Por Juan Castel

El Perdón

…No vengo a tu sepulcro a escarnecerte,

no llega mi palabra vengadora

ni a la viuda, ni al huérfano que llora,

ni a los fríos despojos de la muerte.

Ya no puedes herir ni defenderte,

ya tu saña pasó, pasó tu hora;

solamente la historia tiene ahora

derecho a condenarte o absolverte.

Yo que de tu implacable tiranía

una víctima fui, yo que en mi encono

quisiera maldecirte todavía,

no olvido que un instante en tu abandono

quisiste engrandecer la Patria mía.

Y en nombre de esa Patria te perdono.

(Ismael Cerna 03/07/1856 – 08/04/1901; “Nueve poemas”).

De un tono menos lírico al del poeta chiquimulteco Ismael Cerna es el desarrollo histórico de un movimiento avasallador como lo fue la revuelta de los generales disidentes, la posterior fundación y encuadre del ejército rebelde, y su ulterior victoria sobre las tropas gubernamentales del entonces presidente conservador Vicente Cerna Sandoval. En la voz viva de Ismael –“el sobrino del presidente que era poeta y un intelectual adelantado a su época” – se podría describir a la “Reforma Liberal de 1871” como un cataclismo de los que suelen sumergir la historia en luces y sombras, en las fronteras difícilmente delineadas del antes y el después. Eso es sin duda el asalto al poder de mano de los liberales, padres de una patria que aún no ha dejado de sufrirlos.

El Insecto y el Fruto: Antecedentes de la rebeldía burguesa

La revuelta inaugurada por los generales disidentes Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios correspondía a la evolución armada de una lucha inter-burguesa entre los grandes terratenientes conservadores y la nueva burguesía agraria. La oligarquía conservadora hacia mediados de la década 1850 se había fracturado internamente debido al quiebre comercial en el mercado internacional de la grana de cochinilla (Dactylopius coccus) y del Añil, utilizados hasta ese momento para teñir la ropa de reyes, aristócratas, de alto y bajo clero de color rojo y del nombrado por Newton “Indigo”, respectivamente –más comúnmente: Azul–. Este insecto parasitario y los frutos de donde se extraía el Añil y su producción se deprimirán bajo el descubrimiento de los tintes artificiales demandados por los grandes telares de la revolución industrial europea, marcando el crecimiento de la demanda y la oferta ofrecida ya no solo a reyes y clero, sino a toda la generalidad de las damas de la burguesía europea, que en París y en Berlín podían costearse un nuevo vestido azul.

La casta naciente a la cual pertenecía Justo Rufino Barrios –hombre de su tiempo– era un complejo entramado de poseedores de tierras en los altiplanos guatemaltecos, medianos y grandes productores de café, producto cuyo valor era explosivo para la época y se encontraba bajo una buena tasa en el mercado internacional. “Las exportaciones de café, en pesos, variaron entre 1859 y 1871, de representar el 0.3% de las exportaciones totales a representar el 50% de las mismas. En cambio, las exportaciones de cochinilla lo hicieron en el mismo periodo, de un 80% a un 33%”. Cfr. Ralph Lee Woodward, Privilegio y clase y desarrollo económico, Guatemala, 1793-1871; Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA), San José de Costa Rica, 1981, pp. 87-89. Es esta burguesía agraria es amedrentada por los impuestos que el Estado los obliga a pagar para poder hacer uso de los puertos que llevan al exterior una mercancía que no se encuentra bajo el monopolio gubernamental.

Al frente del gobierno se encontraba el conservador, mariscal Vicente Cerna, continuador de las dictaduras conservadoras inauguradas por el “dictador vitalicio y caudillo militar” Rafael Carrera,quien fuera el más fiero opositor y representante del movimiento conservador centroamericano, que junto con las oligarquías-fragmentarias centroamericanas acabara por fusilar al presidente liberal del “Pacto Federal: conformado por Guatemala, Comayagua (actualmente Honduras), El Salvador, Nicaragua y Costa Rica” el liberal Francisco Morazán y de arrojar al gobernador del estado federal guatemalteco el también liberal Mariano Gálvez. Con la derrota de Gálvez se inauguró una época de represión y persecución a los sediciosos liberales y su expulsión del país por haber osado en despojar a Carrera del poder en Guatemala después de derrotarlo un 14 de abril de 1838 y su posterior encarcelamiento a las serranías de Mita. Durante la restauración del régimen conservador se ilegalizó al Partido Liberal, se persiguió toda señal de desorden y la Asamblea Nacional fue perdiendo poder.

La idea y el Arma

Cargados de la revolución francesa y de los idearios de la ilustración, los apologistas liberales empezaron a promover la organización en tertulias “de españoles y criollos liberales” de ahí surgiría el primer periódico de tono liberal: “El Editor Constitucional” dirigido por el Dr. Pedro Molina. El Editor estaba asistido por un grupo de colegas que solía reunirse en la casa del sacerdote José María Castilla y que incluía a José Francisco Barrundia, Domingo Diéguez, Marcial Zebadúa, Vicente García Granados y Manuel Montúfar. Este bando formó el primer partido político de Guatemala conocido con el nombre de Cacos (Ladrones). Este suceso no cambiaría el itinerario de la revuelta, pero vendría forjar a uno de los caudillos, el posterior dirigente y exiliado Miguel García Granados, el señorito.

Los liberales, al encontrar vedado cualquier camino pacífico al poder, se forjaron en la intelectualidad oposicionista. Se empezó a leer al filósofo francés Augusto Comte y al inglés Herbert Spencer, y al padre de la moral positivista-liberal John Stuart Mill. Armados ideológicamente se prepararon, tal cual Robespierre, a enfrentar el discurso del régimen conservador, basado en la enseñanza de la escolástica-religiosa como escuela moral y científica de un mundo varado en su punto más alto, en una cultura falta de movimiento y que ya ha alcanzado su mayor expresión de civilización. Al encuadre “civilizatorio” conservador los liberales le opusieron la modernidad, propia de los países que habían sido sacudidos por la ilustración y su posterior modernización industrial y material.

De la Revolución a la Reforma

Las últimas acciones tomadas en vida por Serapio Cruz fueron los levantamientos que tuvieron lugar contra el gobierno de Vicente Cerna, heredero del régimen de Carrera. El primero de ellos, en febrero de 1867 y el segundo en los primeros meses de 1869 y que finalizaría con su muerte en enero de 1870, a manos de un antiguo rival y compañero de armas, Antonino Solares. En la campaña militar final, fue de suma importancia su asociación con Justo Rufino Barrios, ya para entonces un destacado partidario liberal, en acciones conjuntas como la quema de la cabecera de Huehuetenango. La muerte de Cruz en Palencia significaría la convergencia de sectores liberales de la Ciudad de Guatemala con sus contrapartes en los Altos, de la cual surgiría la base de apoyo de Miguel García Granados y Justo Rufino Barrios.

Granados se encontraba en México desterrado por el régimen conservador, donde hizo uso de sus habilidades de diplomático para conseguir el equipamiento militar para la campaña contra las fuerzas gubernamentales. “El lote de armamento constaba de 200 fusiles Remington, 15 Winchester, 1 obús, el parque indispensable para esas armas, espadas, uniformes, etc.” (Los Fusiles de Octubre, La Campaña de 1871, pág. 114). En Septiembre de 1870Granados se entrevistó con Barrios, quien se encontraba en la zona de San Cristóbal las Casas, después de varios intentos infructuosos de penetrar el territorio nacional. La estrategia militar desarrollada por Barrios era simple; el 28 de marzo de 1871, una fuerza de ejército irregular integrada por 14 oficiales y 14 soldados se internó en el territorio guatemalteco, por el departamento de San Marcos. La campaña consistía en iniciar un enfrentamiento y contar con amplio movimiento de una inicial fuerza militar que se basaba en un poder de fuego 20 veces mayor al del régimen. Aprovechando las victorias y la sorpresa dadas por el movimiento, harían uso de la propaganda y la creciente simpatía de la población para integrar bajo el mando del núcleo de oficiales un rápido crecimiento de las tropas.

A Justo Rufino Barrios le tomó poco más de tres meses derrotar moralmente al ejército gubernamental de Cerna; encontrándose y entablando batalla en cinco ocasiones y derrotándolos en todas gracias al superior poder de fuego –aun después de encontrarse casi siempre en desventaja numérica– y descomponiendo las filas del enemigo con lo que hoy se llama lucha psicológica. El 23 se entabló una batalla en las cercanías de Coxó, cercano a Totonicapán, donde ambas fuerzas quedaron debilitadas, pero Barrios había logrado reordenar las suyas y emprender la persecución de las fuerzas gubernamentales al mando de Cerna; este último, esperando que el ejército rebelde se encontrara en desorden, se detuvo en Antigua Guatemala y emprendió la retirada a la capital el día 29 de junio. Sabidos de ello, los dos ejércitos liberales, el diezmado de Barrios y el de refuerzo de Gregorio Solares emprendieron la persecución… El ejército de Cerna fue sorprendido camino a la ciudad en el paso de Santa Lucia Milpas Altas, donde sería destruido completamente y Cerna moriría en combate. Al siguiente día las tropas rebeldes entrarían triunfalmente a la ciudad de Guatemala imponiendo el régimen liberal y a Miguel García Granados como primer presidente de la reforma.