Por Maximiliano Cavalera.

El 5 de Noviembre de 1811 es conocido en la historia Salvadoreña como el primer grito de la independencia. En aquel entonces, Centroamérica estaba bajo la égida de la corona española decadente, que se encontraba en ese entonces, en plena lucha por sobrevivir. Hasta la fecha, y como producto de la visión burguesa de la historia, se fue construyendo un mito en torno a los personajes que fueron parte de este proceso, no es de extrañarse, que en aras de construir la identidad nacional, la burguesía haya relatado los hechos acontecidos en San Salvador como una epopeya gestada por las élites ilustradas que lucharon por la igualdad, la libertad y la independencia del despotismo español. Pero el proceso es dinámico, el levantamiento del 5 de Noviembre está determinado por la confluencia de intereses de diversas clases sociales que se alzan en contra del centro de poder constituido por la corona.

La corona española y la colonia.

Mucho se ha discutido sobre el “descubrimiento” de América realizado por Cristóbal Colon. A la fecha está demostrado que América fue descubierta, no una, sino muchas veces. Todo dependía de la óptica del pueblo que realizara el hallazgo, este proceso se dio desde las primeras migraciones provenientes de Asia, hasta el descubrimiento realizado por la Europa ibérica. Las empresas de descubrimiento y conquista de América gestada por los españoles, si bien es cierto, fueron realizadas bajo las formas de Estado y gobierno feudal, es impulsado por la burguesía y banqueros europeos, estos fueron los que financiaron los viajes de Colon y el gran negocio de la conquista, en sus anales, estaba haciendo su aparición las formas pre capitalistas de producción. Durante la colonia, los españoles afianzan nuevas instituciones de opresión, no solo sobre los indígenas autóctonos, sino también sobre los negros traídos de áfrica, los mestizos y los mismos españoles nacidos en el continente americano.

El sistema de producción fue desarrollado con instituciones como la encomienda, el repartimiento y en Perú, la Mita. Esto va constituyendo una sociedad altamente estratificada, en donde la cúspide del poder era ejercida por los españoles continentales. En contraposición lo más bajo del sistema de explotación estaban los indígenas y negros, que eran sobreexplotados.

Las reformas borbónicas.

Para 1700 se instaura en España una nueva dinastía. De procedencia francesa, los borbones luchan por centralizar el poder del imperio español en la nobleza de Castilla en contraposición de la de nobleza de León. Este proceso de centralización del poder buscaba como volver efectiva la circulación de recursos de América y España a la monarquía, las reformas borbónicas serian fundamental para comprender los procesos independentistas en América, ya que, España,     siendo consecuente con su carácter de imperio colonial, apoyó el desarrollo del sector externo de la economía de sus colonias (finanzas públicas, minería, comercio y agricultura de exportación), forjando un aura de desigualdades opresión, resentimientos y con la escena tiránica de ver como se producía para el enriquecimiento y esplender de la aristocracia europea.

Uno de los factores más importantes y que incidirían en el levantamiento de 1811 en San Salvador sería la institucionalización de la producción en Centroamérica en donde esta se encontraba supeditada a las necedades del comercio español. Esto implicó que las provincias debían producir, no bajo sus necesidades, sino supeditadas a los intereses comerciales de España. Así fue que se institucionaliza la producción de ganado, añil y otros rubros en toda Centroamérica. Las reformas borbónicas acrecientan el saqueo de la metrópoli creando un enfrentamiento económico y social, que ponía de un lado a unos 14,000 españoles peninsulares, frente a más de 6 millones de criollos, mestizos, indígenas y castas.

La concentración de poder.

Este proceso impuesto por los borbones fortalece los centros de poder, en este sentido la capitanía general de Guatemala concentra, no solo el poder político en Centroamérica, sino el monopolio comercial de los productos que salen de la zona. En este sentido, los criollos salvadoreños que producían añil veían como la elite radicada en Guatemala se llevaba una gran parte de sus ganancias por los privilegios impuestos por la corona. Sin duda alguna, se va generando un sentimiento de impotencia para los criollos salvadoreños y centroamericanos, en especial en Nicaragua y El Salvador.

Las cortes de Cadiz y el sueño de inclusión.

Sin duda la revolución Francesa es uno de las principales influencias de la independencia. Las ideas viajan y son asimiladas por las castas criollas de toda Centroamérica, esta tendencia no es fortuita y es producto de las mismas desigualdades generadas por el sistema de explotación.

Estas ideas tienen un empuje, en las guerras napoleónicas y la lucha en contra de la imposición en el trono español de José Bonaparte. La lucha por la expulsión de los franceses, contradictoriamente, trajo aparejado el llamado a constituir las Cortes de Cadis. El 24 de septiembre de 1810, se constituyen las Cortes de Cádiz y, en ese mismo día, se aprueba un decreto en donde adquiere presencia los principios básicos de la futura Constitución: la soberanía nacional y la división de poderes: “Las Cortes de Cádiz estuvieron compuestas por más de 300 diputados, de los cuales cerca de 60 fueron americanos. Una de las conquistas de esta Constitución fue la igualdad de representación y derechos entre los americanos y los peninsulares.” (Historia de las ideas políticas en El Salvador, Dr Jorge Barraza)

El negocio del añil.

El añil era el producto por excelencia de algunos productores peninsulares, criollos y mestizos salvadoreños. Los encargados de hacer producir las plantaciones de añil eran los indígenas, estos estaban sometidos al repartimiento y la encomienda, modalidades de explotación propias de la colonia, en la cual el nativo estaba obligado a servir en las haciendas, casas y obras públicas encomendada por los españoles. El negocio del añil se ve truncado por las guerras napoleónicas, que cortaron el comercio con Europa. Esto provocó una crisis económica en los productores Salvadoreños. A esto se aunó los impuestos que estaban obligados a pagar para sostener la lucha en contra de la ocupación francesa en España. Ambos factores van creando las condiciones para que los criollos salvadoreños deseen la descentralización política y la autonomía de la capitanía general de Guatemala. Es decir, se va gestando un sector de los criollos que no desean seguir dejando sus riquezas en manos de ese andamiaje burocrático corrupto.

El 5 de noviembre de 1811 la insurrección fue encabezada por un grupo de criollos en los que se encontraba Manuel José Arce y el sacerdote José Matías Delgado. Los criollos de San Salvador tenían como proyecto político la conformación de un gobierno autónomo y crear un Obispado en la provincia. Los alzados lograron deponer a las autoridades coloniales y nombrar a sus propios dirigentes. Muchos historiadores coinciden en que el objetivo de la insurrección era lograr el resguardo de las armas y doscientos mil pesos que les ayudarían a materializar el proyecto de autonomía. Pero la insurrección, no encontró respaldo en los demás poblados de la intendencia, por lo que la ciudad quedó aislada.

El descontento fue canalizado en contra de la burocracia española en San Salvador: “Como era lógico esperar, dado el abierto antagonismo entre los grupos sociales, la población sublevada fijó como blanco a los españoles y comerciantes, escogiendo sus casas de habitación en San Salvador. En esta situación, el principal inculpado era el intendente, que fue protegido por el gobierno local” (Ídem)

Es en este momento que los intereses materiales de la elite criolla juegan un papel importante en la revuelta, y es que, defendiendo sus intereses materiales y su estabilidad, interceden para que la revuelta transcurra sin trastocar las instituciones del poder político. Contrario a lo que pretendieron hacer creer los historiadores burgueses, los criollos, como lo demostraron en la independencia de 1821, apostaban por la conservación del aparato de dominación instituido. La única diferencia, es que ellos querían controlarlo para obtener mayores prebendas de la corona. Además de la acción conciliadora de los criollos, es importante destacar que el movimiento fue esencialmente urbano y no incorporó en su mayoría a los estratos más bajos de la sociedad colonial, lo que hubiese incorporado una dinámica diferente al movimiento, es decir, se pudo haber cuestionado el mismo carácter del Estado colonial: “Pese a los tumultos populares, la ciudad fue gobernada durante más de un mes por sus alcaldes, sin embargo no se cometieron excesos ni se atacó a los españoles.” (Ídem)

Otras rebeliones

Sin embargo en otras ciudades se suscitaron revueltas que fueron paralizadas por tácticas de las autoridades. Es más, las autoridades de la Capitanía General de Guatemala enviaron una misión de índole pacífica para restaurar el orden, llegando a tener resultados importantes, restableciendo el orden social y económico colonial. Al final, ningún criollo fue castigado por la revuelta, sin embargo no pasó lo mismo con los mestizos e indios que participaron en la misma: “las autoridades los trataron con sobrada dureza y fueron condenados a penas de prisión y extrañamiento, unos en San Juan de Ulúa, en Veracruz, y otros, en el Petén, Guatemala.” (Ídem)

Un mes después de la insurrección de San Salvador, en la ciudad de León, Nicaragua, habría un nuevo movimiento de lucha, seguido por una insurrección más brava de los criollos granadinos. Al final la oligarquía criolla demostraría ser incapaz de encabezar una verdadera independencia. Hasta el día de hoy seguimos siendo sometidos, esta vez no por el imperio español, sino por el imperialismo norteamericano, nuestros moderno criollo es la burguesía que se conforma con extender sus riquezas bajo la egida imperial, hoy más que nunca es necesario una segunda independencia, y la reconstrucción socialista de Centroamérica.