y Huehuetenango, teniendo como capital la ciudad de Quezaltenango.

Nicaragua rompió con la federación en abril de 1838, le siguieron Honduras y Costa Rica en noviembre de ese mismo año.  En febrero de 1839 se terminó el periodo presidencial de Morazán, y en julio de ese mismo año fue elegido jefe de Estado de El Salvador. Para 1839 el Estado federal estaba reducido El Salvador y el nuevo Estado de Los Altos. En septiembre de ese mismo año Morazán se refugió en Cojutepeque. Después, derrotado, decidió renunciar a la Jefatura de Estado y salió de El Salvador con sus seguidores. Despejado el escenario, Carrera firmó un tratado de paz muy lesivo para El Salvador en mayo de 1840. Por “recomendación” de Guatemala, Francisco Malespín fue nombrado comandante general del ejército mientras iniciaba su gobierno Manuel Aguilar.

Constitución de un Estado independiente

Bajo el gobierno de Juan Nepomuceno Lindo, hondureño, la Asamblea Nacional Constituyente, el 18 de febrero de 1841, tras largas deliberaciones, promulgó la segunda Constitución de El Salvador, esta vez declarando la formación de un Estado Independiente.

El Salvador tiene el mérito histórico de haber sido, hasta el último momento, fiel al Estado federal, hasta que éste se desintegró, víctima de las políticas erróneas de los liberales de la época.